47. Positivo

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- Margarita, basta de intentar hacerme el amor. No todo puede ser sexo

Ella, que en realidad solo se estaba acurrucando contra él, suelta una risita y le da un beso en la mandíbula.

- Claro que si se puede – Discute ella alegremente

Está vestida con unas bragas y un hoodie de él, aunque ya pasó por la ducha y se negó a vestirse, sino que en su lugar volvió a la cama con Marto.

Él la atrae a su costado y le mete la mano descaradamente por debajo del hoodie.

Ella suelta un pequeño ronroneo cuando la mano de él rodea cariñosamente su pecho desnudo.

Me doy cuenta de todo el asunto mientras salgo de la ducha pasándome una toalla por el pelo, y sonrío cuando los veo todos acurrucados en mi cama.

- No los puedo dejar solos un segundo porque ya están sobándose como adolescentes hormonales – Los regaño

- Uhmm...si, ¿por qué no te quitas eso y vienes para acá? – Me pregunta él perezosamente, y hace un gesto vago hacia la toalla que me rodea el cuerpo

- Tenemos que salir. Irresponsables – Los regaño

- Si, pero tenemos que salir en media hora – Señala ella, y se acurruca un poco más contra él – Podemos hacer valer esta media hora

Él ni siquiera ha tenido la decencia de pasar por la ducha, y está ahí acostado todo indolente solo con los bóxers con los que durmió.

Dice que la ropa le molesta desde que volvimos de la playa, porque le salió un sarpullido rosa en el área de las costillas, según él por el roce con la arena, aunque creo que solo es una excusa para estar medio desnudo provocándonos. 

- Pero nos tenemos que ir – Le digo a ella sin mucha convicción, aunque mi cuerpo da un par de pasos inconscientes en dirección a la cama

Solo se necesita eso para que él se estire y me tome por la muñeca.

Me jala hacia la cama con ellos y grito mientras les caigo encima.

Obviamente la toalla que tengo alrededor del cuerpo se me desamarra y se cae, y dos segundos más tarde me encuentro entre los brazos de él, tan desnuda como estoy.

- Es tu culpa – Dice ella

Ambas estamos recostadas sobre el pecho de él, así que nos estamos mirando cara a cara.

No me puedo resistir a inclinarme hacia ella y dejar un besito en sus labios.

- Si, es culpa de ella – La secunda Marto. Hago una mueca

- ¿Qué cosa es mi culpa? – Reclamo

- Que estemos calientes todo el tiempo – Responde él. Le doy un golpe en el pecho, indignada

- ¡¡¿Los dos rockstars sensuales me están culpando a mí?!! – Exclamo

- Es porque eres una Uru de canela – Explica ella con paciencia, como si fuera super evidente

- Y nadie puede resistirse a una Uru de canela – Complementa él

Y su mano cae a mis nalgas, en donde deja una caricia dulce y suave.

Después me pega una nalgada.

- ¡Hey! – Exclamo

Kat pone esa cara de diablilla que me vuelve agua y se inclina por encima de Marto para dejar un mordisquito en mi cadera.

Buenas noches, ladrón » Martín Vargas (Morat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora