44. Arcoíris

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Laura Jiménez Bonilla.

Nueva York.

- Deseo, solo te quedan 15 minutos, ¿por qué mejor no....?

- ¡NO TENGO ROPA! – Exclamo, mientras lanzo al aire un puñado de blusas porque todas son horribles.

HORRIBLES.

Kat cruza las piernas en un pequeño triangulito de mi cama que no está cubierto de prendas desechadas y bebe un sorbo de su batido de frutos rojos mientras levanta un top rojo como una ofrenda de paz.

- Este es lindo – Ofrece ella con dulzura

Me dejo caer en el suelo frente a mi clóset y me cubro la cara con las manos.

Estoy envuelta en mi bata de baño que me eché encima de mi ropa interior cuando salí de ducharme hace más de una hora, y decidí que el outfit que había estado pensando por los últimos 3 días, desde que él aceptó salir conmigo, me hacía ver como un castor.

Hago un ruidito de infelicidad cuando siento que los brazos de Kat me rodean, y me apoyo en ella miserablemente mientras se me escapa un resoplido lastimero.

- Préstame algo – Le suplico

- Lau, me visto como un adolescente skate de 14 años – Me recuerda con una risita en la voz

- No importa – Me quejo

Ella me acaricia el pelo con dulzura, y me permito cerrar los ojos mientras me recuesto en su pecho, y el aroma a chocolate amargo en su respiración se mete en mis sentidos.

- Mírame – Me pide

- No – Me quejo de nuevo y escondo la cara en su cuello

- Laura – Me llama

A regañadientes levanto la mirada hacia ella, y esos ojos cafés me derriban como un disparo.

Su mirada se ve brillante y feliz.

No luce como la misma mujer que hace unos meses se paró en mi puerta mientras enredaba sus dedos y le daba vueltas a su anillo con forma de estrella nerviosamente antes de decirme que me llevaría a cenar.

No es Kat Kiss, pero definitivamente ya no está metida por completo en su caparazón.

Y eso lo hizo él.

- ¿Por qué estás tan nerviosa? – Me pregunta ella

- Déjame – Refunfuño

- Laura Jiménez Bonilla, dime ahora mismo qué está pasando – Demanda

Hago un mohín y me abrazo más fuerte a ella, porque me encanta lo suave que es y el modo en el que se siente su cuerpo.

Me doy cuenta de que va a empezar a discutirme, así que subo la cara y la beso.

Sus labios están fríos y saben a una mezcla de su batido de frutas y ese sabor que es solo suyo, como a chocolate amargo y canela, que me hace pensar como en noches calientes y terciopelo.

Ella corre sus dedos suavemente a lo largo de mi pelo mientras su boca se amolda con la mía, y me deja imponer un vaivén ligeramente cadencioso y sensual, que hace que el beso se sienta tan dulce como erótico.

Me vuelvo ligeramente para mejorar el ángulo del beso, y la mano de Kat cae a mi cintura. Me tira un poco más cerca de ella, y cuando nuestros pechos se encuentran se siente tan sexy que mi respiración hace un ruidito ahogado.

Ella muerde ligeramente mi labio inferior antes de apartarse.

- Dime qué pasa

- Mejor sigamos con los besos – Propongo

Buenas noches, ladrón » Martín Vargas (Morat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora