Capitulo 24.

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Era como ser testigo de la unión más espiritual que la vida puede ofrecer y nadie que lo viera podía dejar de conmoverse, ni Álvaro que bajó la cabeza sacudiéndola como si aquello le doliera, ni la mujer de pelo oscuro que estaba callada en un rincón, cuyos ojos se llenaron de lágrimas, ni Ángel, que tuvo que cerrar los ojos para que no se le rompiera el corazón. El tiempo fue pasando y nadie se movió, por fin la niña levantó ligeramente la cabeza con el ceño fruncido y miró a su madre con una expresión de condena.

Nicole: No gustan aviones (sollozo)

Entonces le fallaron las piernas, sin previo aviso, era como si la voz de su hija hubiera funcionado como un resorte que rompiera el control que había estado ejercitando sobre sí misma y simplemente se desmoronara. Álvaro lo vio y levantó un brazo instintivamente hacia ellas haciendo un gesto de aviso, Ángel abandonó su postura de estatua junto a la puerta y se abalanzó hacia ellas de modo que en lugar de caer al suelo su pequeño y delgado cuerpo se apoyó en el de él y los tres quedaron abrazados mientras la tensión llegaba a un punto culminante en su rostro. La niña elevó la vista hacia su madre y miró por primera vez en su vida las líneas duras del rostro de su padre, el luminoso azul se encontró con el dorado y mientras Victoria libraba una batalla interior a su lado tuvo lugar una comunicación entre padre e hija que hizo reír sofocadamente a Álvaro y apretar los dientes a Ángel tras sus labios tensos, porque aquella niña era sin ninguna duda de Victoria: tenía su suave y dorado cabello, sus deliciosos labios, su piel delicada y pálida y sus enormes y preciosos ojos verdes, no había en ella ni rastro de origen siciliano, ni siquiera una sola señal del inglés de cabello castaño medio con el que Victoria lo había engañado. La niña parecía un ángel, cuando lo cierto era que su aspecto hubiera debido ser el de un diablo; Su primer impulso fue el de soltarlas a ambas.

Ángel: ¡Sujeta a la niña, deprisa! (dijo en un intento por liberarse de la violenta emoción que lo dominaba)

Sus sentimientos debieron de reflejarse claramente en la expresión de su rostro, porque la niña torció la boca y abrió mucho los ojos asustada y llena de lágrimas.

Nicole: ¡Más hombres malos! ¡Quédate conmigo, mamá! ¡No más hombres malos, mamá! (lloró abrazándola) ¡Abuelo! (lo llamo con la voz temblorosa aun estando abrazada a su madre)

¿Abuelo?, Recapacitó Victoria abriendo de pronto los ojos.

Ángel: ¿Qué diablos...? (murmuro poniéndose tenso tras ella)

Álvaro: Necesitaba confianza (se defendió) se la di del único modo que se me ocurrió (miro a su hijo)

Era un mentiroso, pensó Victoria acusándolo con la expresión de sus ojos. En un brote de ira repentino se soltó de Ángel y abrazó a su hija protectoramente mientras miraba a ambos hombres reflejando en sus ojos la condena.

Victoria: Son mala gente (susurró tensa)

Luego se dio la vuelta y salió por el balcón hasta la terraza a tomar el aire.

Ángel: ¡Victoria! (gritó con voz autoritaria haciéndola parar en medio de la terraza y agarrándola del brazo) ¿Adónde diablos crees que vas?

Victoria: Déjame que me marche (susurró)

Ángel: ¡No seas estúpida! (le apretó aún más el brazo)

Victoria: ¡Pero ya lo has visto, Ángel! (dijo volviéndose para mirarlo) ¡Fue él quien lo hizo! Él fue quien lo planeó todo por razones puramente egoístas. Y... (trato de decir)

Ángel: ¡Cállate! (levanto la voz) te avisé que no volvieras a repetir esas acusaciones (dijo furioso)

Él no se daba cuenta, pensó Victoria desesperada, nunca vería a su padre tal y como era. El tono fuerte de su voz hizo que Nicole levantara la cabeza y lo mirara volviendo de nuevo a gritar asustada.

Nicole: ¡Hombre malo otra vez! (lloro aún más fuerte)

Álvaro: ¡Ángel! (lo regañó inesperadamente) ¡Estás asustando a la bambina! (lo miro con el ceño fruncido)

Nicole seguía llorando mientras Victoria permanecía en pie temblando de rabia ante la sola idea de que su niña, de que cualquier niña, tuviera que experimentar la maldad humana.

Ángel: Mi padre tiene razón, estamos asustando a la niña (dijo apretándole el brazo) vuelve adentro (suavizo un poco su voz) Todos estamos nerviosos. Ven... (con un ligero movimiento señalo hacia adentro)

Su mano la urgía a entrar. Renuente, lo hizo al fin dándose cuenta que por el momento no tenía elección. Ambos tenían razón; estaban asustando a la niña, Nicole ya había sufrido bastante, no necesitaba que la actitud hostil de su madre la confundiera aún más, pero al llegar a donde estaba Álvaro sentado tenso sobre su silla de ruedas, paró un momento y lo miró expresándole con los ojos que lo sabía todo. Aquellos ojos de cazador la miraron y luego se suavizaron para mirar a la niña y sonreír, la niña respondió de inmediato a su sonrisa.

Nicole: ¡Abuelo! (exclamó afectuosa)

Eso provoco que Victoria casi volviera a perder el control. El tono de voz era tan cariñoso que le afectó incluso a Ángel, quien seguía agarrándola y urgiéndola para que entrara.

Victoria: Eres un idiota, Ángel, (lo miro) siempre lo has sido en lo que concierne a tu padre (dijo furiosa)

Ángel: Siéntate (respondió autoritario ignorando el comentario y empujándola para que se sentara en una silla)

Ángel: Ésta es Fabia (señalo a la mujer que estaba presentando)

Victoria la miró, la mujer sonreía nerviosa, no era mucho mayor que ella, pero sus ojos y su cabello oscuro eran típicamente sicilianos.

Ángel: Fabia está aquí para atenderte (miro a Victoria) comenzará por subir tu equipaje (dijo con voz seria) te sugiero que intentes tranquilizarte y tranquilizar a la niña (respiro un poco para calmar la tensión) ¿Padre...? (añadió volviéndose hacia Álvaro) Necesitamos hablar

FRUTO DE LA TRAICIONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora