— A mí quién me da certeza de que toda esa historia es verdad. Pudieron haberla inventado.
— Por qué te conocemos de pequeña. Cuando sólo eras una bebé.
— Y cómo lo van a comprobar. — solté una risa amarga — ¿Con fotos?.
Ambos se voltearon a ver.
— Sí. Claro. — respondió seguro — No son muchas, pero si tenemos.
— Te las podemos mostrar. — agregó Vicente.
Negué aburrida.
— Vamos. Te aseguro que valdrá la pena. — dijo el señor.
No confíes en extraños, Gabriela.
Extendió su mano, ofreciéndomela para ir con él. Pero seguí cruzada de brazos y sólo me coloqué a un lado de él mirando al piso.
Puede escuchar cómo suspiró hondo, y empezamos a caminar. La mayor parte del camino me la pasé con la cabeza agachada, pero cuando noté que teníamos que bajar escaleras, levanté mi mirada dejando ver a mis ojos parte de la casa. Era muy grande y elegante.
Ya estando, por lo que pensaba que era la primera planta, abajo. Caminamos a mano izquierda entrando a una oficina amplia.
Parecía una biblioteca, había repisas que llegaban al techo y cubrían la mayor parte de las paredes, todas estas llenas de libros y uno que otro portarretratos con fotos. Ismael caminó hasta una de las repisas y tomó una de las fotos mirándola por un momento. Volteó a verme y seguido me extendió la foto, ofreciéndomela.
Desconfiada la tomé, y puede ver que aquella mujer castaña, salía abrazando al señor Ismael en la foto. Al parecer ambos se encontraban en una fiesta, porque de fondo se podía ver globos tirados, y luces de colores. Empecé a detallarla con la mirada, y noté que era muy bonita.
Por lo poco que la veía en el retrato, llevaba el cabello recogido en un moño, poco maquillaje dejando ver su belleza natural y unos aretes de diamante largos que llegaban hasta un poco más arriba de sus hombros.
Mi sangre se heló cuando noté lo que estaba en su cuello, a la altura debajo de su oreja.
Teníamos el mismo lunar.
Llevé mi mano hacia mi cuello, justo donde estaba mi lunar. Agradecía en estos momentos tener el cabello suelto, pues al parecer ninguno de los dos hombres se había dado cuenta de mi acción.
Sólo era una coincidencia.
— Eso no prueba nada. — solté devolviéndole la foto.
— Espera. — tomó un pequeño libro blanco, que había sacado de un cajón y me lo dio — Sólo somos tu mamá y yo. Estas son tus fotos.
— Eran lo único con lo que te podíamos sentir cerca. — dijo Vicente.
Ahora tomé aquél pequeño álbum, adornado por dibujos de mariposas rosas y moradas. En la primera hoja de este, aparecía la foto de una bebé que parecía recién nacida. Debajo de la foto estaba escrito con letra cursiva Marietta Zambada Montes, 28 de abril de 1993.
Noté que la bebé también tenía el mismo lunar.
A la vuelta se encontraban más fotos. Perecía ser la misma bebé con ambas personas, y entre más hojeaba el álbum, aparecían más con otras personas. Creí poder ver a Vicente en unas, él y el señor Ismael eran los únicos que podía diferenciar entre todas aquellas personas. Había una foto donde aparecían muchos niños posando, a lado de una chica que sostenía a la bebé. Al parecer era fiesta o bautizo de ella, por el ropón que traía.
Pero debía admitirlo. La verdad esa bebé si se parecía a mí cuando yo era bebé.
Le di una mirada fugaz a los dos hombres que de hecho, me estaban mirando. Supongo que esperaban mi reacción.
Suspiré cerrando de golpe el álbum. — Sea honesto... ¿Qué es lo que quiere?. — lo miré fijamente.
Ninguno de los dos se esperaba que dijera eso. Pues Ismael cambió su cara decepcionado, mientras que Vicente sólo lo miró sin saber qué hacer.
— Ya te lo dije, mi niña. Sólo quiero recuperarte. — sonrió triste — ¿Qué más necesitas para que me creas?.
— Pruebas... Verdaderas pruebas. Estas fotos no dicen nada, señor. — le extendí de regreso el libro.
— ¿Quieres una prueba de ADN?. — preguntó Vicente algo irritado.
— Vicente... — le reprochó.
— ¿Y por qué no?. — cuestioné.
Ambos voltearon a verme.
— Bien. Si así te sientes más cómoda, está bien. — asintió —Mañana temprano traemos a un analista. ¿Sí?.
No respondí.
...
Bajé la palanquilla del baño, me volteé al lavabo y me lavé la boca y manos. Había vomitado sabrá dios qué, si no había ingerido nada en todo el día. Desde que estaba con el señor Ismael y Vicente en su oficina, había pasado un lapso aproximadamente de dos, tres horas. Ya era de noche.
Me senté en la cama soltando un suspiro pesado. En mi mente seguía las palabras de ese señor "Mañana temprano traeremos a un analista". Todavía mañana estaré aquí, y quién sabe cuánto tiempo más.
¿Por qué me pasó esto a mi?. ¿Qué quieren de mi?.
Y, en el extraño e imposible caso, de que tuviera razón. ¿Qué?, ¿Qué iba a pasar?. No podría llamarle papá a un completo extraño. Eso sería faltarles el respeto a mis padres.
— Sólo espero que esto se a un malentendido. — susurré.
Unas voces afuera en el pasillo me sacaron de mis pensamientos. Se escuchaba como cada vez más se acercaban.
— Espérate. — era Vicente.
— No, no. ¡La quiero ver ya!. — su voz sonaba algo emocionada.
— Mi apá va hacer una cena mañana. Mañana la ves. — volvió hablar.
— Ay, no. Yo no me pude esperar a la reunión, Chente. Quiero verla — escuché una voz femenina.
— No Midiam. Entiende que Marietta todavía no está bien. Aún desconfía de nosotros. — habló algo paciente Vicente.
— ¡Quiero verla!.
Seguido escuché como alguien corría con tacones por todo el pasillo, hasta que finalmente se detuvieron enfrente de mi puerta.
Me tensé cuando la manija de mi puerta empezó a girar, y seguido se abrió dejando ver una mujer alta, con una enorme sonrisa. La verdad era muy bonita.
— Marietta. ¡Hola!.
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Marietta - OGL
General Fiction- Quién diría que una "desgracia", me devolvería a mi familia... 🔜 Marzo 04, 2023 🔚 Junio 04, 2023