Entre la vida y la muerte

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El ambiente se sentía tenso.

Desde ya hace un buen rato estaba el doctor con ella adentro, pero no daba señales de nada. Todos estaban preocupados.

— Ya tiene mucho rato con la niña adentro. — habló impaciente — ¿Qué tanto le hace?.

— Ya apá, estese tranquilo. Él sabe lo que tiene que hacer. — lo calmó Isma.

— Ay, no. ¿Cómo pudo pasar esto, Vicente?. Estoy seguro que ese plomo era para mí. Yo tendría que estar en su lugar.

— No se eche la culpa. Va a ver que Ttita va a estar bien. Es fuerte la chamaquita. — dijo Isma.

Negó. — ¿De quiénes son gente?. — le preguntó a sus hijos.

Y ellos se miraron entre sí.

— Los que quedaron vivos se los llevaron para la bodega. — explicó Isma — El Chino, Pancho y Cheyo se andan encargando de eso.

— Quién haya sido, me las va a pagar. — escupió con odio.

— Va a ver que sí, apá. Tod... — la puerta de la habitación de Ismael se abrió interrumpiendo a Vicente.

Los tres al ver al doctor, rápido se le acercaron.

— ¿Cómo está mi niña, doctor?.

— ¿Ya pasó el peligro?.

Negó.

— No. De hecho, tenemos que llevarnos a la señorita ahora mismo a un hospital. — habló serio.

— ¿Qué?, ¿Cómo que no puede hacer su labor aquí mismo?. No se supo... — Vicente lo interrumpió.

— Apá. — reprochó.

— No le miento, señor Ismael. Su hija está entre la vida y la muerte, y aquí no tengo ningún equipo para atenderla de la mejor manera. Sólo paré un poco el sangrado, pero es necesario irnos al hospital ya.

— ¿Es tan necesario?.

— Así es. Necesito extraer la bala en una operación. Al parecer es algo profunda la herida, además de que necesito a cerciorarme de que no haya dañado órganos o tejidos importantes. — explicó — De ser así y por él área que se trata, podría quedar infértil en caso de querer formar una familia más adelante, o quedar inválida de por vida. Por eso es importante checarla y no dejar pasar tiempo.

Ante las palabras del médico, los cuatro hombres sintieron miedo y angustia.

— Está bien. — dijo Ismael — Que se haga lo que se tenga que hacer. Es por su bien.

— Bien. Necesitamos movilizarnos ya, su vida está en riesgo. También, necesito llamar para que me tengan listo terapia intensiva.

Los tres asintieron.

...

Las horas pasaron.

Aún nadie de la familia Zambada sabía algo acerca de la menor. Desde que había llegado habían hecho un protocolo para que ingresara custodiada por la seguridad de la familia, pero sin llamar la atención.

Era evidente que ni Ismael, Vicente e Imperial podían estar en el hospital. Con ella sólo se encontraba Midiam, Serafín, Mónica, Rosario y Mayelito. O bueno, afuera en la sala de espera.

El segundo se había regresado de su viaje al enterarse que su hermanita estaba grave. No pudo evitarse sentir algo de culpa, al pensar que tal vez si él hubiera estado ahí, ella no estaría en esa situación. 

Aunque nadie sabe que nos tiene preparado el destino.

Midiam y Mónica se encontraban rezando con su madre. Mientras que Mayelito estaba dándoles indicaciones a la poca gente que estaba con ellos dentro, haciendo que fuera un poco más "discreto" el asunto. Y Serafín se encontraba caminando de un lado a otro, algo desesperado.

— ¡¿Por qué siempre tardan tanto en los hospitales?!. — preguntó desesperado.

— Tranquilo, carnal. El doc dijo que tardarían de tres a cinco horas. Necesita estabilizarse.  — lo calmó Mayelito.

— Pero ya es mucho tiempo. Ya hasta es de noche. 

— Que tarden lo que tengan que tardar, Sera. Pero aquí lo importante es que Marietta esté bien. — habló Mónica.

Soltó un suspiro pesado y se sentó a un lado de su hermano.

Parecía que el tiempo iba al paso de una tortuga. No pasaban ni siquiera los diez minutos, cuando Serafín le preguntaba a cada enfermera que pasaba, si es que sabía algo. 

Pero ellas sólo negaban.

A lo lejos del pasillo, se podía ver al doctor caminando hacia su dirección.

Mayelito, quien fue el primero en darse cuenta de la presencia de médico, se puso de pie inmediatamente y de ahí le siguieron los demás.

— ¿Cómo está mi hermana, doc?. — preguntó Midiam.

El médico sólo los miró y quitó su cubrebocas, dando un gran suspiro.

Marietta - OGLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora