Capitulo 31.

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Ángel: ¿Te refieres a que hasta el día de hoy tú has preferido vivir en nuestra casa de México, a donde yo te he ido a visitar de forma regular? (las comisuras de sus labios se levantaron en una leve sonrisa)

Victoria: ¡Dios mío! (exclamó comprendiendo por fin) cuando te conviene, puedes ser tan falso como tu padre, ¿no es eso? (frunció el ceño)

Ángel: Si no te importa, dejemos a mi padre fuera de este asunto

Victoria: Ojalá pudiéramos (hizo una mueca) pero me temo que como vive aquí y conoce perfectamente la situación esto le va a parecer un poco extraño (contestó pensando que, además, iba a parecerle frustrante si sus sospechas eran ciertas)

Ángel: Él sabrá mantenerlo en secreto. No es él precisamente quien quiere ver arrastrado mi orgullo por los suelos

Victoria: ¿Te dijo él eso? ¿Te dijo que le parecía bien la sugerencia francamente... obscena que me estás proponiendo?

Ángel: Ni es una sugerencia ni es obscena, tú sigues siendo mi mujer ante los ojos del mundo y vas a mantener las apariencias cueste lo que cueste, Victoria, o si no tendré que echarte de esta casa y quedarme con tu hija (su tono de voz era serio)

Aquella amenazaba la conducía a la misma situación que la trampa de Álvaro, recapacitó Victoria, no sabía si gritar de frustración o defenderse.

Victoria: No dormiré contigo, Ángel (dijo al fin dándose la vuelta)

Ángel: ¿Adónde crees que vas? (dijo molesto)

Victoria: Es la hora de la merienda de Nicole (dijo seria y continuo su camino)

Ángel: Fabia se la dará, nosotros no hemos terminado aún de discutir (la siguió y la tomo del brazo para detenerla)

Victoria: Pero yo prefiero estar con Nicole (forcejeo para soltarse)

Ángel: Y yo te estoy diciendo que no (contestó con mal tono recapacitando después e intentando controlarse) esto es más importante (la soltó) déjala con Fabia estará tan segura como con cualquier otra persona

Victoria: ¿Incluida su madre? (lo desafió mirándolo a la cara y sintiendo que las lágrimas acudían a sus ojos) esta es otra vendetta siciliana más, ¿no es eso? ¡Me separas cruelmente de mi hija por malévolas y sucias razones personales!

Debía de estar loca para hablarle así, recapacitó Victoria, él dio un paso hacia ella, que no se movió, agarraba las tijeras de jardinería con fuerza, con un gesto que dejaba bien claro que estaba dispuesta a usarlas contra él. Ángel abrió mucho los ojos sorprendido.

Ángel: Aparta eso (señalo las tijeras) si me veo obligado a usar la fuerza para que tires las tijeras, no te va a gustar

Victoria sabía que tenía razón, sin embargo, por alguna razón no podía abandonar su posición, no volvería a rendirse nunca más, se dijo a sí misma sorprendida. Él también se sorprendería si conociera su decisión, recapacitó, pero no era necesario que se la dijera en voz alta. Algo había cambiado en la expresión de los ojos de Ángel, su ira se había transformado en algo mucho más peligroso: en la satisfacción por la lucha; No por aquella batalla mental que ella se atrevía a mantener con él, ni por el hecho de que ella sostuviera unas tijeras que a él no le costaría nada quitarle, era algo más profundo, más complicado.

Ángel: ¿Me estás desafiando, Victoria? (arqueo una ceja)

Victoria: No voy a dejar que pases por encima de mí, Ángel, otra vez no (negó con la cabeza) la última vez hiciste que mi coraje desapareciera... (trato de decir)

Ángel: Tú nunca tuviste coraje (la interrumpió dando un paso hacia ella) por lo general salías corriendo en cuanto alguien se te acercaba

Victoria: Bueno, eso ya nunca volverá a ser así (contestó esforzándose por no dar un paso atrás) ahora soy madre y lucharé contigo hasta el fin del mundo si hace falta para que no me arrebates a mi hija

Ángel: Esto no tiene nada que ver con la niña (le aseguro) se trata de tu actitud ante mí (respondió indicando con los ojos oscurecidos la posición desafiante que ella había adoptado y dando otro paso más hacia ella)

Victoria tembló, Ángel lo notó y sonrió sarcástico.

Ángel: Ese rollo de alambre podría ser una buena arma, pero requiere mucha fuerza física si deseas tener éxito (sonrió levemente) si yo fuera tú, me concentraría en las tijeras de jardinería, amor

Victoria: Son tenazas (hizo una mueca)

Ángel: Sí, con ellas me podrías hacer daño, no mucho quizá, pero lo suficiente para tu ego

Victoria: No tengo ningún deseo de hacerte daño, sólo quiero que dejes de burlarte de mí todo el tiempo (seria)

Victoria: Entonces baja esas armas y hablaremos de mis...burlas (se acercaba cada vez más a ella)

Ella sacudió la cabeza respondiendo negativamente, pero lo más extraño de todo era que tuvo la extraña sensación de que él se habría sentido decepcionado si se hubiera rendido, Ángel estaba disfrutando de aquel momento, podía apreciarlo en el brillo de sus ojos.

Ángel: Entonces haz tu movimiento, Victoria, si no (añadió en voz baja) te haré mía...

Y lo hizo, sin más avisos; En medio segundo de vacilación por su parte, él la tomó por las muñecas con fuerza separándoselas hacia arriba y dejándola impotente delante de él, luego acortó el escaso espacio que los separaba, pecho contra pecho palpitante, caderas contra caderas, muslos contra muslos.

Ángel: Me gusta... tu coraje (murmuró) me gustaba la forma en que te abrazabas a mí sumisa, pero creo que me va a gustar mucho más la criatura en la que te has convertido (le miro los labios)

Victoria: Yo no quiero gustarte (nerviosa)

Ángel: ¿No? (aquella simple palabra era un desafío, sus ojos eran un desafío, la curva de su boca era un desafío) creo que quieres rendirte, quieres que te bese (le acaricio la mejilla con su nariz)

Victoria: No es cierto (negó moviendo ligeramente la cabeza)

Pero era demasiado tarde, la besó y al hacerlo todas las emociones contenidas en ella renacieron de nuevo a la vida.

FRUTO DE LA TRAICIONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora