— No. — dije rápido ganándome la mirada de los dos — ¿Por qué no te quedas?. Haznos compañía.
Me dio una mirada rápida que también viajó con Midiam. Aunque ella hacía lo mismo con Ovidio y conmigo.
— Primero cena. — habló — Cuando acabes vengo contigo.
— O... Sabes, de hecho, era algo que te quería preguntar. ¿Crees que te puedas quedar con ella?. — le preguntó Midiam — Es que a mí me salió un pendiente y mi mamá ya está comiendo. ¿Puedes?.
— Haa, sí. Claro. — sonrió — No te preocupes.
— Mil gracias, Ratón. — dijo y se despidió de ambos — Los veo luego.
— Bye, Mid. Cuídate. — le dije cuando vi que caminó hacia la puerta.
Ella asintió. Y aprovechó que Ovidio estaba acomodando bien los cubiertos que estaban en la bandeja, para antes de salir, darme una sonrisa traviesa.
Oh, no...
— Mira, es sopa de tortilla con pollo. — dijo acercándome la primera cucharada.
— ¿No vas a cenar tú?. — pregunté abriendo la boca.
— Noup. Quizás lo haga cuando llegue a mi casa.
— Oyee... Luego no te vayas a enfermar, y nos pegues un sustote. — dije después de terminar de masticar.
Rio.
— No como el que nos pegaron tú y el Serafín hoy... Sobre todo, Serafín.
— Sii, pobre. Fue el que quedó más golpeado de los dos. — dije con algo de lástima.
— No me refiero a eso. — dijo mirando al plato.
— ¿Entonces?. — pregunté bebiendo del jugo.
— Nos dijo que estabas embarazada.
Sentí como el jugo subió de nuevo por mi garganta y como lo expulsaba por la nariz.
— ¿Estás bien?. — preguntó preocupado.
No le podía responder. Me ganó la tosedera.
Sentí como me dio palmaditas en la espalda, mientras me sostenía el jugo enfrente.
— Tómale. — dijo una vez que empecé a regularizarme.
— Ay, Dios. Casi, casi. — dije después de pasar el agua — Qué Sera dijo, ¿Qué?.
— Que el bebé y tú estaban bien. Creímos que estabas embarazada.
Sentía mis mejillas arder.
— No. Está loco.
— Siii. Yo creo que quedó medio atarantado de tanto madrazo. — lo miré — Es que se caía de morrillo.
Reí.
— Y de ahora también. — dije con burla.
Se carcajeó dándome otra cucharada de sopa.
— Voy admitir, que... En ese pequeño lapso, sí me imaginé con un plebito... Nuestro. — soltó.
Ay, señor Jesús...
— ¿Plebito?. — dije con una risita nerviosa.
— "Mjmm". — hizo un sonidito — Aunque sea pronto. Pero no niego que se sintió bonito.
— Ovidio... — me miró para que prosiguiera — ¿A dónde vamos?.
Escuché cómo suspiró lentamente.
— A dónde los dos queremos llegar. — me miró — Pero no sé si tú, quieres ir al mismo lugar.
Asentí sonriendo.
— Yo sí. — sonrió.
— Todo a su tiempo. Pero te prometo que yo merito me encargo de hacer esto más formal.
— ¿De verdad?. — asintió.
Asintió.
Se acercó a mí plantándome un beso en los labios.
...
— Pasen, pasen. — les susurré a los chicos cuando les abrí la puerta.
Todos venían en pijamas o ropa deportiva. Aún era muy temprano.
— ¿Segura que no se ha despertado?. — preguntó Mayelito.
— No. Serafín se levanta como a las diez u once.
— Bueno. ¿Trajeron el pastel?.
— Sí. Lo traje anoche, cuando Ttita me dio luz verde. — dijo Vicente.
— Dejen voy por él. — dije yendo a la cocina.
— A ver, wey. Conecta la bocina.
...
Abrimos la puerta lentamente y con cuidado de no hacer ruido.
Una vez ya en nuestras posiciones, Isma prendió la bengala y Vicente le dio play a la bocina.
Esta luego, luego dejó escuchar el grito de Cepillín a todo volumen por la habitación.
Que hasta Serafín se levantó de la cama todo asustado.
— ¡Qué chingados!. ¡Nos cayeron los wuachos!. — se quitó el antifaz de unicornio que traía puesto.
— Qué linda está la mañana, en que vengo a saludarte... — le cantamos los seis — Venimos todos con gusto, y placer a felicitarte.
— Aawww. — se tapó la boca.
— El día en que tú naciste, nacieron todas las flores... Y en la pila del bautismo, cantaron los ruiseñores.
— Y muéranse de envidia. ¡Soporten, panzonas!. — dijo haciéndonos reír.
Cuando terminamos de cantar le sopló a las velitas y lo abrazamos.
— ¿Cómo amaneció el cumpleañero, eh?. — preguntó Vicente dándole unas palmadas en la espalda.
— Acostado, we. ¿Por?. — respondió "serio", pero luego se rio.
— Pendejo. — lo zapeó.
— Nah, mentiris. — rio — Muchas gracias, de verdad. Pero, no se pudieron esperar a que deperdido fueran las... 8. ¿No?.
— Ay, dos horas menos, ¿Que tiene?. — dijo Mayelito restándole importancia.
— Pues hay que descansar bien, eh... Porque hoy en la peda cuerpo dormido, culo perdido. — dijo feliz.
— ¡Muchacho!. — reprochó Ismael.
— Qué dice el Sera, ¿Hoy se amanece?.
— Obvio. Sino ya sabes que no sería fiesta mía.
— Ya está, sobres. — dijo Vicente desliéndose — Entonces deja me voy a ir a echar otro coyotito.
— Yo no sabía que el coyotito, tenía nombre. — dijo Mayelito burlón.
— También. Hay veces en que toca aporréalos. — se rieron entre ellos.
— ¡Bueno, cabrones!, ¡YA!.
— Ay, apá. Hágase el que no sabe. — dijo Ismael — ¿Entonces cómo nos hizo a toda la bola?.
— Pero aquí está la niña, gordo. Respeten. — habló un tanto "enojado".
— Ha, 'pss sí... Perdón Ttita.
— Bueno. A mimir otra vez. — dijo Sera acomodándose en su cama.
— Nos vemos al rato, familia. — dijo a lo lejos Isma.
— Bye.
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Marietta - OGL
Ficción General- Quién diría que una "desgracia", me devolvería a mi familia... 🔜 Marzo 04, 2023 🔚 Junio 04, 2023