Capitulo 21.

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Victoria tomo un poco de lo que contenía la taza, rápidamente se levantó y se dirigió al baño, se duchó y se vistió en el tiempo acordado. Ángel la esperaba en el vestíbulo, la observó bajar las escaleras hacia él sin apartar la mirada de la simpleza de líneas de su pantalón verde y su camisa color crema bajo la chaqueta blanca, no llevaba maquillaje, casi nunca lo llevaba, se había peinado a toda prisa y se había hecho una coleta, nada de lujos ni de alta costura. Iba tal y como la conoció la primera vez, había vuelto a ser la persona de gustos sencillos en el mismo momento en que él la había mandado a vivir a México, Victoria se preguntó si él se daría cuenta de ello mientras la observaba bajar con expresión indescifrable y el ceño fruncido e impenetrable, pero no se disculpó por su aspecto, así era como era ella, la otra persona a la que habían vestido a la moda era sólo una escultura a la que quisieron adaptar al rol que tenía que desempeñar pero ese rol era una farsa, tan farsa como la vida y el matrimonio que se la había visto obligada a llevar. Él, en cambio, tenía un aspecto dinámico, no de hombre de negocios, no llevaba uno de sus trajes de seda hechos a mano sino unos pantalones de lino de color tabaco y un jersey de cuello alto blanco bajo una chaqueta de lino negra de Armani, supuso Victoria, casi siempre que iba de sport usaba ropa de esa firma.

Victoria: ¿Dónde está Santiago? (preguntó mientras Ángel la conducía fuera a la radiante mañana de verano)

Ángel: Tiene que atender unos negocios míos (contestó con frialdad abriendo la puerta del Mercedes en marcha al pie de las escaleras)

Victoria sonrió para sí misma al subir al coche. El problema estaba resuelto, así que Santiago podía dedicar su atención de nuevo a los negocios, entonces se preguntó cuánto tiempo iba a gozar ella de la compañía de Ángel antes de que él volviera su atención sobre otros asuntos, quizá sólo mientras durara el paseo en coche, recapacitó mientras observaba a Ángel sentarse a su lado en el asiento de atrás, quizá sólo hasta que él viera cómo ella tomaba por fin a Nicole en sus brazos ¿O se vería obligado a permanecer en la casa con ellas para asegurarse de que los mecanismos de seguridad no fallaban y no volvía a repetirse nada parecido?, Se preguntó Victoria, se echó a temblar, la mera idea de que aquello volviera a ocurrir la hacía sentirse muy mal.

Victoria: ¿Está muy lejos? ¿Tardaremos mucho en llegar? (lo miro)

Ángel tenía la cabeza apoyada sobre el reposacabezas de piel del coche y los ojos cerrados, pero cuando ella le hizo esas preguntas sus palpados se abrieron lentamente revelando unas sensuales pupilas adormecidas y unos ojos cargados de energía, al verlo se quedó sin aliento, reconocía en su aspecto al hombre sexualmente hambriento... No, se dijo a sí misma mirando hacia otro lado y negándose a pensar en él de ese modo tan peligroso. No después de la noche pasada, nunca más después de la noche pasada. De todas formas, ¿cómo podía mirarla de ese modo después de lo que le había dicho?, Se preguntó.

Ángel: Mucho (murmuró) de hecho tenemos que tomar un avión, está en Sicilia

Victoria: ¿En Sicilia? (preguntó atónita con los ojos fijos en él) ¿Pero cómo puede ser que esté en Sicilia?

Ángel: Con unos buenos planes, ¿cómo si no?

Ella sintió un escalofrío. Le habían robado a su hija, se la habían llevado muy lejos y ella había sido incapaz de evitarlo.

Victoria: Pero no he recogido nada de ropa para hacer un viaje tan largo (frunció el ceño) no tengo nada para cambiarme, ni para Nicole y el pasaporte Ángel, no tengo el pasaporte... (preocupada)

Ángel: Yo te lo he traído, lo tenías guardado en la caja fuerte (la miro) también te he traído algo de ropa en una maleta (comentó, no estaba acostumbrado a hacer maletas, ni siquiera la suya) para ti y para la niña, lo recogí mientras estabas durmiendo

¿Es que había entrado en su habitación mientras ella estaba durmiendo?, Se preguntó Victoria. ¿Había entrado y rondado por su dormitorio? Sólo pensarlo la llenaba de alarma y sorpresa.

Victoria: ¿Has abierto mi caja fuerte? (dijo un poco molesta)

Ángel: Mi caja (la corrigió) es mi casa

Victoria: ¿Y en qué lugar de Sicilia está? (volvió a preguntar ignorando la respuesta y alarmándose todavía más al pensar en otra cosa)

Ángel: Con mi padre (contestó por fin después de un momento de vacilación observándola con mucha atención)

Con Álvaro, tal y como había sospechado, pensó Victoria poniéndose tensa de inmediato.

Victoria: Después de todo lo que dijiste al final ha resultado que él estaba detrás de todo esto, ¿no es cierto? ¡Ha sido él quien me ha hecho esto! (frunció el ceño)

Ángel: Bueno, al menos no has dicho que se lo ha hecho a tu hija, al menos no lo acusas de querer hacer daño a una niña (se burlo)

Victoria: Como se haya atrevido a hacerle daño (advirtió ella con un brillo amargo en los ojos) lo mataré, esté en una silla de ruedas o no

Ángel: Muy siciliano ese sentimiento de venganza. ¿Crees que después de todo has aprendido algo de nosotros?

Victoria: Vuestra gente me ha enseñado muchas cosas, Ángel, una de ellas el sentido de la posesión. «¡Lo que es mío es mío!» (repitió burlándose) y como pille a alguien poniendo un solo dedo en alguna posesión mía, incluyendo a tu maravilloso padre, que es un...

Ángel: Ya basta (la interrumpió)

Victoria respiró con fuerza, su corazón latía a toda prisa, sus protestas no servían de nada. El hecho de que él hubiera logrado ya convencerla de que Álvaro no tenía nada que ver con el secuestro de Nicole sólo hacía que le resultara aún más difícil aceptar la verdad.

Victoria: Sigues protegiéndolo, ¿verdad? (preguntó con amargura) no importa cuántos trucos sucios ensaye contigo (paso saliva) tú a pesar de todo te niegas a ver lo malévolo y taimado que es... aunque tengas la prueba delante de tus narices... (dijo mirándolo con decepción)

Ángel deslizó una mano amenazadora alrededor de su cuello y la arrastró hacia sí para hacerla callar.

Ángel: ¡Contén tu lengua, arpía, o tendré que arrancártela de un mordisco! (dijo con mirada desafiante)

Victoria: Te odio y te desprecio (le gritó a la cara)

Ángel: Estás avisada (murmuró besándola bruscamente)

A pesar de que aquel beso era un castigo, asaltó sus sentidos haciendo que le costara no sucumbir al él. Gimió protestando, fingiendo que le había hecho daño, y entonces él contestó en un murmullo mientras se apartaba:

Ángel: Te lo estabas buscando

FRUTO DE LA TRAICIONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora