Capitulo 44.

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Ángel: Te concedo el derecho a decidir a ti, yo no tengo derecho alguno. Los perdí todo el día en que confié en mi padre en lugar de confiar en ti (dijo triste)

Victoria: Entonces vete y haz lo que tengas que hacer, Ángel (respondió pensando que en realidad lo que quería era volver con Elisa) A mí ya me da igual (dijo encogiéndose en hombros, se dio la vuelta y se fue a la habitación de su hija a esperar a que regresara con Fabia de saludar al abuelo, en ese momento estaba tan enojada, no quería hablar con nadie ni mucho menos quería seguir discutiendo con Ángel)

Lo peor de todo fue que una hora después Ángel se marchó, sin añadir una sola palabra más. Dos semanas antes todo había sido maravilloso y, de nuevo, habían destrozado su vida. Y otra vez era por culpa de Álvaro, aunque no hubiera sido deliberadamente en esa ocasión. Victoria fue a ver cómo estaba el anciano.

Victoria: Eres un tonto, un viejo tonto. ¿Por qué lo has hecho? (lo regañó)

Álvaro: Tenía que hacerlo, se lo debía a la bambina. Siempre tuviste razón con respecto a mí. Soy malo (bajo la mirada)

Victoria se acercó para consolarlo, algo que él de ningún modo esperaba. Por segunda vez un Armenta, un hombre, lloraba delante de ella.

Álvaro: Él nunca me perdonará, pero puedo soportarlo, puedo vivir con esa idea, incluso morir con ella (se cubrió el rostro con las manos) Sin embargo, no podía seguir viviendo con la culpa. Desde que te fuiste cada vez me costaba más ver a mi hijo destrozado. Te echaba de menos, Victoria. Y yo tuve que ver su sufrimiento, igual que cuando murió su madre, sólo que en esta ocasión yo era el causante. ¡Ver que era por mi culpa por lo que no podía amar a su propia hija!

Victoria: Pero tú eres un hombre inteligente, Álvaro. ¿Cómo no encontraste algún modo de hacerle saber que ella era hija suya sin decirle la verdad?

Álvaro: Lo intenté. Fui a México con el único propósito de verte, de hablar contigo. Quizá incluso... (suspiró) de pedirte tu ayuda para solucionar este asunto sin perder a mi hijo. Pero caí enfermo (se quitó las manos de su rostro)

Victoria: Sí, recuerdo que Santiago me dijo que caíste enfermo en México, ¿Entonces fuiste para verme a mí? (dijo sorprendida)

Álvaro: Sí. Desde entonces... Bueno, ya sabes lo ocurrido. No he estado bien, no podía hacer prácticamente nada. Apenas puedo valerme por mí mismo. Luego, raptaron a la bambina y de pronto tuve la oportunidad de arreglar las cosas cuando Ángel me la mandó para que la pusiera a salvo. ¡No podía ni creer en mi propia suerte! (la miro)

Victoria: ¿Qué? ¿Qué has dicho, Álvaro? (frunció el ceño)

Álvaro: ¿Te refieres a lo de que Ángel me mandara a la bambina aquí a Sicilia? (se encogió de hombros impotente una vez que el secreto había sido ya revelado) Ángel fue muy inteligente. La recobró en México, Seguía la pista de los secuestradores vía satélite con los teléfonos móviles. De ese modo descubrió su escondite y luego jugó con ellos haciéndoles creer que iba a entregarles el dinero que le pedían en el lugar acordado, muy lejos de donde tenían a Nicole. Entonces un equipo de agentes especiales fueron a recuperar a la niña mientras Santiago iba al encuentro de los secuestradores con el dinero. Nicole nunca se enteró, no vio nada. Ángel la mandó aquí en avión antes de que se despertara (le conto)

Victoria: Pero... ¿por qué iban a necesitar agentes especiales si Ángel iba a pagar el res...? (la expresión de Álvaro fue suficiente para contestar a su pregunta) ¡OH, Dios! No tenían intención de devolver a la niña, ¿no es eso? (pregunto mirándolo fijamente)

Álvaro: Nunca lo sabremos, Victoria. Pero según todos los antecedentes, no (serio) Nicole tenía muy pocas posibilidades de volver a casa viva así que Ángel tuvo que tomar la decisión de arrebatársela. No fue fácil para él (suspiró) Ella era todo lo que tú tenías y si le hacían daño te lo hacían a ti. Sin embargo, todos estuvieron de acuerdo en que no había otra elección, así que... Luego me la mandó en avión. ¡ Ah, fue amor a primera vista! (sonrió al recordar cuando vio a su nieta por primera vez) La bambina y yo somos como uña y carne (dijo emocionado)

Victoria: ¿Pero por qué te la mandó incluso antes de que yo pudiera verla? (pregunto)

Álvaro: Pensé que eso era evidente (bromeó) mi hijo había vuelto a verte. Te había vuelto a hacer el amor y no podía dejarte ir por segunda vez

Victoria: ¿Y tú cómo sabes que...? (se ruborizó) ¿Cómo...?

Álvaro: Acabas de decírmelo. Esas mejillas tuyas que se ruborizan son muy traicioneras, Victoria. (sonrió) Siempre lo fueron. Mi hijo te ama (admitió) La verdad es que era imposible que no te hiciera el amor si volvía a verte

Victoria: ¿Y entonces qué pasa con Elisa? (dijo seria)

Álvaro: ¿Elisa? ¿Pero es que no le has preguntado a Ángel quién es Elisa? (cruzo los brazos)

Victoria: ¿Y qué es lo que tenía que preguntarle? Sé lo que vi (dijo dándose la vuelta para mirar por la ventana tal y como hacía Ángel en los momentos de tensión)

Álvaro: Sí, igual que mi hijo sabía lo que había visto cuando te vio a ti con Rogelio (descruzo los brazos y los puso sobre los descansos de la silla de ruedas)

Victoria: ¿Estás tratando de decirme que lo arreglaste todo en el baile del ayuntamiento para que yo viera precisamente esa escena? (se giró para mirarlo)

Álvaro: ¡No, no! Aunque desde luego te perdono por haber llegado a esa conclusión. Después de todo, es lo más natural, soy un viejo malévolo y mentiroso. Cuento mentiras, mentiras grandes... como la de que mi hijo tiene una amante que se llama Elisa a la cual visita dos veces por semana. Para ponerte celosa, ya sabes, de ese modo comenzarías a verlo de nuevo como a un hombre muy sexy, tal y como lo veías antes. ¿Qué te parece? (arqueo una ceja)

Victoria: Lo siento, pero tu hijo mismo me contó que tenía una amante así que no vas a engañarme fingiendo que era otra de tus mentiras (dijo molesta)

FRUTO DE LA TRAICIONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora