Capitulo 33.

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Así fue, Victoria se sintió atrapada, atrapada por el deseo, atrapada por su propio cuerpo que respondería siempre al más mínimo contacto del hombre que había hecho que volviera a despertar al placer, y le había hecho sentir verdadero placer noche tras noche, se devoraron el uno al otro hambrientos, pero cuando despertaba él nunca estaba a su lado y aquello también la hacía sentirse atrapada, atrapada en el sentimiento de la decepción y de la impotencia porque no podía hacer nada para cambiarlo; Tenía que jugar al juego de la dulce esposa y el vengativo conquistador, atrapada por su decisión de aparentar ser el amo de la casa obligándola a dormir con él y a cenar con él y con su padre en el salón, atrapada aparentando ser amable con Álvaro que se burlaba de ella con comentarios de doble sentido a los que no podía responder, y atrapada por su hija, quien adoraba ese lugar y lo que era aún peor adoraba a Álvaro, una hija a la que Ángel evitaba, estaban juntos en escasas ocasiones y entonces la trataba con amabilidad pero con frialdad y precaución. Victoria sentía que se le rompía el corazón al ver la actitud de los dos y luego estaba ese odioso y extraño sentimiento que la embargaba cuando Ángel dos veces por semana se marchaba a Taormina y no volvía hasta la noche, ésas eran las únicas noches en que no la tocaba y aquello también la hacía sentirse atrapada porque quería que la tocara, quería que al volver de estar con su amante aún tuviera deseos de estar con ella, aún necesitara besarla, tocar su cuerpo... No sabía cuánto tiempo más iba a poder aguantar aquella situación, no sabía si podría seguir soportando el hecho de no poder hablar de su amante por culpa de las mentiras de Álvaro que le habían robado su derecho a exigirle fidelidad y entonces fue cuando estalló la crisis, Victoria supuso que tenía relación con el hecho de que en su interior aumentaba insoportablemente la tensión. Había pasado un mes entero y Ángel no se había ido de viaje ni una sola vez, trabajaba en el despacho de la villa y pasaba en ella casi todo el tiempo, al terminar de cenar o bien la acompañaba a la habitación donde tenía lugar una noche de pasión o bien se iba con su amante dejándola sola en la cama, entonces, Victoria tuvo el periodo y él añadió otro insulto más a la situación marchándose a Taormina y desapareciendo durante cinco días; Al menos no estaba embarazada, reflexionó. Pero aquello no la ayudaba, su tensión seguía en aumento hasta que él volvió a aparecer una noche e intentó volver a tocarla.

Victoria: Quita tus manos de encima (dijo mientras luchaba por apartarse) si estás tan desesperado por el sexo, vete con tu supuesta amante, ¡Yo no te quiero! (dijo molesta)

Ángel: ¿Mi qué? ¿Has dicho mi supuesta amante? (dijo confundido)

Victoria: Sabes perfectamente lo que he dicho, y también sabes a qué me refiero (trato de zafarse)

Ángel: ¿Lo sé? Esto es muy interesante (murmuró agarrándola para que no escapara) ¿Y tiene un nombre mi supuesta amante? (se burló)

Victoria lo miró negándose a contestar, luego levantó el puño para pegarle, pero él la detuvo.

Ángel: Puedo obligarte a decírmelo (arqueo una ceja) sabes que puedo

Victoria: Puedes quemarte en el infierno, Ángel Armenta

Ángel: Preferiría quemarme dentro de ti

Victoria: O de ella, todo depende de en qué día de la semana caiga (celosa)

Ángel: Ah, ya veo (abrió los ojos sorprendido) has estado atando cabos y has llegado a la conclusión errónea, es una forma muy inglesa de sacar las cosas de quicio, ¿no crees?

Victoria: Elisa, la mujer a la que todos en esta casa saben que vas a visitar dos veces por semana. ¡Y ahora apártate de mí! (exclamó intentando empujarlo) ¡Si la quieres a ella tómala, pero no me tendrás a mí al mismo tiempo!

Ángel: ¿No? (preguntó él de pronto borrando la sonrisa de su rostro) tú lo hiciste. Me traicionaste. ¿Por qué no iba a hacerlo yo?

Victoria cerró los ojos con un sentimiento de agonía y de impotencia.

Victoria: No voy a poder seguir así mucho tiempo (susurró)

Ángel: Sí, podrás, y lo harás (dijo firme) lo harás hasta que yo lo diga, Victoria, así que relájate y piensa en Inglaterra sí eso te calma. ¡Pero cuando yo te desee, te tendré, y no te doy elección! (le miro los labios)

No había opción, la tomó, pero la tomó con tan devastadora sensualidad, que Victoria no pudo pensar en Inglaterra ni en nada. Más tarde, mucho más tarde, cuando supuso que ella estaría dormida, Ángel se levantó, se puso la bata y salió a la terraza, luego Victoria vio una pequeña luz a través de los visillos y comprendió que él había salido a fumar, estuvo fuera mucho tiempo y ella no pudo evitar preguntarse en qué estaría pensando cuando necesitaba estar solo tanto tiempo. ¿Estaba otra vez odiándose a sí mismo por hacerle el amor cuando la despreciaba?, Se preguntó. ¿Hacía aquello cada noche cuando pensaba que ella estaba durmiendo? ¿Salía a despreciarse a sí mismo en privado? Y además, se preguntó, ¿era ese mismo odio lo que le llevaba a estar con aquella otra mujer? ¿La quería para consolarlo quizá? «Por supuesto que lo he intentado». Ésas habían sido sus palabras. Cerró los ojos y trató de evadirse del dolor que la invadía. Cuando volvió a abrirlos, él se deslizaba de nuevo en el dormitorio; Lo observó entrar en el baño y oyó el correr del agua. Estaría lavándose del contacto con su adúltera mujer, pensó. Luego volvió al dormitorio y se deslizó dentro de la cama a su lado boca arriba con un brazo bajo la cabeza, entre ellos quedaba un enorme espacio, un vacío insalvable y el silencio, el silencio era una tortura. El grito que sonó entonces los alarmó a ambos.

Victoria: ¡Dios! ¡Es Nicole! (exclamó)

Ella se levantó antes de que Ángel tuviera tiempo ni de reaccionar. Alcanzó la bata y corrió, cuando sonó el siguiente grito, ella ya no estaba en el dormitorio. Los gritos asustados de Nicole invadían el pasillo. Se apresuró a su dormitorio con las piernas temblorosas. Al entrar vio a Fabia de pie en bata con la niña en sus brazos. Sus gritos le helaban la sangre.

Victoria: ¿Qué ha ocurrido? (preocupada)

En unos segundos estuvo a su lado, la abrazó y la estrechó fuertemente mientras murmuraba esas dulces palabras que sólo las madres saben decir. La niña dejó de gritar, sólo lloraba.

Nicole: Vino hombre malo. Hombre malo me quería llevar (sollozo)

Victoria se puso pálida, miró a Fabia, tan pálida como ella, que murmuró:

Fabia: Pesadillas. Ha tenido antes, a veces (le conto)

Victoria: ¿Quieres decir que ha ocurrido esto antes y no me lo habías dicho? (dijo un poco molesta)

Fabia: No tanto como hoy (se defendió mirando hacia la puerta, en cuyo umbral apareció Ángel, ver aquello fue ya demasiado. Los gestos lo decían todo)

Victoria: Fuera (gritó)

Cualquiera que hubiera estado presente el día en que Ángel despejó el salón en México nada más llegar habría recordado esa escena entonces, porque el tono de voz fue muy similar. Fabia salió corriendo de la habitación y Victoria le dio la espalda a Ángel para evitar enfurecerse más.

Victoria: Shsh, cariño, no llores. Mamá está aquí contigo (decía mientras le daba suaves palmaditas a Nicole en la espalda)

Ángel: ¡Victoria! (dijo con voz suave)

Victoria: ¡Ahora no! (contestó alargando la mano hasta la cuna para recoger el osito de peluche y dárselo a la niña)

Entonces se hizo el silencio, Ángel luchó consigo mismo. Finalmente lo oyó marcharse, cuando Nicole volvió a quedarse dormida, Victoria no la metió en la cuna, sino que se sentó y dejó que la niña se durmiera sobre ella, y estuvo así durante horas, aunque no supo cuánto. Cuando por fin Ángel volvió, ella lo ignoró, él se quedó de pie al lado de la ventana y Victoria comprendió que ese gesto mostraba su lucha interior. Llevaba puesto un albornoz y tenía las manos metidas en los bolsillos. Victoria metió a Nicole a su cuna, para que descansara, cuando lo hizo sintió un pequeño mareo y se agarró de la cuna de Nicole para no caerse y para después dirigir su mirada a Ángel.

FRUTO DE LA TRAICIONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora