Capitulo 25.

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Para sorpresa de Victoria un Álvaro renovado, obediente y sumiso, se retiró accionando los mandos eléctricos de su silla. Entonces se hizo el silencio, Nicole levantó el rostro del pecho de su madre.

Nicole: ¿Hombre malo ido? (frunció el ceño con preocupación y Victoria se recostó sobre el respaldo de la silla y la acarició)

Victoria: No es un hombre malo, Nicole, es sólo...

Victoria se interrumpió. Iba a decir «un hombre confuso». Sin embargo, no terminó la frase, se quedó atónita, Ángel nunca en su vida había estado confuso, para él las cosas eran blancas o negras. La confusión residía en aquellas zonas grises que él simplemente no reconocía y esa era la razón por la que su matrimonio había sido tan difícil, porque Álvaro, conociendo a su hijo, había nublado cuidadosamente todo lo relacionado con ella creando zonas grises en las que reinaba la confusión y la falta de entendimiento. Igual que estaba haciéndolo en ese momento, pensó. Hubiera deseado saber qué quería el anciano en esa ocasión, sabía por instinto que quería algo. ¿Pero qué? Se preguntó. ¿A su hija, quizá? Sin embargo, nunca podría quedarse con Nicole sin hacerle a Ángel creer que él era su padre y entonces tendría que hacerle dudar que ella fuera una adúltera y toda la verdad saldría a la luz. ¿Se atrevería Álvaro a arriesgarse a que se supiera la verdad?, Se preguntó. ¿Se atrevería a arriesgarse a que su hijo descubriera lo que había hecho? ¿O tendría otro plan? ¿Intentaría convencerlo, de que Nicole era su hija sólo por pura casualidad y no debido a su fidelidad?, Se preguntó, en ese caso Ángel reclamaría a la hija y rechazaría a la madre. Aquel pensamiento la hizo temblar, temblaba de miedo, sabía lo que significaba enfrentarse a Álvaro. Blanco y negro. Para Ángel todo era blanco o negro y Álvaro tenía un punto a su favor: ella era incapaz de demostrar que nunca había tenido un amante.

Fabia: ¿Signara? (dijo de pie a su lado) la bambina por fin duerme tranquila cuando la abraza su madre (miro a la pequeña)

Estaba dormida. Victoria miró para abajo sorprendida al descubrir lo rápidamente que se había dormido Nicole, al fin respiraba serena, a salvo con su madre. Las lágrimas invadieron sus ojos, lágrimas de amor y de miedo a una pérdida.

Fabia: No llore, signara... (puso su mano sobre su hombre) ahora está a salvo (le aseguro) el señor Ángel se ha ocupado de ponerla a salvo, no tiene que preocuparse ya más (le dio una amigable sonrisa)

Sí, era cierto, por fin estaba a salvo, pero a pesar de todo sospechaba que en lugar de acabarse sus preocupaciones no habían hecho más que comenzar. Álvaro quería a su nieta y no quería a su madre, había sido muy inteligente al llevárselas a ambas a Sicilia con las bendiciones de Ángel. ¿Acaso su siguiente movimiento consistiría en hacer que ella se marchara mientras Nicole se quedaba?, Se preguntó. Desde el momento en que entró en el dormitorio Victoria supo que aquellas pisadas eran de Ángel. Cómo, no lo hubiera podido decir, tres años antes él era su único aliado en una casa llena de enemigos, ni siquiera el servicio la había tratado con el debido respeto y para ser sinceros, lo cierto era que ella no había sabido enfrentarse al problema. Se había sentido intimidada, pero eso ya había pasado; En algún momento durante ese tiempo había madurado, como con Fabia, por ejemplo, fuera por su manera de comportarse decidida o porque ella era nueva al servicio de los Armenta lo cierto era que Fabia hacía lo indecible para que ella se sintiera cómoda, no dejaba que nadie entrara en la habitación y siempre iba a abrir la puerta.

Fabia: Toda la casa entera ha estado esperando noticias sobre su hija, señora Armenta (la miro) ahora que está a salvo todos quieren darle la enhorabuena. Pero no se preocupe, usted quédese tranquila con la niña, yo me ocuparé de todo

Y para su propia sorpresa, Victoria había comenzado a sentirse cómoda, cuando Nicole se despertó sintiéndose hambrienta fue Fabia la que la ayudó a calmarla y cuidarla y cuando, como todos los niños, Nicole, pletórica de energía quiso jugar sin descanso fue también Fabia quien las acompañó a la playa. Las tres estuvieron una hora en la playa a última hora de la tarde jugando sin miedo a quemarse por el sol, se bañaron y construyeron un castillo de arena y Victoria sintió que su corazón se contraía al ver a su hija feliz; Había estado tan cerca de no volver a verla... Subieron las escaleras de vuelta, Nicole saltaba de la mano entre Victoria y Fabia hasta que, por fin, se fue cansando y terminó por subirse en brazos de su madre. Fabia subía tranquilamente a su lado, su presencia resultaba reconfortante; aquello había sido hacía horas, sin embargo, el sol se estaba poniendo y Nicole estaba dormida en su cuna al lado de la cama de Victoria, a pesar de que le había dicho a Fabia que ya no la necesitaba se había sentado junto a la cuna y no quería moverse, al final le había dejado que se quedara retirándose ella hacia el pequeño saloncito de la habitación y sentándose en el sofá a ver la puesta de sol, se sentía desfallecer de cansancio, la tensión de los últimos días comenzaba a vencerla.

Ángel: Tu aspecto es horrible (dijo acercándose a ella)

Victoria: Y a mí me hace sentirme mejor oírtelo decir (dijo sin dejar de mirar por la ventana)

Él suspiró ante su sarcasmo acercándose hacia la ventana para ver la puesta de sol.

Ángel: ¿Está más tranquila la niña?

Victoria: Sí, aunque no haya sido gracias a ti (suspiró cerrando los ojos y recordando)

Ángel: Lo siento si... la he asustado, pero debes entender que para mí también era... difícil la situación

Victoria: Bueno, en ese caso te alegrará saber que nos sentiremos muy felices de volver a México en cuanto quieras mandarnos

Ángel: ¿Tanta prisa tienes por marcharte? (dijo un poco molesto)

Victoria: Cuando antes nos vayamos, antes se acabará esta situación

Ángel: Desearía que fuera así de sencillo

Victoria: Lo es, sólo tienes que llamar a la limusina y mandar preparar el avión (seria) te prometo que nos iremos (lo miro)

Ángel no dijo nada, su atención parecía fija en la sorprendente vista del cielo rojo y el mar azul. Entonces se volvió y la miró.

Ángel: La cena estará lista en una hora, ¿Crees que podrías hacer un esfuerzo para lavarte y vestirte con otra ropa y bajar a cenar? Comprendo que tu aspecto sea de cansancio, pero podrías cambiarte de ropa (dijo con un tono de voz suave)

Victoria aún llevaba la ropa del viaje, él en cambio se había cambiado.

Victoria: La culpa de mi aspecto la tienes tú (frunció el ceño) has sido muy amable haciendo mi maleta, pero sólo has metido ropa de alta costura, (arqueo una ceja y aun continuaba mostrándose seria) supongo que es lo que un hombre como tú espera que lleve una mujer (achico los ojos) no hay nada de ropa de diario ni para el clima de Sicilia, no tuviste en cuenta que voy a estar todo el tiempo con una niña y encima se te ha olvidado la ropa interior y los artículos de tocador

Ángel: Así de mal lo he hecho, ¿eh? (sonrió levemente) es que no estoy acostumbrado a hacer maletas (se defendió)

Victoria: Eso está claro (sonrió a su pesar) la maleta de Nicole en cambio la hiciste mejor (le aseguro) aunque supongo que ha sido simplemente porque debiste de vaciar los cajones, Bueno, y te acordaste de Dandy, eso ha sido un detalle por tu parte

La expresión de su rostro cambió por completo cuando lo vio.

Ángel: ¿Y qué, me pregunto, podría cambiar la expresión del tuyo? (arqueo una ceja)

Victoria se ruborizó y luego se puso pálida para por fin echarse a temblar. Su tono de voz suave y provocativo le retumbaba en los oídos.

Victoria: Si no te importa, cenaré aquí en mi habitación (volvió a mirar por la ventana)

Ángel: Cenarás en el comedor como se acostumbra en esta casa (ordenó olvidando el tono de voz anterior)

Victoria: No dejaré a Nicole aquí sola (dijo seria) se puede despertar y asustar

Ángel: Pero Fabia está con ella, ¿no es así?

Victoria: Sí. Pero Fabia no es su madre (lo miro) ya ha tenido bastante como para que encima ahora se despierte en una habitación extraña y se encuentre con una mujer extraña y sin su madre

Ángel: La casa está equipada con un sistema interior de comunicación, Fabia te puede llamar y tú estar a su lado en cuestión de segundos

Victoria: Pero esos segundos pueden ser horas de agonía para una niña

Ángel: ¡Basta ya! (azoto su mano en el descanso del sillón) ¡Esto es una estupidez! La niña está a salvo, conoce a Fabia, sabe que su madre acepta a Fabia y que puede confiar en ella (frunció el ceño molesto) te has pasado la tarde construyendo esa confianza en ella, ahora debes confiar en que Fabia va a hacer bien su trabajo mientras tú... (no termino lo que iba a decir porque ella lo interrumpió)

Victoria: ¿Su trabajo? (dijo confundida)

Ángel: Sí. He contratado a Fabia sólo para que cuide de la niña (le conto)

FRUTO DE LA TRAICIONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora