Capitulo 43.

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Victoria: Lo siento (murmuró)

Ángel se volvió. La rabia había sustituido a la pena en su rostro.

Ángel: ¿Y tú me dices eso... a mí? ¡No, no! (sacudió la cabeza) tu me pides perdón a mí en lugar de que sea al revés (soltó una bocanada de aire) No puedo... (tragó con fuerza intentando decir las palabras que quería, pero incapaz de articular)

Estaba desesperado, no podía soportar aquella emoción.

Ángel: Perdóname, Victoria, pero tengo que marcharme. Volveré tan pronto como...

Victoria: ¡No... Ángel! (exclamó abalanzándose hacia él. No podía dejar que se fuera en ese estado) ¡No te vayas! Te necesito aquí, las dos te necesitamos

Ángel: ¡Dios, es cierto! (respiró) Por supuesto. Una vez más me estaba portando como... (no tenía palabras para decirlo)

La abrazó sin estrecharla realmente en sus brazos, sin amoldarla a su cuerpo, tenso.

Victoria: Ven a sentarte otra vez (le pidió) Hoy se ha estado moviendo un poco.

Había conseguido que se sentara de nuevo en la silla, pero no sabía qué más hacer. Estaba profundamente afectado. En ocasiones como aquella él le había obligado a beber algo, recordó. Pero no tenía nada que ofrecerle. Ángel miraba a Nicole. La expresión de sus ojos era de tal amor y vulnerabilidad, que Victoria pensó que aquello podía servirle de tónico tanto como el brandy.

Victoria: Ahora que estás aquí voy a salir un rato a refrescarme y a tomar café (murmuró)

Una vez fuera, se apoyó en la pared. Estaba temblando. Estaba preocupada por Nicole, por Ángel, por Álvaro... por sí misma. E incluso por Elisa. Sintió cómo el pinchazo de los celos le helaba el corazón. No sabía qué iba a ocurrir. Cuando por fin volvió a la habitación Ángel parecía sentirse algo mejor. No volvió a mencionar la confesión de su padre, y ella no se lo recordó. Pero tampoco mencionó a Elisa. Sin embargo, ambos espectros los esperaban en cada silencio, listos para saltar sobre ellos a la menor ocasión, en cuanto la enfermedad de Nicole dejara de tener prioridad. Más horas. Un día entero y una noche. Victoria durmió en el hospital y Ángel fue al hotel. A la mañana siguiente, volvió con ropa limpia para ella. Se cambió y al volver a la habitación Ángel estaba sentado en la cabecera de la cama abrazando a Nicole.

Ángel: Acaba de despertarse hace un minuto (dijo con los ojos llenos de lágrimas) Me reconoció (emocionado)

Victoria se desmayó. Pero no fue Ángel quien la agarró evitando que se cayera, sino el doctor, al que él había llamado al despertarse la niña. Y pasaron más horas. Le hicieron pruebas a Nicole y finalmente los médicos vieron que no había daños. En una semana, volvería a casa. Volvieron a la villa una brillante y soleada mañana. Nicole aún estaba débil, aún seguía durmiendo la mayor parte del día, pero en cuanto se dio cuenta de dónde estaban levantó la cabeza del hombro de Ángel y preguntó por su abuelo.

Nicole: ¿Dónde está el abuelo? (dijo con su tierna voz)

Ángel: Está en casa, deseando verte (contestó)

El abuelo, al que hacía tiempo que no veían y cuya sola mención ponía tenso su semblante.

Ángel: Si te llevo con Fabia ahora mismo, ella te llevará junto a él. ¿Quieres? (le acaricio la mejilla a la pequeña)

Nicole asintió contenta. Victoria y Ángel se quedaron solos. La tensión, el espectro de la verdad los amenazaba.

Victoria: Ángel... tu padre... (comenzó a decir)

Ángel: Ahora no (frunció un poco el ceño) No tengo tiempo (añadió mirando el reloj sin querer mantener su mirada) Tengo que marcharme a Palermo. Por negocios (mintió)

Esa no era la verdadera razón por la que se marchaba, y Victoria lo sabía.

Victoria: ¿Cuándo volverás? (pregunto entrecerrando un poco los ojos)

Ángel: No lo sé. En unos cuantos días (contestó impaciente) Depende de cuánta atención requiera un asunto que... (ella lo interrumpió)

Victoria: ¡Yo también necesito tu atención! (respondió enfadada)

Ángel: ¡No! (dijo levantando un poco la voz)

Victoria: Así que nosotras dos ya no contamos nada, ¿no es eso? (preguntó amargamente) ¡Cómo ya ha pasado la crisis, ya puedes ocuparte de otras cosas! (Cosas como por ejemplo Elisa, pensó)

Ángel: No es eso (negó con fuerza) Es sólo que necesito tiempo, necesito tomarme un tiempo para hacerme a la idea de... (las palabras se atoraron en su garganta)

Victoria: ¿De qué? (lo desafió) ¿De lo que va a significar para ti la confesión de tu padre? ¿De lo que significa para tu vida? ¿Para tus mentiras? (dijo molesta)

Ángel: ¿Mentiras? ¿A qué mentiras te refieres? (pregunto confundido)

Victoria: Tu padre... (comenzó a decir)

Ángel: ¡Deja a mi padre fuera de este asunto! (dijo serio)

Victoria: Todos hemos sido víctimas, por si no lo recuerdas (contestó tensa) ¡Incluyendo a tu padre! Él era un hombre muy orgulloso, estaba orgulloso de su hijo y quería lo mejor para él. Y sin embargo tú apareciste conmigo. Eso lo destrozó. Así que me hizo la guerra. Pero al final ha sido la víctima de su propia lucha, una lucha en la que no le importaron los medios. Ganó la batalla, Ángel, pero ha perdido la guerra. Porque al final comprendió que al separarnos a nosotros dos se estaba separando de su nieta (cruzo los brazos)

Ángel: Y es por esa razón por la que nunca lo perdonaré. Yo creía en él. Creía en él como nunca había creído en nadie, y él se aprovechó. ¡Utilizó deliberada y cínicamente la confianza que yo tenía puesta en él para usarla como arma contra mí! (dijo con el ceño fruncido)

Victoria: Contra mí, Ángel, contra mí (lo corrigió) La usó contra mí, no contra ti (elevo el tono de voz, descruzo los brazos y los azoto a sus lados)

Ángel: ¿Y cuál es la diferencia? Tú eras mía. ¡Mía! (gritó enfurecido y posesivo) ¡Me arrebató la única cosa del mundo que me importaba aparte de él! No puedo hablar de esto, me ofende. Te ofende a ti. Sólo sé que lo que él me hizo a mí yo te lo hice a ti. ¡Te arrebaté tu confianza en mí y la destrocé! (golpeo la pared)

No era eso, pensó Victoria, lo que más daño le había hecho, lo peor de todo era Elisa. Sin embargo, calló.

Victoria: ¿Y qué es lo que vas a hacer? ¿Vas a castigar a un viejo moribundo ignorando su presencia como hiciste conmigo? (pregunto con el ceño fruncido)

Ángel: Le permito que conserve el amor de su nieta, que es más de lo que él me concedió a mí. Por supuesto tú tienes la última palabra (añadió suavizando su tono de voz) Te apoyaré en todo lo que decidas sobre su derecho a estar con la niña

Victoria: En otras palabras (contestó enfadada tomando buena nota de que Nicole volvía a ser de nuevo «la niña») nos abandonas

Él ignoro la última frase que ella había dicho y continúo diciendo que en lo que decidiera con respecto a Álvaro de estar cerca de Nicole, no la contrariaría y la apoyaría sea cual sea su decisión.

Ángel: Te concedo el derecho a decidir a ti, yo no tengo derecho alguno. Los perdí todos el día en que confié en mi padre en lugar de confiar en ti (dijo triste)

Victoria: Entonces vete y haz lo que tengas que hacer, Ángel (respondió pensando que en realidad lo que quería era volver con Elisa) A mí ya me da igual (dijo encogiéndose en hombros, se dio la vuelta y se fue a la habitación de su hija a esperar a que regresara con Fabia de saludar al abuelo, en ese momento estaba tan enojada, no quería hablar con nadie ni mucho menos quería seguir discutiendo con Ángel)

FRUTO DE LA TRAICIONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora