La bata cayó al suelo. Victoria lo agarraba fuertemente, como si su propia vida dependiera de ello. Fue salvaje, un frenesí de besos en el que sus manos la acariciaban y abrazaban amoldando su cuerpo al de él, ambos respirando y jadeando sin control.
Ángel: Victoria... (susurró su nombre apartando por un momento sus labios de los de ella, para quien eran tan necesarios, tan húmedos y dulces, que no podía separarse) Victoria... (volvió a intentarlo de nuevo, pero ella lo apresó fusionando sus lenguas. Ángel se dejó hundir en aquella sensación antes de volver a murmurar) Tienes que dejarme que me aparte un poco, mi amor, no puedo abrazarte si te agarras así a mí (le acaricio la mejilla)
Victoria: No puedo dejarte ir (contestó sin aflojar) Creo que estoy tan asustada que no puedo dejarte ir
Él suspiró y se levantó apoyándose en los codos. Con las manos temblorosas, le retiró el pelo de la cara. Ella abrió los ojos y lo encontró mirándola con aquellos ojos negros.
Ángel: No voy a ir a ninguna parte, te lo prometo. No me moveré de esta cama si es eso lo que quieres (rozo su nariz con la de ella)
Victoria: ¿Nunca? (pregunto con tono tierno)
Aquella conversación era absurda, era una locura, y sin embargo era increíblemente importante.
Ángel: Hasta el día de mi muerte si hace falta (le acaricio la mejilla)
Victoria: ¿Si hace falta para qué? (curiosa)
Ángel: Para que te sientas de nuevo querida por mí (sonrió)
Victoria: ¿Me quieres? (preguntó con lágrimas en los ojos)
Ángel: Nunca dejé de quererte (contestó con una expresión de dolor) ¿Cómo iba a poder hacerlo? Eres una parte de mí, la parte que me ha echo en falta cuando no estoy contigo (añadió bajando la cabeza para besarla despacio y tiernamente) Tú necesitas agarrarte así a mí, pero soy yo el que no va a dejar nunca que me abandones. ¿Por qué crees que he venido a toda prisa en cuanto supe lo que ibas a hacer? (la miro a los ojos dulcemente)
Victoria: ¿Lo que iba a hacer? (confundida)
Ángel: Mi padre me contó asustado que le dijiste que te ibas de aquí (contestó enjugando sus lágrimas) Me llamó llorando porque tú ibas a llevarte a su nieta...
De pronto se interrumpió comprendiendo lo que había ocurrido. Sólo unos segundos antes, Victoria lo había comprendido también. Soltó a Ángel y dejó de sonreír para morderse el labio inferior y recapacitar.
Ángel: ¡Dios mío! Me mintió, ¿no es cierto? El muy viejo diablo manipulador estaba interpretando una farsa para que volviera (dejo escapar una bocanada de aire)
Victoria: Bueno, él ya sabe muy bien que es un viejo malo (se encogió en hombros)
Ángel: ¡Lo mataría! (espeto furioso)
Victoria: ¡No, no lo hagas! (trato de calmarlo) Tu hija no te lo perdonará, ella lo adora
No debería de haber dicho eso. Lo supo en el mismo momento en que las palabras salían de su boca. Él se puso tenso y se soltó de ella rodando por la cama.
Ángel: Mi hija (murmuró) La niña a la que rechacé incluso antes de que naciera, y todo por su culpa (las lagrimas amenazaban con salir de sus ojos)
Victoria: ¡OH, no! (murmuró acercándose para tumbarse sobre él y abrazarlo) Maldecir a tu padre no puede causarte ningún bien, sólo más amargura. Y no quiero que sientas amargura (le acaricio la mejilla)
Ángel: No lo maldigo a él, me maldigo a mí mismo (suspiro)
Victoria: Pero todo eso ya no tiene ninguna importancia, ¿no lo ves? Yo te amo (añadió ansiosa)
Ángel: ¿Quién eres tú, Victoria? (suspiró apoyando la cabeza en la almohada) ¿Es que eres una santa que puede perdonarme incluso lo imperdonable? Rechacé tu amor, tu confianza, tu honestidad. ¡Incluso rechacé a nuestra hija! (dijo mostrando el gran dolor que se agolpaba en su alma)
Victoria: Pero volviste. Incluso cuando seguías creyendo esas cosas horribles de mí. Volviste a mí. Quisiste volver a intentarlo. Creo que incluso me perdonaste (le acaricio la mejilla)
Ángel: ¡Perdonarte! ¡Qué magnánimo por mi parte! ¡Qué poco siciliano! Te perdoné, (soltó una pequeña risa sarcástica) ¿Pero qué te perdoné? ¿El haber sido tú misma? ¿El permanecer fiel a ti misma a pesar de lo que la familia Armenta te hizo? Bueno, pues te diré algo: pasará mucho tiempo antes de que sea capaz de perdonarme a mí mismo (bajo la mirada)
Victoria: ¿Otra vendetta? ¿Contra ti mismo esta vez? Espero que lleves todas tus venganzas bien listadas en el ordenador para que no se te olvide con quién estás en guerra (frunció el ceño)
Ángel: No estoy en guerra contigo (contestó con los ojos ardientes y una mirada provocativa)
El hecho de que él fuera tan arrogante como para mirarla así cuando estaban en medio de una discusión seria la hizo enfadarse.
Victoria: Bueno, pues yo sí lo estoy contigo (declaró cerrándose la bata) Y mientras tú te niegues a perdonarte a ti mismo y a tu padre yo me niego a perdonarte a ti (añadió saliendo de la cama)
Ángel: ¿Eso es un ultimátum? (se sentó recargado en la cama)
Victoria: Sí. No estoy dispuesta a vivir rodeada de vendettas. Si yo puedo dejar a un lado las ofensas no veo por qué no vas a poder hacerlo tú (cruzo los brazos)
Ángel: ¿Las has dejado a un lado? (pregunto)
Victoria: Casi todas (murmuró) Puedo perdonar a Álvaro porque es un viejo enfermo y está arrepentido. Y puedo perdonarte a ti porque fue él quien te llevó a pensar mal de mí. Sin embargo... (se quedó callada)
Ángel: ¿Sin embargo? (dijo curioso)
Sí, había un, sin embargo, un, pero. Victoria levantó el mentón desafiante y con los ojos fríos explicó:
Victoria: Te vi en el baile del ayuntamiento con Elisa. Eso no te lo perdonaré, Ángel. No puedo perdonártelo cuando me prometiste que ella estaba ya fuera de tu vida (dijo molesta)
Ángel: ¿Y qué es lo que viste? (preguntó con aire de inocencia)
Victoria: A ti, hablando con ella. Abrazándola y apunto de besarla (celosa)
Ángel: ¿Y es por eso por lo que te viniste a casa sola sin mí? ¿Porque lo que viste te ofendió y te dolió? (Victoria no contestó. No hacía falta) ¿Es que mi padre no te explicó quién es Elisa? (sonrió)
Victoria: Me dijo que debía preguntártelo antes de juzgarte (dio un respiro profundo para controlar su enojo y celos) y no te rías que no es gracioso (descruzo los brazos y le dio la espalda)
Ángel: está bien pero no te enojes (la calmo) bueno, retomando el tema ¿Y me lo estás preguntando ahora? (ella miró para abajo y negó con la cabeza) ¿Por qué no? (Victoria se quedó pensando en la respuesta mientras las lágrimas volvían a invadir sus ojos)
Victoria: Porque estoy demasiado asustada de la respuesta (confesó en un susurro)
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FRUTO DE LA TRAICION
RomanceVictoria y Ángel se enamoraron desde el primer momento en que se vieron, se casaron por que querían pasar el resto de sus vidas juntos, pero el padre de él no aceptaba el hecho de que su hijo se hubiera casado con Victoria, así que para separarlos i...