35. Calypso

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La vorágine de las giras hace que uno se acostumbre a cosas extrañas.

Nunca me di cuenta de lo acostumbrado que estoy a estar en ambientes predominantemente masculinos hasta que me encuentro rodeado de 4 mujeres.

Hay una creencia popular que dice que la convivencia entre mujeres es competitiva y hostil, y a lo mejor ese puede ser el caso en muchas ocasiones, pero no es así para Calypso.

Hanna, Dina y Clara son muy evidentemente una pequeña familia.

Me doy cuenta de eso muy rápidamente, lo que me hace descubrir otros dos asuntos muy interesantes con la misma rapidez.

El primero es que las tres están muy, muy dolidas por la distancia que Kat ha marcado con ellas, y creo que por eso me han reclutado esta noche, como un cabo suelto más que quedó cuando Kat dejó atrás su vida como Kat Kiss y a toda la gente en ella.

La segunda cosa interesante que descubro esta noche es a Luna, la nueva guitarrista de Calypso que llegó para tocar en el lugar de Kat.

Técnicamente no es una parte de la banda como tal, sino un músico de apoyo, como lo son Gabo y Juanjo para nosotros, salvo porque ellas suben a tocar solo las 4 y en cierto modo es extraño que Luna sea tanto un miembro de la banda pero a la vez técnicamente no.

- Dime una cosa, ladrón – Me dice Hanna mientras saca las aceitunas del Martini que se está bebiendo y se las mete a la boca

- ¿Qué?

- ¿Cómo es estar de gira con tantos hombres? – Me pregunta mientras se recarga en su silla y cruza la pierna.

Está vestida con un short de mezclilla y una camisa de botones que lleva abierta hasta la mitad, enseñando el sujetador de encaje que tiene debajo.

Luce muy cómoda en su piel y atrae miradas de una manera que sería ligeramente incómoda de no ser por el hecho de que a ella le importa un rábano que la miren.

El bar del hotel se abre a una terraza enorme al aire libre, y las chicas eligieron una mesa en una esquinita en la que estamos sentados tomando un trago y picoteando una degustación de empanadas gourmet.

Un par de personas se han acercado a pedirles fotos, y ellas aceptan con una sonrisa pero los despiden rápidamente.

Llaman la atención de manera natural, pero lo manejan de forma tan relajada que no se siente tenso o impostado.

Me doy cuenta de que esta no es la banda rígida y con una dinámica interna complicada que conocí el año pasado.

La salida de Kat detonó algo más allá de lo obvio, y se nota.

- No lo sé – Respondo con un encogimiento de hombros – Nos conocemos desde que somos niños. Para mí es lo normal, como un viaje con amigos

- Siento que serían super desordenados – Comenta Dina, mientras sumerge una empanada en un bowl de guacamole

- Solíamos ser peores, pero ahora lo manejamos bastante bien. Y todos somos muy disciplinados cuando se trata de trabajo. ¿Por qué me están preguntando esto?, ¿Qué creen que hacemos?, ¿Medirnos a verga a ver quién la tiene más grande?

- ¡El del sombrero! – Salta Hanna de inmediato

- Mis fichas están en el muchacho del banjo – Interviene Clara

- Iré con el del sombrero también – Señala Dina – No parece que tenga nada pequeño

- ¿De verdad?, ¿Ninguna apuesta por mí? – Reclamo, indignado

Buenas noches, ladrón » Martín Vargas (Morat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora