Capitulo 41.

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Fueron a una fiesta. Era el baile anual que organizaba el alcalde de Taormina. Incluso asistió Álvaro. Llegaron los tres en la limusina. Victoria llevaba un vestido de seda negro hasta los pies que se deslizaba por su cuerpo como sólo la seda puede hacerlo. Por primera vez desde que habían vuelto a estar ¡untos llevaba el anillo de diamantes de compromiso y el collar a juego. Álvaro se comportaba con discreción. Ocupaba un segundo plano en los asuntos de su hijo desde que había vuelto de Suecia. No bromeaba con ella. Victoria no podía dejar de preguntarse qué estaría tramando. No comprendía su nueva actitud. La fiesta se celebraba en un hotel, una antigua villa. Victoria perdió enseguida a Ángel entre la multitud, pero veía a Álvaro de vez en cuando. Pronto se cansó y decidió ir a buscar a Ángel para pedirle que volvieran a casa. Lo encontró en una de las terrazas abiertas de uno de los salones, pero en una actitud que acabó con la paz que habían estado construyendo durante las últimas semanas de convivencia. Estaba con una mujer, con una extraña. Una mujer hermosa con una espesa melena castaña. Era de estatura media y delgada, llevaba un exquisito vestido de seda azul. Estaba de pie con las manos sobre los hombros de Ángel mientras él la rodeaba por la cintura y se miraban el uno al otro. Sólo se miraban, pero aquello era suficiente. Era Elisa, pensó Victoria, tenía que ser Elisa. Y entonces ocurrió lo peor. Ángel se inclinó sobre ella y se fue acercando poco a poco como si fuera a darle un beso en los labios. Victoria no espero a ver como se besaban, así que como no estaba dispuesta a presenciar la infidelidad de Ángel, ni enfrentarlos en ese momento. Se dio la vuelta y se marchó a través de la multitud hasta llegar al vestíbulo de entrada en el que se quedó parada sin saber qué hacer, desorientada.

Álvaro: ¿Victoria? ¿Qué ocurre? (preguntó extrañado por su expresión)

Victoria: No me encuentro bien. Quiero volver a casa (dijo mientras trataba de calmarse)

Álvaro: Iré a buscar a Ángel (dijo haciendo un gesto con la mano para llamar a un camarero que fuera a buscarlo)

Victoria: ¡No! (gritó) Pre...fiero irme so...la (comenzó a tartamudear) ¿Quie...res llamar al co...che? (rogó con los ojos llenos de angustia)

Álvaro: Por supuesto (contestó suspicaz) ¡Camarero, que traigan mi coche! (ordeno) ¿Te ha insultado alguien Victoria? (la miro preocupado)

Victoria: Sí (susurró)

Álvaro: ¿Quién? (frunció el ceño)

Victoria no contestó.

Camarero: Su coche está en la puerta, signore Armenta (dijo con una ligera inclinación de cabeza)

Álvaro: Bien, gracias (miro al camarero) Busque a mi hijo y dígale que su esposa no se encuentra bien y que me la llevo a casa (ordeno) Victoria, apóyate en mi hombro (la miro)

Sin casi darse cuenta de lo que hacía, Victoria se apoyó en Álvaro y ambos salieron. Un camarero empujaba la silla de Álvaro.

Álvaro: Ocúpese primero de que entre la señora Armenta (ordenó)

Victoria entró en el coche sin decir palabra, temblando. Luego entró Álvaro y la tomó de la mano volviendo a preguntarle:

Álvaro: ¿Y ahora querrías explicarme qué ha ocurrido ahí dentro? Dijiste que alguien te había insultado. ¿Quién ha sido? (pregunto curioso)

Victoria: Ángel (dijo molesta)

Álvaro: ¿Ángel? ¿Mi hijo Ángel te ha insultado? (repitió incrédulo)

Victoria: Estaba con Elisa (explicó ella y comenzó a reír) Supongo que la situación te divierte. Los pillé en una terraza, estaban apunto de besarse, pero como no iba a presenciar tal escena me fui antes de ver como Ángel me engañaba con esa mujer (apretó los puños) ¿Es que no vas a reírte? (pregunto con el ceño fruncido)

Álvaro: No, (negó con la cabeza) no tiene ninguna gracia (soltó una bocanada de aire)

Victoria: No, no la tiene (dijo sarcástica)

Álvaro: ¿Estás segura? ¿Seguro que era Ángel? (su rostro mostraba expresión de incertidumbre)

Victoria: ¿Pretendes acusarme de estar ciega además de ser idiota? (preguntó con una expresión de frialdad como nunca la había visto él)

Álvaro: No, (sacudió su mano de un lado a otro negando) pero creo que quizá hayas sacado conclusiones erróneas de... (trato de explicar)

Victoria: ¿Lo defiendes, Álvaro? Pensé que te alegrarías (dijo con el ceño fruncido)

Álvaro: No, ninguna de las dos cosas (trato de calmarla) Es que no puedo creerlo. Sabes, Elisa es... (no termino la frase)

Victoria: No quiero escucharlo (lo interrumpió) No quiero escuchar nada de lo que tengas que decir al respecto. Deja que sea Ángel quien se explique (dijo en tono serio) Por primera vez esto no tiene nada que ver contigo

Álvaro suspiró y se reclinó sobre el asiento. Victoria miraba por la ventana sin ver nada y con el corazón roto. Al llegar a casa Álvaro preguntó:

Álvaro: ¿Qué vas a hacer? (la miro)

Victoria: Matarlo. Una reacción muy siciliana, ¿no crees? (sonrió)

Álvaro: Yo esperaría hasta que Ángel te diera una explicación (sonrió él también) No creo que te sientas muy bien si lo matas y luego descubres que todo ha sido un error

Victoria: ¿Y eso me lo dices tú, que fuiste el primero que me avisó de la existencia de esa mujer? (se cruzó de brazos)

Álvaro: Ya sabes que yo soy un hombre malévolo (se encogió en hombros) Digo cosas que hacen daño a las personas

Victoria: Pues duele, es cierto (soltó un suspiro de molestia) Felicidades, Álvaro, lo has conseguido otra vez (dijo saliendo del coche)

Álvaro: ¿Quieres esperar un momento? Tengo que decirte algo... (no termino la frase)

Había querido explicarle las cosas, pero Victoria ya había salido del auto. Y el segundo desastre estaba a punto de cernirse sobre sus cabezas. María, el ama de llaves, apareció en la puerta con una expresión de ansiedad.

María: La bambina, signora. (corrió a la entrada cuando vio entrar a Victoria) Está muy enferma. Venga enseguida. Fabia está asustada, por favor, venga (dijo desesperada)

Después de aquello ya nada tenía importancia. Ni Ángel, ni la otra mujer, ni Álvaro. Al escuchar lo que le dijo el ama de llaves, Victoria se apresuró hacia el dormitorio de su hija en el que encontró a Fabia y a la enfermera de Álvaro cuidando a la niña.

Victoria: ¿Qué ocurre? ¿Qué tiene? (dijo preocupada)

Enfermera: Pídale a su marido que llame a un helicóptero, signora Armenta (miro a Victoria) Su hija necesita ir a un hospital con urgencia

Urgencia. Aquella palabra estuvo dando vueltas por su cabeza durante las agonizantes horas siguientes. Había que avisar al hospital de Catania y a un helicóptero. Tenía que cambiarse de ropa si quería acompañar a su hija. Se quitó el precioso vestido de seda y se puso unos pantalones y un jersey para volver a toda prisa al lado de su hija. Álvaro estaba con ella. Daba órdenes a todos los presentes hasta que apareció por fin el helicóptero. Aterrizó en la playa y la enfermera llevó en brazos a la niña mientras Victoria corría detrás.

Ángel: ¿Qué diablos? (pregunto, ya que llegó justo cuando el helicóptero despegaba) ¿Quiere alguien decirme qué está ocurriendo aquí? (se acercó a su padre)

Álvaro: Meningitis (respondió) La enfermera sospecha que Nicole tiene meningitis

FRUTO DE LA TRAICIONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora