Capitulo 14.

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Su semblante se oscureció mientras caminaba a grandes pasos hacia ella, su forma de caminar lo decía todo: no estaba acostumbrado a que le hablaran en ese tono, sobre todo delante de sus sirvientes y no le gustaba que ella se atreviera a hacerlo. Dirigió un gesto a su guardaespaldas, que soltó a Victoria y luego preguntó:

Ángel: Está bien. ¿Y ahora quieres explicarme qué es lo que ocurre?

Victoria: No (contestó tensa y colérica)

Él nunca podría comprender, por mucho que ella tratara de explicarle, que ningún hombre, ninguno, volvería a tocarla sin su permiso explícito. Había aprendido esa lección con dureza, en manos de Rogelio Linares, si entonces hubiera gritado, si entonces hubiera tenido el suficiente sentido común como para protestar una y otra vez, Ángel habría comprendido que ella necesitaba su ayuda, no su ira, y todo hubiera sido diferente.

Ángel: ¿Entonces quieres contarme a dónde ibas? (suspiró impaciente)

Victoria: afuera (señalo el jardín) ¿O es que estoy bajo algún tipo de arresto domiciliario? (molesta)

Ángel: No. Es sólo que pensaba que estar al tanto de lo que le ocurre a tu hija era más importante para ti que ninguna cita

Sarcasmo, se dijo Victoria, a tal provocación sólo podía responder con otra provocación por su parte.

Victoria: No te atrevas a decirme qué debe ser importante para mí o qué no (seria) eres tú quien no tiene ni idea de qué cosas puedan serlo en esta vida

Ángel: ¿Adónde crees que vas, Victoria? (volvió a preguntar con calma, con una ceja levantada y con expresión amenazadora)

Victoria: No es que lo crea, es que lo sé (aseguró) en este país aún existe la libertad por si no lo sabías (dijo desafiante) tengo derecho a ir a donde quiera sin consultarle a nadie, y eso te incluye a ti y a tus guardaespaldas

Dichas esas palabras, Victoria se dio la vuelta en un movimiento airado, pero él la tomó de la muñeca y la hizo volverse para mirarlo.

Ángel: Espera (ordenó lleno de ira al ver que ella intentaba soltarse) ahora prueba otra vez, y te sugiero que en esta ocasión me contestes con una respuesta más satisfactoria (frunció el ceño) ¿Adónde crees que vas?

Victoria lo miró, bajó la vista luego hasta su muñeca fuertemente apretada y sintió que las lágrimas llenaban sus ojos llena de frustración y desesperación. Se sintió: atemorizada, impotente, sola...

Victoria: Voy a ayudar al señor Joel en el jardín (murmuró) ¿Adónde querías que fuera así vestida?

Debería haber caído en la cuenta de que llevaba la ropa de trabajo para el jardín, era posible que hubiera llegado a odiar el solo hecho de verla, era posible que hubiera lamentado miles de veces su falta de sofisticación y de buen gusto al vestir, pero nunca debería haber llegado a creer que iba a salir a la calle con ese atuendo, debería haber reconocido el delantal, siempre utilizaba uno de ese estilo cuando iba a trabajar en el jardín y le dolía que no lo hubiera hecho. Él murmuró algo, aunque no comprendió qué. Estaba ocupada intentando evitar que las lágrimas resbalaran por sus mejillas. De pronto la fuerza con la que le agarraba la muñeca se fue debilitando hasta que pudo soltarse.

Ángel: ¿Dónde están tus guantes? (curioso)

De modo que al menos recordaba que siempre llevaba guantes para trabajar en el jardín. Un punto a su favor, pensó Victoria con sarcasmo mientras contestaba y hacía un gesto con la cabeza indicando hacia un lado de la casa.

Victoria: En el cobertizo (dijo un poco más tranquila)

Ángel: Bien, entonces vamos (dijo poniendo un brazo sobre sus hombros y sintiendo que se ponía tensa) hay que buscarlos

FRUTO DE LA TRAICIONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora