Sólo un mal sueño

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Entre dormida y despierta, escuché que tocaban la puerta a lo lejos. Luego recordé lo que había pasado, y dónde posiblemente me encontraría. 

Antes de abrir los ojos, pedí que hubiera sido sólo un mal sueño. Pero mis súplicas quedaron en el olvido, cuando observé el lugar.

No fue un sueño.

El llamado a la puerta seguía. Seguido de esa voz que ya reconocía.

— Marietta. Hija. — lo último lo susurró — ¿Estás despierta?. 

Miré hacia la ventana, parecía ser aún muy temprano. Me levanté y caminé decidida a la puerta.

— Marietta...

Cuando abrí la puerta, Ismael al verme puso una sonrisa. Sólo me le quedé viendo, esperando a que hablara.

— Hija. Ya, ya está aquí el analista. ¿Quieres que te espere para irnos juntos, o...

— No. Ya bajo. — lo interrumpí. 

Asintió lento. — Bueno. Estaremos en la sala. Bajando las escaleras a mano derecha, todo el pasillo. 

Esperé a que se fuera y cerré la puerta. Entré al baño para lavarme la cara y los dientes. Cuando acabé, dudé en bajar o no.

Porque honestamente, me daba algo de miedo. Y no me refería a que me sacaran sangre, o la aguja. Más bien, los resultados. 

Si llegaran a ser positivos. ¿Qué iba hacer?. Bajé y caminé directamente a donde me había indicado. 

Era impresionante ver lo enorme que estaba la habitación. Había sillones grandes de color gris y de terciopelo, una alfombra grande que estaba frente a la gran chimenea, bajo la gran pantalla que colgaba de la pared, todo era muy lujoso. El lugar hasta parecía sacado de una película.

Ahora mi atención se enfocó en los enfermeros que empezaban a sacar por montón de cosas. Una vez estando frente a ellos, el olor a látex y desinfectante entró por mis narices, haciéndome hacer un leve gesto de desagrado. Claramente no era mi olor favorito.

— Mira, ellos son los analistas. Son quienes nos harán las muestras. 

Asentí.

Empezaron a explicarnos un poco el proceso del análisis. Hicieron varios tipos de preguntas un poco raras, hasta que finalmente sólo empezaron a preguntar lo básico.

— Nombre. — dijo la enfermera mientras anotaba algo en su portapapeles.

— Ga... — por un momento dudé en hacerlo — Marietta. 

— Apellidos.  

No supe qué decirle. Volteé a ver de reojo a Ismael, quién ya me estaba mirando.

— Zambada Montes. — respondió. 

— ¿Es correcto?. — preguntó la enfermera y yo asentí.

El primero en pasar fue Ismael. Le quitaron algunos cabellos, y luego metieron un hisopo a su boca. Mientras a él le hacían eso, a mi me pasaron a sacar sangre. Odiaba sentir la sensación que estuvieran succionando mi sangre. 

Por último, terminaron de mover el hisopo en mi boca, entonces habló el analista.

— Listo. Sería todo de nuestra parte. 

— Entonces, ¿Para cuando tendrían los resultados?. — preguntó Ismael.

— Bueno. Ya le había comentado señor Ismael, que podría tardar de una a dos semanas. Es el lapso de tiempo, normal. — es mucho tiempo — Pero por lo acordado anteriormente, en cinco días tendrán el resultado. 

— Está bien. Espero verlo pronto. — dijo y él asintió — Ellos los guiarán a la salida.

— Gracias. Que pasen un buen día. 

Lo dudo mucho.

Ismael se giró a verme y puso una sonrisa. Nuevamente no supe qué hacer, así que sólo desvié la mirada a otro lado. Encontrándome con una señora, que traía un vaso en mano.

— Ten, mija. — me extendió el vaso con jugo — Vi que te pusiste muy pálida cuando te sacaron sangre. Pensé que no te nos fueras a desmayar.

— Gracias, señora. — respondí sincera, tomando el vaso. 

— ¿Te sientes bien?. — preguntó.

Asentí. — Sí. Estoy bien. Gracias. 

— Marietta. Mira ella es mi esposa Rosario. — habló Ismael, mientras la abrazaba por los hombros.

Ahora estaba más que confundida. O sea, ella también era mi "mamá".

— Ehh. Mucho, gusto señora. — supongo. 

— ¿Dormiste bien?. — ahora preguntó Ismael. 

— Sí, sólo... Mmm... Regresaré a la habitación. — me paré, y empecé a caminar.

— No te quedas a desayunar con nosotros. — preguntó Ismael.

Me quedé en silencio, pensando mi respuesta.

— ¿Dónde está Miriam?. — pregunté.

Él me miró extrañado, pero luego rió.

— ¿Midiam?. — asentí — Ella aún no ha llegado. ¿Te dijo algo sobre venir?

Le iba a contestar. Pero la puerta se abrió

— Ay mira, ya estás despierta. — se adentró — Ya llegué. — dijo yendo a saludar a Ismael y la señora, para luego venir hacia a mí — Perdón si tardé mucho. Es que tuve que dejar a los niños en la escuela. Pero bueno, equis. ¿Ya desayunaron?.

— Es lo que le estoy preguntando. Si quiere desayunar con nosotros. — dijo con una sonrisa. 

Midiam volteó a verme y también sonrió esperando mi respuesta.

— ¿Estarás tú?. — pregunté viéndola. 

— ¡Claro!. Es más. Tú me ayudarás a cocinar. — dijo tomándome la mano, llevándome con ella a la cocina.

...

Después del desayuno, Midiam me enseñó parte del rancho. Y digo parte, porque realmente era muy grande, que me atrevería decir que era más grande que mi prepa y secundaria juntas.

Luego más tarde, Ismael nos recordó que hoy habría una cena con toda su familia reunida. Entonces Midiam rápido me dijo sobre que me pondría y preguntándome sobre mis gustos. Más tarde llegó con unas bolsas en mano y me las dio para que me pudiera cambiar.

Ahorita me encontraba mirándome al espejo. Debía admitir que estaba nerviosa por conocer a toda la familia, pero más al pensar en cómo podrían reaccionar.

— Marietta. ¿Estás lista?. 

Marietta - OGLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora