Los días pasaron y al parecer estaba desapareciendo paulatinamente de mi cabeza.
Había pensado las cosas y llegué a la conclusión que era necesario dejar ese tema por la paz. Me di cuenta que no merecía a alguien tan impulsivo que desconfiara de mí al primer segundo, insultándome de esa manera.
Confieso que aún seguía algo triste por lo pasado, aunque trataba de dar mi mejor cara para no preocupar a nadie. Pero la compañía de los muchachos me ha servido mucho.
Ahora, una de las cosas que subían mi estado ánimo, era que ya casi sería mi cumpleaños. Mis hermanos habían estado insistiendo en que hiciera una fiesta como las de ellos, pero yo no era de tanto alboroto.
Ismael propuso algunas ideas que sonaban geniales, pero no eran algo que yo pidiera. Sólo les acepté una comida aquí en casa con toda la familia.
Algo sencillo, en pocas palabras.
Justo ahora encontraba semi acostada en uno de los sofás que había en el porche adentro de la casa. Estaba leyendo uno de los libros que le había pedido a Vicente de algunos que sacó de su oficina la otra vez para regalarlos.
Se los había pedido para leerlos, pero la verdad estaba más que aburrida. Estaba leyendo, pero no comprendía nada de lo escrito.
Además, que el sol de mediodía estaba fuertísimo y hacía bastante calor. Hojeé las páginas del libro sin interés, para cerrarlo de golpe.
Suspiré girando mi vista hacia el jardín donde del otro lado, estaban Ismael con Isma al parecer hablando.
Me quedé un pequeño lapso de tiempo viéndolos, y cuando estuve a punto de pararme para irme, un puntito verde llamó mi atención. Parecía un rayo láser, sólo que este era color verde, claramente.
Esté rodeaba a Ismael de la parte superior, y de vez en cuando se desviaba con Isma. Pero al parecer ninguno de los dos se daba cuenta.
Sin mover la cabeza, con la mirada traté de seguir el láser. Y este provenía de uno de los techos de las casas que eran para los hombres de seguridad, por lo que tenía entendido.
Pero mi corazón se detuvo cuando vi que era una arma grande recargada en la superficie de un montón de escombros a lo lejos y como ésta se posó directamente en la cabeza de Ismael.
Sentía que tenía que ayudarlo de alguna manera.
Me paré y empezar a correr hacia él. Isma al darse cuenta de mi presencia, sonrió cuando llegué con ellos y rodeé a Ismael por los hombros abrazándolo.
— Qué pasó corazón. — preguntó amoroso, como siempre.
Quise aventarnos al piso. Pero ya no pude.
El estruendo se oyó por el lugar, mientras yo sentía como algo entraba ardiendo por mi espalda baja, provocando que soltara un gemido de dolor, acompañado de un sollozo.
Narrador omnisciente
Sin ninguna orden por delante, inmediatamente se abrió fuego hacia el lugar donde provino aquel disparo.
Y para Ismael, la pesadilla otra vez se estaba repitiendo.
No podía perder a su hija de nuevo.
Estaba en shock.
Ni siquiera los llamados de su hijo Ismael lo sacaban de aquel trance. Lo único que podía pensar, era que esto no podía volver a estar pasando. No podía perderla de la misma manera que a su madre.
No a su pequeña.
Pero el rose del cuerpo de Marietta deslizándose al piso lo hizo volver en sí. Fue cuando reaccionó y la atrapó entre sus brazos
— Mi niña. — soltó en un sollozo mientras acariciaba su cabeza — No, no, no mi niña. Tú no... Tú tampoco.
— Y... Yo... — Marietta empezó hacer muecas de dolor — P... Papá... — lo último lo soltó en un quejido.
Eso fue el detonante para que Ismael soltara en llanto, abrazando y pagándola a su cuerpo.
Era la primera vez que lo llamaba papá, y tal vez la última.
— ¡VICENTE!, ¡ISMAEL!. ¡LA NIÑA, CARAJO!. — gritó llorando — ¡CHINO!. ¡UN DOCTOR RÁPIDO!.
Absolutamente todos empezaron a moverse.
Los hombres de confianza de Ismael se subieron a varias camionetas en busca de un doctor para traerlo al rancho.
Mientras que otros fueron a dar un rondín por toda el área que rodeaba el rancho, pues cómo era posible que aquellos hombres pudieron haberse pasado los cuatro anillos de seguridad.
— ¡Marietta!. — llegó Vicente asustado hincándose a un lado de su hermana y papá.— Mierda, mierda... — susurraba Isma al ver el charco de sangre que se empezaba a formar debajo del cuerpo de su hermana.
— P... Pa... Papi, ten... Tengo frío. — dijo temblando.
Marietta casi no podía ni hablar por el dolor. Se reflejaba en las muecas que hacía y cómo se le marcaba la mandíbula al hacer fuerza.
Vicente no dudó en quitarse la camisa y romperla para hacerle una especie de venda, colocándosela en el lugar donde provenía la herida.
— Hay que llevarla adentro. — dijo tomándola entre sus brazos.
— No es seguro quedarnos en el rancho, Vicente. — dijo Ismael.
— Ya agarraron aquellos weyes, apá. Primero está la niña, aunque tampoco no es seguro es ahorita ir para Culiacán.
— Deje que primero la vea un doctor aquí. Ya fueron por él.
Era la primera vez que Ismael obedecía una orden, sobre todo viniendo de sus hijos.
— Pero cuidado, no la vayas a lastimar. — dijo preocupado.
Negó.
— Ay, Ttita. No cierres los ojos, carnalita. No los cierres. — habló desesperado.
El miedo y la preocupación los invadió, cuando Marietta cerró por completo los ojos, soltando su cuerpo.
— Mierda...
Le damos piso a Ttita, o qué?? 😳👀
Tal vez es too much la canción 😅 pero fue lo que usé para inspirarme
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Marietta - OGL
General Fiction- Quién diría que una "desgracia", me devolvería a mi familia... 🔜 Marzo 04, 2023 🔚 Junio 04, 2023