Capitulo 48: Vestido

213 28 61
                                    

~Ángel~

Acababa de terminar de leer el correo que había recibido de mi tutor, en el cual describe todos los riesgos comprobados que puede tener el someterse a la cirugía de la que estábamos hablando; existe la posibilidad de que no funcione y quede completamente igual a como estoy actualmente, lo cual sería bastante decepcionante pero es algo de lo que ya estoy haciéndome una idea,  sin embargo pueden haber complicaciones desde terminar con un derrame cerebral en el momento en el que se hace la desconexión total, que me dejara completamente peor de lo que ya estoy, pudiendo tener nula capacidad de hablar ni volver a comunicarme con nadie; un paro cardiovascular en plena cirugía, e incluso la muerte. Todo esto pondría la piel de gallina a cualquiera, el solo pensar en todo lo que puede salir mal, simplemente me hacer querer replantear si realmente debería hacerlo, pero la idea de que todo salga bien y pueda tener alguna mejoría en el cuerpo me da esperanzas para arriesgarme. A veces solo hay que dar un salto al vacío y confiar en que encontraremos la forma de volar en lugar de estrellarnos contra el suelo. 

Hasta ahora sigo sin contarle a nadie más sobre este asunto, por lo que sentía la necesidad de hablarlo con alguien con urgencia, quería ser escuchado por alguien sin que me quiera hacer cambiar de opinión. No lo pensé tanto y decidí llamarle a mi amigo Alejandro.

     —Hola

     —Hola, Ale, ¿Estás ocupado?

     —No, estoy terminando de desayunar. ¿Pasa algo?

     —¿Puedes venir a mi casa?, quiero contarte algo.

     —Suenas bastante serio, ¿todo bien?

     —Todo está bien, pero debes escucharlo en persona.

     —mmmm— se escucha como si estuviera lavando platos de fondo— en seguida llegó.

     —Gracias.

Me dirigí fuera de mi habitación para ver donde estaban todos, ya que quería asegurarme que nadie escuchara nuestra conversación aprovechando que mi madre tenía una junta de trabajo con un cliente, papá estaba dormido porque trabajó en el turno nocturno en el hospital y mi hermana había salido con su novio. La enfermera Martha estaba en la sala preparando los medicamentos que me tocaban el día de hoy.

    —¿Necesitas algo hijo?— mamá sostenía su bolso en la mano mientras se colocaba los zapatos de tacón con la otra. 

    —Nada, estoy esperando a Alejandro. Vendrá pronto.

    —Que bueno que lo invitaste, entonces ¿se quedará a comer?

    —No lo sé aún, pero es probable. 

    —Bueno, en la estufa hay comida, Martha ya sabe, hay suficiente para ella, para tu padre, tu hermana, y todavía sobraría. Para ti hay verduras y pollo asado— hice una cara de fuchi, no es porque no me gustara, sino que llevaba varios días comiendo comida  super saludable, solo porque papá piensa que estoy perdiendo demasiado peso —Necesitas muchas vitaminas y proteína hijo. Para que estés saludable.

    —Está bien, yo no dije nada.

    —Ok cielo— me dio un beso en la frente — te amo, llegó en la noche.

    —Ve con cuidado— dije.

    —Martha, te dejo, cualquier cosa estoy atenta al teléfono.

    —Si Angie, estaré atenta. Nos vemos.

Veo a mi madre subirse al auto e irse, doy la vuelta por el pasillo y me estaciono en la sala de estar, mientras veo a Marta leyendo la libreta donde llevan el registro de todos los fármacos que me administran con fecha y hora para llevar un control. Se ha convertido en una rutina a la que ya me había acostumbrado.  

Amor en tiempos de tragedia...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora