Mal after

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Bajé el último escalón y caminé al comedor. Todos ya estaban sentados en la mesa. Literalmente, todos. 

— Buenas... — dije llegando y saludando. 

— Crudas. — dijo Mayelito muy apenas.

— Ahora sí nos pegamos una peda al estilo Julión Álvarez y Alfredito Olivas.

— Ay, wey. Yo ni pude manejar. Por eso nos trajo el diecinueve. — Iván levantó el rostro con los lentes puestos.

— Quiero a mi mamá... — lloriqueó Alfredo. 

— ¿Pa' que te suelte un chingazo por teporocho?. — cuestionó Édgar. 

— Mejor no. — volvió a recargarse en la silla. 

— Sera, ¿Estás bien?. — le pregunté al verlo temblar. 

— No... Me voy a morir. — toqué su frente algo preocupada. 

— Nomás está crudo, corazón. Exagera. — dijo Ismael.

— Pero está temblando. 

— Es normal. — lo miró con gracia — Y a ti, ¿Cómo te fue?... ¿Tomaste mucho?. 

— Ehh... No. — reí — Estoy bien. 

— Entonces si te dieron de tomar estos cabrones. 

No quería darles más mortificaciones de las que ya traían.

— Es que les dije que si me habías dado permiso. — me recargué a un lado de él — Perdón. 

— Eres una mentirosilla. — apretó mi nariz — Ya deberías de dejar de juntarte con el prieto. 

— 'Ora yo qué... — se levantó de golpe — Ay, mi cabecita.

— Quería ver que se sentía. Lo siento.

(Y vaya que lo sintió xd... Okno)

— Está bien, princesa. Pero todo con medida. 

Por un momento quise buscarlo entre todos, aunque me daba algo de pena hablarle por lo de anoche. Pero recordé que no vendría hoy.

— A ver. Váyanse pasando los platos, niños. — dijo Rosario llegando junto con Ermida con los platos en mano. 

Así que me fui a la cocina ayudarles.

Cuando finalmente todos teníamos nuestro plato, comenzamos a desayunar. A excepción de Ismael y Rosario, que ya habían comido desde más temprano. Sólo nos acompañaban en la mesa.

— Wey, Pero... ¿Por qué terminamos bailando el sapito?. — preguntó Édgar. 

— Porque Mayelito y Sera estaban chingue y chingue al dj que se las pusieran. 

— Pero la pedimos, y aún así terminamos de bailarla. — dijo Mayelito.

— No como otros que no se podían agachar que por las reumas y la chingada. — dijo Sera viendo mal a Vicente e Iván. 

— A mi apá no lo metan en eso. — habló Vicente — Que él ni fue con nosotros. 

— Óyeme, cabrón. — se exaltó — Respéteme. 

Quise reírme.

— Eh, pero que pedo... ¿Quién mandó a pedir las Dom?. — preguntó extrañado Alfredo — Me sacó mucho de onda el enano vestido de duende y dos bengalas en la cabeza. 

— ¿A qué hora el Iván se vistió de duende?. — preguntó Isma. 

Él lo miró mal.

— Con la de anoche van dos. — lo señaló. 

Rio. — Curis, namás. 

— ¿Y al Ratón qué tal le fue?.

Gracias, Vicente.

— A ese wey nunca le pega la cruda. — exclamó Iván.

— Es que él si toma con moderación y está chavo. — dijo Alfredo.

— Además no quería hacerlo tanto porque iba ir a ver a mi amá. 

— ¿Y con quién se fueron Moniquita y Teresa?. — preguntó Rosario. 

— Fue el cuñao' por la Mónica. — respondió Vicente — Y aprovechó para llevarse a la Tere. 

— ¿Y sus hermanas?. — les preguntó Ismael a los chapitos.

— Se fueron a la casa de Alejandrina. Ahí se iba a quedar Grisel. — dijo Iván. 

— Bueno. Que bueno que fueron y vinieron con bien. — dijo Rosario.

— Gracias, amá. 

...

Después de desayunar, los muchachos se fueron afuera según a platicar, pero un rato después ya tenían más alcohol en unas hieleras. 

Yo por mi parte, me había ido a mi habitación. Hoy día si tenía mucha flojera, aparte de estar aburrida. Pero preferí mejor no hacer nada.

Le di una última mirada a la ventana, para ver si de casualidad él ya venía con ellos, pero no.

Di un largo suspiro al dejarme caer en la cama.

Necesitaba hablar con él.


Marietta - OGLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora