Capitulo 4.

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Él murmuró algo molesto y la agarró del brazo empujándola para que volviera a sentarse en el sofá sin obtener protesta alguna en esa ocasión.

Ángel: Ahora escúchame (dijo sentándose a su lado) necesito saber qué dijeron exactamente Victoria, y necesito saber cómo lo dijeron. ¿Comprendes? (serio)

¿Comprender? Por supuesto que comprendía, se dijo Victoria.

Victoria: Lo que tú quieres es saber si eran sicilianos, pues bien, sí lo eran y también hablaban español (lo miro con odio) eran sicilianos, como tú padre (lo acusó) reconocí perfectamente el acento, era el mismo tono despreciativo con el que tratan a todos los que no son como ustedes

Ángel: ¿Hombre o mujer? (preguntó él sin hacer caso a sus comentarios)

Victoria: Hombre (respiro)

Ángel: ¿Joven o mayor? ¿Podrías decirlo? (la miro profundamente)

Victoria: La voz estaba amortiguada, creo... (paso saliva) creo que tenía algo puesto delante del auricular (contestó poniéndose una mano delante de la temblorosa boca)

Él alcanzó su mano y la retiró con dureza para exigir su atención.

Ángel: ¿Hablaba en inglés? (la tomo del brazo)

Victoria: Pero con acento siciliano (asintió). Déjame... (se zafo de su agarre)

Ángel: ¿Y qué dijo? (insistió ignorando su ruego) ¿Qué dijo exactamente, Victoria? (pregunto impaciente)

Ella comenzó a temblar violentamente, cerró los ojos, no quería recordar aquella conversación telefónica que había confirmado sus peores miedos.

Victoria: Tenemos a tu niña (repitió palabra por palabra con lágrimas en los ojos, sus dedos helados comenzaron a temblar de tal modo que él los estrechó en sus manos) por el momento está a salvo. busca a Armenta él sabrá qué hacer, nos pondremos en contacto de nuevo contigo a las siete y media... (paso saliva) ¿Qué hora es? (preguntó confusa mirando a su alrededor)

Ángel: Shsh. aún no son las seis (murmuró él intentando calmarla) concéntrate Victoria, ¿Dijeron algo más? ¿Oíste algo? ¿Voces, algún ruido de fondo, algo...?

Victoria: No, nada (se soltó las manos para taparse la cara)

No había escuchado siquiera el llanto de su propia hija.

Victoria: ¡OH, Dios! ¡mi niña! ¡mi pobre niña... la quiero aquí conmigo! (se dio la vuelta confusa y atormentada) conmigo, en mis brazos... (añadió cruzando los brazos contra su pecho como si su hija ya estuviera con ella) ¡OH, Dios Ángel haz algo! ¡Haz algo! (desesperada)

Ángel: Está bien, está bien, lo haré (la calmo) pero quiero saber por qué diablos nadie me había informado de esa conversación telefónica (bufo) ¿La grabaste? La policía tiene intervenida esta línea telefónica, tiene que estar grabada (se levantó)

Victoria: ¿Es que tienes miedo de que alguien pueda reconocer la voz? (preguntó ella alarmada al verlo ponerse en pie) ¿Adónde vas? (lo miro alejarse)

Ángel: Voy a hacer algo al respecto (contestó él mirándola con expresión de indiferencia) tal y como tú me has pedido (serio) mientras tanto te sugiero que te retires a tu habitación y trates de dormir, te mantendré informada de lo que ocurra

Victoria: Quieres decir que lo deje todo en tus manos (frunció el ceño)

Ángel: Después de todo es para eso para lo que he venido (asintió él frío)

Sí, se dijo Victoria así misma, ésa era la única razón por la que había vuelto.

Victoria: ¿Dónde estabas? (curiosa)

Ángel: En Nueva York (serio)

Victoria: ¿En Nueva York? (sorprendida) pero si sólo hace seis horas que la...

Ángel: Concorde... ¿todavía sospechas que he sido yo quien la ha raptado?

Victoria: Los dos sabemos que eres perfectamente capaz de hacerlo (contestó ella con el mentón bien alto y los ojos verdes fríos como los de él)

Ángel: ¿Y por qué iba a querer hacerlo? (frunció el ceño) ella no significa ninguna amenaza para mí (negó con la cabeza)

Victoria: ¿No? (arqueo una veja) hasta que Ángel Armenta no consiga librarse de su esposa para casarse con otra, Nicole es la única heredera legítima (sonrió) haya sido él suficientemente viril o no para concebirla (dijo retadora)

Aquella provocación había ido demasiado lejos y ella lo sabía, de pronto, él se inclinó sobre ella con los dientes apretados, el miedo no la dejó ser enteramente consciente de la fragancia de su aftershave.

Ángel: Ten cuidado esposa, con lo que me dices (la miro intensamente)

Victoria: tu también ten cuidado y asegúrate de traerme a mi hija sana y de una pieza, o si no atente a las consecuencias (le advirtió con expresión de desprecio) voy a arrastrar el nombre de los Armenta por todos los periódicos de cotilleo del mundo (sus ojos claros se encendieron de nuevo como alumbrados por un relámpago)

Ángel: ¿Y qué les vas a contar? (serio) ¿qué horrible crimen crees que puedes achacarme? ¿Es que no te he dado a ti y a tu hija todo lo que podéis desear? Mi casa, mi dinero... ¡hasta mi nombre!

Victoria: ¿Y por el bien de quién lo has hecho? (preguntó ella pensando que todo eso era legítimamente suyo) sólo por el tuyo, Ángel y por orgullo. ¡Por tu maldito orgullo!

Ángel: ¿Qué orgullo? (preguntó él de pronto poniéndose en pie) destrozaste mi orgullo cuando te llevaste a otro hombre a tu cama

Por un momento Victoria sintió cierta simpatía y pena por el hombre que había vivido tres años creyendo aquella mentira, tenía razón: aunque lo que dijera no fuera cierto el solo hecho de que lo creyera tenía que haber acabado con su orgullo

Ángel: ¡Ah! No quiero discutir ese tema. Me molesta. Me molesta incluso tener que hablar contigo (añadió dándose la vuelta y dirigiéndose a grandes pasos hacia la puerta)

Victoria: ¡Ángel! (lo llamó esforzándose por ponerse en pie y detenerlo)

Él se paró con la mano en el picaporte de la puerta, pero sin darse la vuelta; las lágrimas invadían las profundidades de los ojos de Victoria, esas profundidades en las que guardaba el amor que un día había sentido por él.

Victoria: Ángel, por favor... pienses lo que pienses de mí tienes que comprender que Nicole no ha cometido crimen alguno

Ángel: Lo sé (contestó él sereno)

Victoria: Entonces por favor, devuélvemela (suplico con la voz quebrada)

FRUTO DE LA TRAICIONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora