Capitulo 40.

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Pero el tiempo pasó y no ocurrió nada. Comenzó a hacer mal tiempo y Ángel estuvo muy ocupado. A veces, salía de casa, pero nunca durante semanas. Victoria comenzó a proyectar un cuarto de juegos para Nicole, ya que no iban a poder salir mucho más a la playa. Y también comenzaron a salir con gente. Poco a poco. Ángel parecía empeñado en que volvieran a intentarlo en ese aspecto, aunque desde luego no estaba dispuesto a cometer los mismos errores de la primera vez. Y eso la ayudó. Victoria quería demostrarle que ella también estaba dispuesta a intentarlo, y las cosas comenzaron a salir bien. Quizá había cambiado y la gente sofisticada ya no la intimidaba, pero lo cierto fue que ya no necesitaba apoyarse en él cuando estaban en sociedad, ni se quedaba callada. La gente se mostraba más amable con ella. Y curiosa. Había desaparecido de escena y había habido rumores en su ausencia, aunque su matrimonio con Ángel parecía fuerte después de todo. Debían de suponer que se había marchado de Sicilia por su propia voluntad, quizá incluso a causa del trato recibido. Si había vuelto, era porque Ángel la quería, y nadie quería ofenderlo a él. Así que los demás también parecieron hacer un esfuerzo, y Victoria se sintió cada vez más relajada.

Ángel: Estás comenzando a manejar a todos nuestros amigos tan bien como me manejas a mí (le acaricio la mejilla) Pronto estarán todos comiendo de tu mano (comentó)

Victoria: Preferiría que fueras tú quien comiera de mi mano (lo abrazo)

Nunca hablaban del pasado. Sólo a veces asomaba en el silencio de algunas conversaciones amenazando con arruinar lo que estaban construyendo. Y mientras ellos iban fundamentando sus relaciones Álvaro iba estrechando más las suyas con Nicole. Procuraba estar siempre en su compañía e incluso algunos días se la llevaba a visitar a amigos que tenían nietas. Victoria al principio se sintió inquieta, pero luego se fue relajando. Si era cierto que Álvaro había estado detrás del secuestro, seguro que ahora la protegería con su propia vida. Estaban muy unidos. Mucho más que padre e hija, desde luego, aunque lo cierto era que sus relaciones iban mejorando. Ángel miraba a la niña a los ojos muy serio y tierno cuando ella le contaba una historia, pero Victoria no sabía descifrar muy bien aquella expresión. Al menos, pensaba, era un sentimiento profundo, algo más que mera indiferencia y mucho mejor que el resentimiento. Cabía la esperanza. Pero fue entonces cuando ocurrió el desastre. En realidad, fueron dos desastres, y tan fuertes que sus efectos fueron devastadores. Nadie salió ileso.

FRUTO DE LA TRAICIONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora