Capitulo 29.

828 41 0
                                    

Álvaro: ¡Has visto eso! (señalo con dirección a la niña) se ha escapado por entre las piernas de Fabia (comentó inconsciente de la presencia de su hijo)

Victoria miró hacia la playa por un momento y cuando volvió a mirar para arriba Ángel ya no estaba.

Álvaro: ¡Cómo me gustaría poder bajar ahí y jugar con ellas! (dijo emocionado al ver a la pequeña)

Victoria: Álvaro (dijo de pronto obedeciendo a un impulso y arrodillándose a su lado) Nicole es nieta tuya

Álvaro: Lo sé (contestó con tal expresión de orgullo y de júbilo que Victoria sintió que se le encogía el corazón)

Victoria: Tú la quieres (curiosa)

Álvaro: Sí (asintió) ¿Cómo dicen los ingleses...? (achico los ojos mientras pensaba) Unidos, nos sentimos unidos desde el mismo instante en que nos vimos, Victoria. Ella se inclinó hacia mis brazos como si me conociera de toda la vida (sonrió) la quiero (suspiró) y ella me quiere a mí. Es maravilloso

Victoria: También es parte de mí, Álvaro

Álvaro: Sería difícil negarlo cuando es tu viva imagen

Victoria: Necesita a su madre

Álvaro: ¡Por supuesto! (contestó aprisa como si le sorprendiera que ella sintiera la necesidad de decírselo) todos los niños necesitan a su madre... (inclino un poco la cabeza hacia un lado) Ángel le tenía devoción a su madre, jugaban juntos en esa misma playa, como ellas... (señalo con la cabeza en dirección a la niñera y Nicole)

Victoria: Nicole (dejo escapar una bocanada de aire)

Álvaro: Sí (la miro) le pusiste a la niña el nombre de la madre de Ángel (sonrió) te lo agradezco (sincero) fue muy amable por tu parte teniendo en cuenta las circunstancias

Victoria: Ángel me dijo que ella era una mujer muy especial (le conto) Creo que... os amaba mucho a los dos, padre e hijo

Álvaro: Sí, como nosotros a ella (dijo con nostalgia) pero se puso muy enferma y luego murió (miro de nuevo hacia la playa) los dos la pasamos muy mal, aún lo pasamos mal a veces, aunque hace ya mucho tiempo que ocurrió

Victoria: ¿Y crees que Nicole estaría orgullosa de ti al ver que le niegas a tu hijo el derecho al amor de su mujer y de su hija?

De pronto se hizo el silencio. Victoria contuvo la respiración mientras esperaba a ver si la pregunta había logrado alcanzar a su conciencia moral.

Álvaro: Creo que supones demasiadas cosas (la volvió a mirar)

Victoria: ¿De verdad lo crees? (contestó esperando a ver plantado en él la semilla de la bondad y el arrepentimiento)

Sólo él podía decidir si dejaba que aquella semilla muriera o creciera, pero si la dejaba morir avergonzaría la memoria de su esposa.

Victoria: Bueno, recuerda que Nicole es hija mía. Si intentas quitármela con alguno de tus trucos, te perseguiré hasta el infierno (seria)

Álvaro: ¿Y cómo crees que podría hacerlo? (preguntó mostrándose de nuevo astuto y amenazador)

Victoria: Sabes muy bien cómo hacerlo, pero yo voy un paso por delante de ti, Álvaro. Si me fuerzas a ello, usaré el as que tengo en la manga (dijo en un tono amenazador)

Álvaro: ¿Y qué as es ése? (dijo con una sonrisa burlona)

Victoria: Si aún no lo sabes, no voy a ser yo quien te lo diga (contestó con astucia ocultando que no tenía ninguna baza escondida)

Álvaro: Mi hijo adora a su padre (añadió)

Victoria: Pero tu hijo también tiene derecho a amar a su hija (respondió marchándose)

Álvaro: Tiene una amante (dijo a su espalda) se llama Elisa y vive en Taormina. La visita dos veces a la semana cuando está aquí (su rostro se torno triunfante ante el comentario)

Victoria cerró los ojos, recordó que Ángel le había dicho mientras yacía en sus brazos la última vez que había intentado olvidarla. Cáncer. Álvaro era como un cáncer que vivía de la debilidad de los demás, sintió que su corazón naufragaba; La venganza de Álvaro estaba cerca, recapacitó mientras entraba en el dormitorio. De pronto se paró atónita. ¿Qué estaba ocurriendo?, Se preguntó. La puerta del dormitorio estaba abierta y un par de sirvientas estaban sacando su ropa y poniéndola sobre la cama. Se alarmó. Según parecía, Álvaro ya lo había conseguido.

Ángel: Ven conmigo (dijo entonces agarrándola del brazo)

La sacó del dormitorio y la llevó por el pasillo hasta la habitación de al lado haciéndola entrar. Era una suite con un bonito salón en blanco y azul, se quedó parada en medio mirando a su alrededor, pero sin ver nada, entonces oyó el clic de la puerta cerrándose con cautela y se volvió.

Victoria: ¿Qué están haciendo con mi ropa? (frunció el ceño)

Ángel: La cambian de lugar (la miro) esa suite no era tuya (dijo mientras se acercaba a ella) te estaba concediendo tiempo para que te acostumbraras a la casa, pero al ver cómo tratas a un viejo enfermo he pensado que no debía de ser tan condescendiente contigo (bufo)

Victoria meditaba aquellas palabras sin comprender ni darse cuenta de lo enfadado que estaba.

FRUTO DE LA TRAICIONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora