Capitulo 30.

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Victoria meditaba aquellas palabras sin comprender ni darse cuenta de lo enfadado que estaba.

Victoria: ¿Quieres decir que nos mudas a Nicole y a mí a la planta superior, a la de la familia? (pregunto sorprendida)

Aquella conclusión de Victoria lo confundió. Frunció el ceño y él preguntó a su vez:

Ángel: ¿Pero qué has estado haciendo toda esta semana? Es imposible que a estas alturas aún no te hayas dado cuenta de los cambios que se han producido en la casa

Victoria se quedó en blanco. No había puesto los pies en el resto de la casa, sólo en su habitación; Había comido todos los días en ella y sólo había salido a la playa usando la escalera exterior, no tenía deseos de rememorar un lugar que por segunda vez seguía sin darle la bienvenida.

Ángel: Esta casa ha sido completamente rediseñada para acomodar a mi padre en su nueva situación desde que tú te fuiste (le conto) ya ves lo bien que va de un lado a otro con la silla, hay un ascensor especial para él que sube por la casa a lo largo de la escalera del este, entre otras cosas

Victoria: ¿Qué otras cosas? (curiosa)

Ángel: Hemos vuelto a redistribuir el espacio, mi padre dispone ahora de toda la planta que antes era para la familia, necesita cuidados especiales y enfermeras durante las veinticuatro horas del día, fisioterapia... Así que hemos equipado esas habitaciones para él

Victoria: ¿Te refieres a un mini hospital? (pregunto arqueando una ceja)

Ángel: Sí (asintió)

Álvaro debía de estar muy enfermo para necesitar tanta atención y tan cara en su propio domicilio. Victoria miró a Ángel llena de comprensión y lástima, su padre lo era todo para él, sin embargo, él ignoró esa mirada y continuó:

Ángel: Ahora las habitaciones de invitados están una planta más abajo, junto a la piscina y los salones. Ésta (añadió señalando la planta en la que estaban) es mi ala privada

Victoria: Ah, ya empiezo a comprender (sonrió amargamente) quieres que Nicole y yo nos mudemos abajo, a la planta de invitados

Ángel: No, no comprendes nada (dijo frunciendo el ceño y poniendo buen cuidado en escoger las palabras para causarle el máximo impacto) tu hija se queda exactamente dónde está, eres tú la que se muda aquí (señalo con el dedo índice derecho hacia el piso) a esta suite, conmigo (inmediatamente se señalo así mismo)

Se hizo el silencio. Él la miró esperando una respuesta, recorrió con la mirada sus largas piernas desnudas, bronceadas en tan sólo unos pocos días, sus pantalones cortos no escondían en absoluto la estrechez de sus caderas y su top suelto dejaba adivinar que no llevaba sujetador, los pezones se marcaban a través de la tela. Debería haber sido de piedra para sentirse indiferente a aquella invitación, recordaba demasiado bien su sabor y la forma en que respondían para no sentir la tentación; Su aspecto era provocativo, era una mujer sensual y esbelta, una mujer con la que se alegraría de morir mientras le hacía el amor, mientras pudiera succionar sus pechos, mientras pudiera sentir sus piernas abrazándolo y mientras sus labios rosados lo besaran como sabía que podían hacerlo, pero ella no era consciente de sus deseos, era tan ajena a lo que él sentía como lo era de su aspecto y de las tijeras de jardinería y el rollo de alambre que llevaba en la mano o del anillo de bodas, su anillo, había sido él quien lo había puesto allí; Una vez fue el anillo del amor, pero ya no era más que el anillo dorado de la traición. Tenso, Ángel le dio la espalda al anillo y a la tentación, se despreciaba a sí mismo y la despreciaba a ella. Entonces ella parpadeó y contestó:

Victoria: No (negó con la cabeza) Me quedaré con Nicole

Él se volvió de nuevo con una expresión de furia en el semblante.

Ángel: ¿Es que vamos a volver a discutir ahora sobre elecciones? (frunció el ceño) Porque no tienes elección y harás exactamente lo que te diga mientras vivas en esta casa

Victoria: Excepto dormir contigo (objetó ella)

Ángel: Lo harás y sin protestar (dijo firme) me lo debes

¿Significaba aquello que le debía el derecho a usar su cuerpo a cambio de la devolución de su hija sana y salva?

Victoria: Pero si tú me odias y me desprecias, ¡Incluso te odiaste a ti mismo por lo que pasó la última vez! (azoto sus manos a sus costados)

Ángel: Cierto (contestó tenso)

Pero si hubiera querido que todo el mundo supiera que Ángel Armenta era lo suficientemente estúpido como para casarse con una zorra lo habría hecho público hace tres años.

Ángel: Tal y como están las cosas seguimos siendo marido y mujer para los demás (le aclaro) y los esposos comparten la cama, y eso no incluye el que una niña duerma con nosotros

Victoria: Pero si tú no has vivido conmigo durante tres años. ¿Cómo se supone que nuestro matrimonio puede seguir funcionando después de tres años separados? (se encogió en hombros incrédula)

Ángel: ¿Te refieres a que hasta el día de hoy tú has preferido vivir en nuestra casa de México, a donde yo te he ido a visitar de forma regular? (las comisuras de sus labios se levantaron en una leve sonrisa)

Victoria: ¡Dios mío! (exclamó comprendiendo por fin) cuando te conviene, puedes ser tan falso como tu padre, ¿no es eso? (frunció el ceño)

FRUTO DE LA TRAICIONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora