Ángel: Amor mío (susurró entonces una voz ronca)
Sí, recapacitó Victoria para sí misma en silencio, aquella era la sensación más dulce y agradable del mundo, la del amor. No estaba en la realidad en ese momento, estaba flotando en algún lugar, no sabía dónde, desnuda sintiendo la caricia del sol, sentía que sus pechos estaban llenos y le pesaban, que sus pezones se tensaban impacientes porque él aún no los había acariciado, estaba impaciente por sentir esa sensación en sus pechos, quería sentir una boca alrededor de ellos, succionándolos y besándolos, haciéndolos suyos.
Victoria: Ángel (volvió a susurrar sin aliento y llena de necesidad)
Ángel: Shsh (susurro)
Entonces ella suspiró perezosa, sumisa, permaneciendo en silencio y de pronto se despertó y comprendió lo que estaba ocurriendo, él deslizaba la lengua por la delicada hendidura que quedaba entre sus muslos.
Victoria: Oh, Dios (gimió) Ángel... ¡no! (dijo con voz entrecortada)
Ángel: Sí (contestó)
Él apareciendo de pronto por encima de ella con el rostro encendido por la pasión y la boca húmeda tras los estragos que le había producido con la lengua, los dos estaban desnudos, la ropa había desaparecido, el vello de su torso le acariciaba los pechos y uno de sus musculosos muslos se cruzaba entre los suyos.
Ángel: Tú me deseas, Victoria. tu cuerpo me desea, tu subconsciente me desea (dijo con voz tierna) no me digas que no, puedo sentir cómo tiemblas literalmente de necesidad de mí
Victoria: Dijiste que sólo ibas a reconfortarme (le recordó)
Ángel: Te estoy reconfortando de la manera más exquisita posible (rozo su nariz en la mejilla de ella)
Victoria: Pero.. (trato de decir)
Ángel: No (la interrumpió) yo también lo necesito (le acaricio la mejilla) ambos lo necesitamos
Luego, sin añadir una palabra más, acalló todas sus protestas con su boca hambrienta, ella suspiró impotente, él gimió y luego su lengua se puso a jugar con la de ella de la forma más sensual y sugestiva que Victoria pudiera recordar. Entonces elevó las manos para agarrarlo con fuerza del cuello y él movió un muslo contra los suyos rozando el dorado y suave montículo que protegía su sexo, sus dedos le acariciaron los hombros, los brazos, los pechos.
Ángel: ¿Sabes lo dulce que eres? (susurró levantando la cabeza para mirarla en la oscuridad con los ojos de cazador) el sabor de tu piel me produce una reacción química que me vuelve loco (suspiró como si se despreciara a sí mismo por decirlo) soy adicto a ti, tienes algo que no puedo conseguir de ningún otro modo más que haciéndote el amor
Victoria: ¿Es que acaso lo has intentado? (curiosa)
Ángel: Por supuesto que lo he intentado (admitió) ¿Crees que me gusta sentirme así con respecto a ti?
Victoria: No (suspiró en una ola de oscura tristeza por ese hombre)
Él con su inmenso orgullo, debía de estar sufriendo lo indecible al descubrir que no podía acostarse a su lado sin desearla, sin desear a la mujer que lo había traicionado.
Victoria: Lo siento (susurro)
Ángel: No hables (ordenó) si hablas, me obligas a recordar lo que eres y necesito esto... lo necesito (repitió desesperado)
Él volvió a gemir y la besó con desesperación, sus ojos se llenaron de lágrimas y sus manos comenzaron a acariciarle el pecho en un gesto por consolarlo y aliviarlo de su agonía, fue entonces cuando Victoria se dio cuenta de cuánto lo amaba aún, de cuánto amaba a ese hombre que la creía a ella vil y sin embargo no podía evitar desearla con desesperación. Siguieron acariciándose en un silencio cargado de tensión, él la hizo desearlo, colapso todos sus sentidos antes de lograr la satisfacción él mismo y tomarla. Cuando finalmente la poseyó, lo hizo con precisión, arrancando gritos de su garganta y de su propio pecho, luego paró, con los codos apoyados a los lados de ella y los ojos cerrados mostrando por su expresión lo cerca que había estado de llegar al límite. La llenó, en aquel momento de completa calma Victoria se quedó acostada sintiendo cómo la llenaba, maravillándose con aquella sensación, sintiendo los músculos de su sexo cerrarse en torno al de él.
Ángel: Respira (gritó) ¡Maldita sea Victoria, respira! (alzo aún más la voz)
Sólo entonces inspiró aire y se dio cuenta de que había dejado de respirar en el espasmo del éxtasis sexual, sacó las manos buscando algo sólido en que apoyarse y encontró sus hombros, él murmuró algo y comenzó a moverse con sacudidas cortas, tensas, con el rostro encendido en una expresión de compulsión sexual que la llevó a ella perderse en el más completo de los olvidos. Cuando por fin se recobró, Ángel se había marchado, estaba de pie poniéndose los pantalones con movimientos coléricos, cada célula de su cuerpo expresaba el amargo arrepentimiento por lo que había hecho.
Victoria: ¿Te odias a ti mismo, Ángel? (pregunto mientras se recargaba en la cabecera de la cama y se cubría con la sabana)
Él se calmó y torció ligeramente la cabeza para mirarla y responder:
Ángel: Sí (dijo serio)
Victoria: Fuiste tú el que me sedujo, no al revés (le recordó dolida porque ni siquiera se molestó en negar lo que sentía)
Ángel: Lo sé (paso saliva) no te culpo por mi propia... (No terminó la frase)
Tenso, siguió abrochándose los botones de la camisa, Victoria lo observaba, luego camino hacia la cama y se sentó para ponerse los zapatos y los calcetines, por último, se puso en pie y la miró sólo un momento, como si no pudiera soportar el verla yacer desnuda con los ojos entornados exhibiendo un cuerpo que acababa de ser poseído.
Ángel: ¿Estarás bien... sí me marcho ahora? (pregunto)
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FRUTO DE LA TRAICION
RomanceVictoria y Ángel se enamoraron desde el primer momento en que se vieron, se casaron por que querían pasar el resto de sus vidas juntos, pero el padre de él no aceptaba el hecho de que su hijo se hubiera casado con Victoria, así que para separarlos i...