Fue un bonito sueño - Epílogo

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— Ttita, despiértate. — escuché la voz de Midiam.

Abrí los ojos entre parpadeos. Hasta que me reincorporé sentándome en la cama.

— ¿Qué hora es?. — bostecé.

— Las once de mediodía. — respondió Midiam.

— ¡Dios mío!, se me hace tarde para arreglarme. ¿Ya llegó la maquillista?. — pregunté poniéndome las pantuflas.

— ¿Maquillista?, Pa' qué o qué. — dijo Sera algo extrañado.

— Cómo que para qué. Para mi boda. — lo busqué sobre la cama — ¿Y Mario?.

— ¿Quién es Mario?. — preguntó curioso — ¿Te refieres a mi apá?.

Sentí como mi corazón se detuvo mientras se hacía chiquito.

— Ma... Mario. Mi hijo. — mi voz comenzaba a temblar — ¿Dónde está?.

Me miró extraño, entonces volteé a ver a Midiam que sólo lo miraba.

— Ttita. Mario no... No sabemos quién es.

— ¡Cómo no!. ¡Es mi hijo... Su papá es Ovidio, Serafín!.

Pero él sólo me miraba con lástima y sin decir nada. Entonces las lágrimas comenzaron a salir.

— ¡Eres un tonto, Serafín!. — exclamó Midiam molesta mientras iba hacia a mí abrazarme — ¡¿Por qué le dices eso?!.

Asomó una sonrisita traviesa y en eso se escuchó que tocaron la puerta.

— Pasa. — habló Midiam.

Una vez que se abrió la puerta se escuchó un chillido acompañado de una risita y de esta se asomó mi papá con Mario en brazos.

— Mi tocayito ya anda buscando a su madre. ¿Verdad que sí, mijo?. 

Mario sólo se rio y se recargó en el pecho de su abuelo.

Solté un suspiro pesado de alivio, me acerqué a ellos y tomé a mi hijo entre mis brazos, besando su cabecita.

— ¿Por qué lloras, corazón?.— preguntó papá.

Negué.

— El cabrón de... Serafín. — golpeó su hombro — La asusta.

— ¿Qué le hiciste?.

Serafín iba a responder, pero lo interrumpí.

— Nada, nada. — les sonreí — ¿Quién está aquí en casa?.

— Pues acaban de llegar tus demás hermanas y cuñadas. Están allá abajo.

Asentí.

— Ahorita los alcanzo, ¿Sí?. Creo que necesito cambiar al niño.

— Ya lo cambié yo hace ratito. — dijo Midiam y asentí.

— Bueno, ahorita los alcanzo.

Los tres asintieron y salieron de mi habitación, dejándome sola con mi hijo.

Recordé la cara de confusión de Serafín y Midiam hace unos momentos, y no pude evitarme sentirme mal.

¿Qué hubiera pasado si, si hubiera sido un sueño?.

Todo hubiera sido un sueño muy bonito.

Empecé a negar removiendo esos pensamientos y abracé más fuerte a Mario.

— No me imagino una vida sin ti, mi niño.

...

Empecé a rascar la tela de mi vestido mientras miraba hacia los lados.

Marietta - OGLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora