38. Derecho

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Martín se queda mirando a Laura, y veo como toda la valentía la abandona.

He estado bajo el escrutinio de esos ojos del color del whisky con hielo, así que entiendo bastante cómo se siente.

Ni siquiera me puedo imaginar cómo es para ella a la luz de toda la historia que comparten, y siendo esta la primera vez que se dirigen la palabra luego de tantos meses.

Tiene que ser muy irónico que, entre todas las posibilidades, la primera persona que tome la palabra sea yo.

No él, que está furioso.

No ella, que está colapsada por las emociones, a pesar de su despliegue de valentía de hace dos segundos.

Yo, que no soporto las miradas.

A quién le da demasiado miedo que alguien juzgue su cuerpo, y tiene absoluto pánico al concepto de intimidad en general, porque para este punto está profundamente entrelazado con el dolor.

Dice mucho de lo que siento por estos dos seres humanos que sea quien rompa el silencio.

- Hay que ser muy ciego o muy estúpido para ignorar que ustedes dos se siguen queriendo - Indico. Los dos empiezan a abrir la boca para discutirme, y hasta en eso se parecen.

Los dos me quieren cuidar, y convencerme de algo que es lo mejor para mí a pesar de que es claramente una mentira.

Levanto una mano para indicarles que esperen, y los dos cierran la boca como niños regañados.

Cruzan miradas uno con el otro y la apartan rápidamente, como si solo el hecho de mirarse los quemara.

En realidad, son un poco adorables.

- Pero Laura y yo nos gustamos de una manera que no tiene precedentes. La conexión entre las dos tiene todo lo hermoso de la amistad, y ha sido tan natural que....

- Puedo vivir sin saberlo - Me interrumpe Martín

- No, no puedes. Porque aunque obviamente no quieres, eres parte de esto - Señala Laura

- ¿Me estás haciendo un chiste?, ¿Soy parte de qué? - Le responde él, con un gesto de irritación

- ¿Por qué ya no cantas Mi suerte? - Le pregunta Laura sin que aparentemente venga a cuento

Pero claro que lo hace.

Esa pregunta lo dice todo acerca del hecho de que él todavía siente algo por ella.

- ¿Estás tratando de hacerme decir que todavía siento algo por ti? Porque mi amor no es el que está en duda - Señala él obstinadamente

Ella retrocede como si él la hubiera golpeado físicamente.

Una chispa de incertidumbre pasa por la cara de él, porque es obvio que a pesar de que está enojado y dolido, todavía no quiere hacernos daño a ninguna de las dos, y resulta un poco estremecedor que aún le importe, luego de la herida que las dos le hemos hecho.

- ¿Estás diciendo que todavía la amas? - Sugiero

Él solo pone la boca en una línea tensa, pero no dice nada.

Tampoco hace falta, porque creo que todos lo sabemos.

- Y ella también te ama, pero me quiere a mí, y yo la quiero. Y también te quiero a ti, Marto - Termino

Él sube la cara de un tirón, como si no pudiera creer lo que estoy diciendo.

Laura extiende su mano en mi dirección y entrelaza sus dedos con los míos, como diciéndome que está bien que lo diga.

Buenas noches, ladrón » Martín Vargas (Morat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora