Capitulo 13.

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Aquella fue una larga noche, durmió un sueño ligero y bajó a desayunar a la mañana siguiente con ojeras y mal aspecto, en el comedor se encontró con Ángel solo, frente a la mesa leyendo el periódico, en cuanto la vio llegar lo cerró y la observó, ella hizo una mueca, era consciente de su mal aspecto, no llevaba maquillaje y el color habitual en sus mejillas había desaparecido, se había cepillado el pelo y se lo había recogido en una coleta a la espalda, llevaba una sencilla falda de muselina y un jersey azul claro que en otras circunstancias le hubiera sentado bien, pero que en aquella ocasión resaltaba su palidez, pero no le importaba, nada le importaba en ese momento excepto su hija, él tampoco tenía muy buen aspecto, su rostro por lo general terso dejaba claro que no había dormido lo suficiente la última noche, pero al menos no llevaba su típico traje de negocios de seda, sino ropa de sport: pantalones beige y un polo de manga larga en verde claro que suavizaba los rasgos de su semblante y remarcaba sus músculos.

Victoria: ¿Qué le ha ocurrido a la niñera? (preguntó mientras se sentándose en una silla) me he acercado a su habitación esta mañana para ver cómo seguía y no estaba (preocupada) la habitación estaba vacía

Ángel: La llevaron a casa de sus padres ayer por la noche (la miro) estaba demasiado nerviosa como para ser de utilidad aquí así que se la llevaron (contestó encogiéndose de hombros) así de sencillo (dijo sin importancia)

No era ya de utilidad, se repitió Victoria a sí misma.

Victoria: Yo nunca quise tener una niñera (dijo con el ceño fruncido)

Ángel: Pero estabas enferma (dijo levantándose para dirigirse al teléfono que comunicaba internamente toda la casa) té para mi mujer (ordenó) y lo que tenga por costumbre desayunar (colgó el teléfono) necesitabas ayuda con la niña (continuó volviendo a sentarse)

Victoria: ¿He conseguido hacer algo durante estos tres años de lo que tú no hayas tenido noticia? (bromeó sin esperar respuesta alguna)

Ella sabía cómo pensaba Ángel, su lema era «lo que es mío, es mío» y de eso era exactamente de lo que se había ocupado en esos tres últimos años, había procurado a su mujer y a su hija la vida lujosa que se esperaba que fuera capaz de ofrecer un hombre de su categoría, por esa razón cuando Victoria se puso enferma unos meses atrás apareció Julie, la niñera, sin que nadie en la casa la hubiera llamado, y desde entonces se había quedado allí, no porque ella quisiera sino simplemente porque él así lo había dispuesto. y luego la niñera desaparecía, ya no era de utilidad; Además se había puesto histérica en el parque en lugar de comportarse como se esperaba de ella cuando secuestraron a la niña delante de sus narices, había vuelto corriendo a casa a informar a Lucas, el chofer, quien a su vez había informado de inmediato a Ángel, su jefe, probablemente incluso antes de que la informaran a ella, porque Lucas, el chofer, no era simplemente un chofer también era su guardia, le pagaban para que vigilara y escoltara una de las posesiones de Ángel Armenta, a su esposa, no a su hija, porque él no creía que fuera hija suya y por tanto no merecía vigilancia alguna; Esa precisamente había sido la causa por la cual la habían raptado. De pronto la puerta del comedor se abrió y entró la señora Rosaura con una bandeja de té y tostadas, sonrió nerviosa hacia Ángel y con cariño hacia Victoria.

Rosaura; Cómase estas tostadas, señora (dijo suave y cariñosamente mientras dejaba las cosas sobre la mesa delante de ella) si no, tendré que perseguirla por toda la casa con ellas

Victoria: Está bien (murmuró mientras sus ojos se llenaban de lágrimas ante la muestra de afecto)

Rosaura: ¡OH! (exclamó al ver que los ojos de Victoria dejaban escapar algunas lágrimas) ¡Venga, ánimo, vamos! (la abrazo por los hombros) lo que usted necesita es llorar de una vez por todas, ¿verdad? (miro a Ángel por unos segundos y luego la volvió a mirar a ella) pero no se preocupe, la princesita estará aquí de vuelta sana y salva antes de que se dé cuenta (sonrió) espere y lo verá (la animo)

Victoria: Sí, por supuesto (contestó haciendo un esfuerzo inmenso por calmarse) lo siento, es que...

Rosaura: No se preocupe, la comprendo perfectamente (dijo con voz dulce) no tiene que explicarme nada señora, animo (sonrió)

La señora Rosaura le dio unas palmaditas a Victoria en el brazo y salió del comedor, Ángel había observado toda la escena sin decir una palabra, Victoria no lo miró, no podía, intuía que estaría extrañado ante las muestras de afecto del ama de llaves.

Ángel: Parece que todos se preocupan mucho por ti ¿No crees? (preguntó por fin) esta misma mañana ha venido Lucas para saber cómo seguías, y el señor Joel me ha parado antes en el jardín para preguntarme lo mismo (serio)

¿Es que estaba acaso comparando la forma tan distinta en que la trataban sus sirvientes sicilianos? se preguntó Victoria, debería hacerlo, se dijo, porque la diferencia era palpable.

Victoria: ¿Te sorprende que alguien se preocupe por mí? (lo miro)

Ángel: No (contestó poniéndose en pie)

Entre ellos reinó el silencio, Victoria se sirvió té y comenzó a beber mientras él permanecía de espaldas mirando por la ventana ensimismado en sus pensamientos.

Ángel: ¿Lo es? (preguntó de pronto) ¿Es como una princesita?

Victoria se quedó mirándolo y sintiendo cómo la cólera hacía que la sangre hirviera en su interior, se atrevía a preguntarle algo así cuando la noche anterior le había negado el derecho a hablar sobre su hija e incluso había apartado la foto con una expresión de desagrado. Se puso en pie, dejó la taza de té con indiferencia, y dijo:

Victoria: ¡Ángel, vete al diablo! (dijo furiosa y se fue)

La mañana se prolongaba larga e interminablemente, era difícil soportarla sin una sola llamada telefónica, el silencio era profundo en la casa y su sentimiento de impotencia iba creciendo conforme pasaba el tiempo, la forma en que todo el mundo parecía ocupado en sus quehaceres diarios le destrozaba los nervios y el hecho de que Ángel se hubiera encerrado de nuevo en el despacho sin dar muestras de querer salir de ahí también le ponía los nervios de punta, debería estar con ella, reconfortándola, consolándola, pensó. Tan preocupado como ella. ¿Adoptaría la misma actitud si creyera sinceramente que Nicole era hija suya?, se preguntó. ¿Se quedaría sentado en el despacho trabajando mientras los secuestradores les obligaban a soportar aquel cruel silencio? no podía soportarlo. Subió corriendo las escaleras en un acto de desesperación, se puso unos vaqueros viejos ajustados y una camiseta, y corrió de nuevo escaleras abajo poniéndose un delantal verde mientras abría la puerta de entrada de la casa.

Guardaespaldas: ¿Puedo ayudarla, señora Armenta? (la miro parada en el umbral)

Victoria: No. Gracias (dijo pasando por delante de él, pero entonces notó que la agarro del brazo) quíteme las manos de encima (trato de zafarse del agarre)

Guardaespaldas: Tengo instrucciones de no dejarla salir (contestó sin soltar su brazo)

Victoria: ¡Ángel! (gritó)

Todas las puertas de la casa se abrieron, incluyendo la del despacho, Ángel salió al vestíbulo con la mirada dura e inquisitiva mientras observaba la escena.

Victoria: Dile que me quite las manos de encima (le ordeno a Ángel)

Ángel: ¿Qué ocurre Victoria? (preguntó frunciendo el ceño en lugar de obedecer a lo que ella había dicho) deberías saber que ninguno de mis hombres quiere hacerte daño alguno...

Victoria: Díselo (repitió ella) dile que me suelte (se jaloneo para que el guardaespaldas la soltara) ¡Díselo inmediatamente! (dijo furiosa)

FRUTO DE LA TRAICIONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora