Capitulo 11.

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¿Hostil? se preguntó Victoria, ya entonces comenzó a ponerse nerviosa, incluso a asustarse. Pero en ese momento Ángel sonrió, aún recordaba esa sonrisa y el calor que le procuraba.

Ángel: Sabe cómo tratarme (contestó él en un susurro) es exactamente lo opuesto a mí en todas las cosas importantes, con ella me siento completo (sonrió) sabrá manejar a mi padre, ya lo verás

Pero se equivocó, nunca había sabido manejar a su padre, de hecho, se había sentido aterrorizada ante él desde el primer momento en que lo conoció. Era un hombre escurridizo, egoísta, sediento de poder y astuto, un hombre que la veía a ella como un obstáculo para sus planes con respecto a su hijo, pero además era muy inteligente, lo suficiente como para ocultarle siempre a Ángel el odio que sentía por su esposa por interferir en sus proyectos, Álvaro Armenta le había expuesto a su hijo claramente al principio su disgusto por la elección de esposa que había hecho, había mostrado su enfado y su amargo escepticismo ante los mexicanos en general y ante ella en particular, no creía que Victoria tuviera la habilidad necesaria para llevar el tipo de vida que ellos llevaban, pero cuando chocó con la determinación de su hijo por llevar la vida que había elegido por sí mismo, él dio un paso atrás. Desde entonces observaba, planeaba y esperaba el momento oportuno de intervenir. Adivinó enseguida la timidez de Victoria y la usó en su contra, forzándola a pasar por situaciones en las cuales ella se sentía por completo perdida, sabía que el poder y el dinero de los Armenta la intimidaba, sabía que ella sólo se sentía cómoda cuando Ángel estaba a su lado, así que lo arregló todo para que él tuviera que salir constantemente de viaje y luego se ofreció a sí mismo como escolta de ella, escondiendo su hostilidad cuando su hijo estaba presente y mostrándose deseoso de ayudarla a comportarse como se esperaba que lo hiciera la esposa de un Armenta; mientras tanto Ángel se ocupaba de asuntos más importantes, del imperio Armenta, en consecuencia ella tuvo que pasar el primer año de casada adaptándose al mundo de la alta sociedad, rodeada de gente esnob y sofisticada, ansiosa por seguir los pasos de Álvaro Armenta y burlarse de ella siempre que pudiera. Intentó contárselo todo a Nicolás en un par de ocasiones, pero él se mostró ofendido, de modo que ella se sintió más sola aún y más aislada y aquello comenzó a crear tensión en su matrimonio. Cuando Ángel volvía a casa, Álvaro se mostraba encantador con ella, lo cual la hacía sentirse molesta, cosa que su marido no comprendía, cuando salían juntos, la gente que antes la había ridiculizado se mostraba amable con ella, pero ella se mostraba suspicaz y Ángel pensaba mal de ella, fue entonces cuando un hombre, un inglés, Rogelio Linares, comenzó a mostrarse muy atento con ella, cada vez que salía con Álvaro aparecía él, se sentaba a su lado, bailaba con ella y trataba de monopolizar su atención, si Ángel volvía, él desaparecía y sin embargo, a pesar de todo. Ángel oyó hablar de él. Una noche cuando estaban alistándose para ir a la cama, mientras Victoria se desmaquillaba Ángel aprovecho para preguntarle por aquel hombre ingles que estaba cerca de ella cuando él no estaba.

Ángel: ¿Quién es ese caballero inglés del que he oído que te estás haciendo amiga?

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Victoria: ¿A quién te refieres, a Rogelio? (lo miro por el espejo del tocador) es un amigo de tu padre, no mío (se encogió en hombros)

Ángel: Eso no es lo que yo he oído decir (serio) me gustaría que no relacionaran el nombre de mí mujer con el de ningún otro hombre (se acercó a ella) quiero que rompas esa amistad, Victoria (le ordeno) de otro modo tendrás que atenerte a las consecuencias (le advirtió)

Sus deseos de luchar, de responder, se iban haciendo cada vez más fuertes, cuanto más atrapada se sentía por Álvaro; Victoria respondió a aquellas palabras y lo hizo con dureza, pero no por defender su relación con Rogelio sino intentando que él cambiara su forma de vida.

Victoria: No tienes ningún derecho a decirme con quién puedo o no pasar mi tiempo, cuando ni tú mismo te molestas en estar conmigo (se volteo para quedar frente a él)

Ángel: Tengo el derecho de un marido (contestó él arrogante)

Victoria: ¿Es eso lo que crees que eres para mí? (frunció el ceño) yo diría más bien que eres el hombre que comparte la cama conmigo de vez en cuando (se acercó a él) ¿Cuánto tiempo has estado fuera esta vez, Ángel? ¿Dos semanas, casi tres? ¿Y qué se supone que debo de hacer yo mientras tú estás fuera? ¿Esconderme? (azoto sus manos a los costados) si quieres saber qué es lo que hago cada minuto del día, quédate aquí y lo descubrirás (furiosa)

Ángel: Tengo un negocio al que atender, y precisamente gracias a ese negocio tú puedes permitirte lujosas ropas y un estilo de vida espléndido.

Victoria: ¿Acaso te he pedido yo estas ropas? ¿Es que te he pedido yo esta mansión? (dijo indignada) cuando me enamoré lo hice de ti, no de tu dinero, pero la verdad es que apenas te veo

Ángel: Ahora estoy aquí.

Eso era cierto, podía gozar de él, gloriosamente desnudo y lleno de sensualidad, sin embargo, por primera vez en su vida lo rechazó.

Victoria: después de que nos casamos duramos casi un año juntos y a pesar de todo puedo contar con los dedos de una sola mano las semanas que hemos pasado como pareja (seria) ni siquiera vivía en mi propia casa, estaba en la casa de tu padre (suspiró) y cuando por fin tenías tiempo para volver, siempre era antes tu padre que yo y hasta la fecha lo sigue siendo

Ángel: Me niego a complacerte en tus absurdos celos por la relación que mantengo con mi padre (dijo molesto)

Victoria: Pues yo odio vivir aquí y si tú no vas a poder venir más de lo que lo estás haciendo ahora me iré a mi casa o buscare una a las afueras de la ciudad, quiero encontrar un trabajo y tener algo de qué ocuparme, quiero vivir, Ángel, quiero hacer algo más que ir de tiendas o restaurantes sintiéndome extraña entre un clan de sicilianos (seria)

Ángel: Te refieres quizá a la vida que te puede proporcionar un inglés (arqueo una ceja)

Victoria: Esto no tiene nada que ver con Rogelio (suspiró irritada)

Ángel: ¿No? (rio burlón)

Victoria: ¡No! (negó con la cabeza) tiene que ver contigo y conmigo, con un matrimonio que ni siquiera puede llamarse así porque tú no estás aquí el tiempo suficiente (dijo enojada) tiene que ver con el hecho de que yo aquí no soy feliz (exclamó mientras las lágrimas llenaban sus ojos) no puedo seguir así, ¿es que no lo ves? Ellos, tu padre, tus amigos, me intimidan, ¡Me siento acobardada cuando tú no estás! (las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas)

Aquella súplica surgía de su corazón, debería de haberlo ablandado, debería de haberle recordado que se había enamorado de una mujer delicada, de una mujer tan tímida que se agarraba a él con fuerza cuando le presentaba a alguien desconocido o que se quedaba callada si alguien bromeaba con ella, pero él era siciliano y un siciliano por naturaleza era un hombre posesivo, si Victoria no le daba importancia a Rogelio Linares, él en cambio sí lo hacía, Victoria no había expuesto todas aquellas quejas nunca antes de que él mencionara el nombre de aquel inglés, ni nunca antes se había atrevido a discutir con él y desde luego nunca antes había rechazado su cuerpo desnudo.

Ángel: Ven a la cama (trato de relajar el ambiente)

Victoria: No (contestó comenzando a tartamudear al ver la expresión de su rostro) quiero que hablemos de esto...

Él dio la vuelta a la cama dirigiéndose hacia ella, pero Victoria se alejó levantando las manos como para detenerlo.

Victoria: No, por favor, me asustas (dijo nerviosa) no quiero que me asustes tú también.

Pero él no la escuchó, o quizá fue sólo que en ese momento no le importó destrozar aquella única cosa de la que ella estaba segura: de que él, su testarudo marido, el cazador con el que se había casado, nunca le haría daño, y en cambio le hizo daño. no físicamente desde luego, sino con una sensualidad brutal que la hizo sentirse desolada.

Ángel: Si te acercas al inglés, los mataré a los dos (la miro fijamente) lo que es mío es mío, y pretendo conservarlo, ¡y tú definitivamente eres mía! (dijo con voz firme)

FRUTO DE LA TRAICIONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora