— La verdad, eh. ¿Quieres volver?.
— Quizás... O no sé, no te miento... Extraño a mi "hermano" Toñito, es un niño muy alegre y amoroso. Crecí con la idea de que era lo último que me quedaba, por eso para mí era sólo él. — suspiré — Pero ahora de esta segunda vez que hablé, sé que el problema de los malos tratos era yo.
— No digas eso.
— No, es que es la verdad. Tiene lógica que Silvia siempre me hiciera menos de todos los primos. Claro, si no era su sobrina. Pero bueno. — sonreí — Me quedó más tranquila al saber que Toñito no la pasa y pasará al igual que yo.
— Entonces... ¿Lo harías?. — preguntó curioso.
Negué.
— No. Sin dudarlo, aquí me quedaría con mi familia... Contigo. — sonreí.
— ¿Conmigo?. — asentí — Qué bendición.
Me dio una serie de besos por toda la cara, a lo que yo nada más reía y los aceptaba. De vez en cuando caía uno en mis labios, se lo devolvía.
— Estás bien chula, mija. — dijo mientras acariciaba mi mejilla derecha.
Puedo asegurar que me había sonrojado.
— ¿Sí...?. — pegunté inocente.
— Mjhmm... Y más cuando te pones rojita. — cada vez se iba acercando más.
Hasta que unimos nuestros labios en un apasionado beso, el cual entre más pasaban los segundos, más intenso se iba tornando.
Su mano que anteriormente estaba en mi mejilla, viajó hasta mi cintura buscando contacto con mi piel. Y sin dejar de besarnos se colocó por encima mío acariciando juguetonamente por la misma zona donde se encontraba su mano.Ahora sabía que esto iba a terminar de una forma distinta
Llevé mis manos a su cinturón tratando de quitarlo dándole a entender que necesitaba más y él pareció entenderlo a la primera, pues se quitó la camisa en lo que yo me deshacía de su pantalón.
Continuó besándome y a los pocos segundos sentía sus besos húmedos recorriendo mi cuello y pecho haciéndome excitar.
Sus besos se detuvieron al llegar al extremo de la parte superior de mi vestido. Entonces lo empezó a subir poco a poco mientras "sin querer queriendo" dejaba caricias en mis piernas.
A la hora de quitarme por completo el vestido a nuestro favor, estaba el que yo no llevaba puesto bra haciéndonos facilitar mejor las cosas.
Nuevamente bajó hacia donde estaban mis piernas, y puso sus manos en mis rodillas dándome la señal de abrirlas a lo que yo automáticamente le hice caso.
Pareció no pensarlo tanto y quitó mis bragas aventándolas a un lado por el suelo, y se acercó más a mí entre mis piernas.
Sus dedos comenzaron a tocar delicadamente por el exterior de mi entrada, haciéndome estremecer y soltar un pequeño jadeo.
— Ya hazlo. — pedí con los ojos cerrados.
— Calma, cariño. — dijo en una pequeña risita.
Y de pronto sentí por un momento que uno de sus dedos empezó a jugar con mi botón por unos segundos, y luego como se deslizó fácilmente dentro de mí haciéndome gemir.
Lo empezó a mover adentro, sacándolo y metiéndolo continuamente.
— Ahhh. — traté de reprimir el gemido.
Entonces tomó su miembro y lo empezó a frotar en mi entrada empapándolo de mi humedad. Y en cuestión de segundos, fue entrando poco a poco.
He de confesar que aún no me podía acostumbrar a su tamaño, pero definitivamente lo disfrutaba mucho más que las primeras veces.
Luego de haber estado por algunos minutos en la misma posición, habíamos cambiado y ahora él se encontraba acostado en la cama, mientras yo estaba encima suyo.
Le di un pequeño besito en sus labios. Coloqué mis manos en su pecho y empecé a moverme lentamente hacia adelante y atrás, y entre más me movía, más rápido empezaba hacerlo haciéndonos gemir a ambos.
— Bo... Bonita. — jadeó — Sigue así.
— Mmm...
Me tomé el atrevimiento de empezar a saltar sobre él provocando el sonido de nuestros cuerpos chocar uno al otro.
Después él fue quien empezó a moverse.
Tomó mis caderas dejándolas en una misma posición moviéndose rápido, y yo por mi parte empecé a tocarme dándome máximo placer.
Esto se sentía fantásticamente bien.
— Ovidio... — gemí — Ahhh...
Me prendía tanto ver las venas de sus brazos marcadas al mismo tiempo que empezaba hacer gestos.
— Cariño... — sentí cómo sus piernas comenzaban a temblar.
— Ahhh...
Justo habíamos llegado en el momento exacto.
Ambos dimos un último suspiro y yo caí rendida sobre su pecho. No tardó en rodearme con sus brazos y besar mi cabeza.
— Te amo un chingo, chula. — sentí su agarre más fuerte — Te quiero conmigo siempre.
Vayan a misa... ¡Pecadoras!
Pd. Si usaron globito
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Marietta - OGL
General Fiction- Quién diría que una "desgracia", me devolvería a mi familia... 🔜 Marzo 04, 2023 🔚 Junio 04, 2023