Extra II

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Le di una última mirada a la camioneta que se alejaba de mi cuñado y mi carnala, también cómo se iban otras dos detrás de ellos.

Una vez ya lejos, cerré la puerta y me metí adentro de la casa.

— Ahora si chamacos... Aquí nadie hace nada sin mi permiso, ¿Estamos?. — ambos asintieron — — Bueno, pues... ¿Qué quieren hacer?.

Los dos empezaron aventar ideas entre gritos y hablando al mismo tiempo.

— Uno a la vez. Uno a la vez. — los miré — A ver, primero las damitas. Tú chaparra.

— Amosh a jugad con mish cashimeditos. — dijo emocionada.

— Mejor con mis legos. — habló Mario.

Los dos volvieron a empezar hablar al mismo tiempo.

Ya me estaba arrepintiendo de haber aceptado cuidarlos.

Aver, a ver... ¿Qué podemos hacer?...

— ¡Ya sé!. ¿Y si vemos mejor una película?.

— ¡Sí, sí!. — exclamaron los dos.

— Bueno pues entonces, juiciosos y calladitos sentados en el sillón en lo que yo preparo las palomitas. — dije yéndome a la cocina, pero luego a los pocos minutos me regresé — ¿Alguien sabe como se le prende a la estufa?.

...

Estábamos bien entretenido viendo la película, o bueno, eso creía yo.

Sentí que la Griseldilla me abrazaba del bazo mientras escondía su cara en mí y de vez en cuando volteaba a la televisión.

— Nino... A mí me da miedo Tucky.

Volteé a verla.

— Nombre, mija. A los culos no le hacen corridos. — tomé un puño de palomitas — ¿'Eda que no da miedo, Mario?.

No me contestó.

Estaba con los ojos bien abiertos viendo la televisión. Parecía que estaba en shock.

— ¡AAHH!. — gritamos los tres cuando por accidente tumbé el vaso con jugo de la mesita.

Luego ellos se abrazaron entre sí y empezaron a llorar.

Creo que si fue mala idea ponerles Chucky.

...

— Nino. — volteé al llamado de la niña — ¿Y mi mami si nos dejó comed sopa maduchan?.

— Es que mi mami no nos deja comerlas porque dice que luego nos hace mal.

— Pues... — me quedé pensando — ¿Cómo les va a hacer mal?. Miren, si tiene verduritas.

— Meno.

Los dos comenzaron a comer del platito, se veía que la estaban disfrutando.

A veces sentía que mi carnala era algo exagerada, pero bueeno.

— Pero no le vayan a decir a su madre que es maruchan, ¿Okay?. Sólo sopita.

Asintieron.

...

— ¿Y si jugamos a los carritos?. — dijo Mario.

— Mejod a las badbies. — habló la niña.

— O videojuegos.

— ¡Al té!.

— ¡A las luchitas!.

— Y si mejor jugamos a quién guarde silencio y se quede quieto más tiempo, gana. — aporté.

Marietta - OGLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora