45. Estrellas: Parte I

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Paso el dedo por el volante del auto y Kat se ríe.

- ¿Qué? – Le pregunto, mirándola de reojo

Tiene el pelo recogido en una trenza y lleva puestos unos lentes de sol de montura roja en forma de corazón que son muy claramente parte del sello de Kat Kiss, y me encanta verla usarlos.

- Dilo

- ¿Qué diga qué? – Pregunto, haciéndome la tonta, pero vuelvo a acariciar el volante de cuero y ella se ríe

- ¿Solo vas a seguir sobando mi carro como si fuera un perrito? – Me dice con una sonrisa

Subo una mano a mi boca y grito en ella, porque no lo puedo creer.

Kat suelta una carcajada, y me mira con esa cara divertida que ha estado poniendo desde que nos llevó al estacionamiento del hotel y señaló su auto como si no fuera nada.

Quiero gritar desde que me ofreció conducirlo.

Básicamente la única razón por la que no estoy haciendo todo un escándalo es que Martín, que no pasó una gran noche, está dormido en el asiento de atrás.

- ¡Necesito gritar! – Digo en una especie de susurro-grito que la hace reírse otra vez

- Solo es un auto

- Es un Audi A3 Cabriolet descapotable – Exclamo, y luego me cubro la boca cuando me doy cuenta de que subí la voz

Pero él sigue dormido, con un cubre ojos de gatitos bloqueándole la luz y la capucha del hoodie subida, a pesar de que es una mañana soleada sobre Nueva York.

- Te estás portando muy rara – Dice Kat con una risita

- Tú eres rara, ¿eres como multimillonaria en secreto?

- No pensé que fuera un secreto. Estuve en una banda bastante famosa, y escribí casi todas sus canciones, así que las regalías siguen llegando

La miro de reojo a través de los lentes de mis gafas oscuras.

Toda la experiencia de ir en un descapotable en la ruta de Manhattan a Los Hamptons se siente como una experiencia salida del Gran Gatsby, y el hecho de que ella me atara un pañuelo de seda alrededor del pelo para que no me incomodara para conducir no hace sino reforzar la idea.

Básicamente lo único que altera mi experiencia decadente de la élite neoyorkina es que por un lado no estaba preparada para esto, y estoy vestida de manera bastante casual con un short y una camisa a rayas blancas y negras; y por otro lado que estoy manejando con todo el cuidado del mundo para no despertar a Martín.

Lo miro por el espejo retrovisor todo acurrucado como está, con la cabeza apoyada en una almohada también de gatitos que me contó que fue un regalo de Shari, y mi pecho se siente cálido y esponjoso por la inmensidad con la que lo quiero.

Kat sigue mi mirada y sonríe.

- Se ve muy bonito cuando duerme – Comenta distraídamente, mientras agarra su termo del portavasos y bebe un sorbo de su batido de frutas

Me lo ofrece y tomo un sorbo por la pajita mientras asiento.

- Parece un niño – Digo con una sonrisa

- Pensé que estaba durmiendo mejor – Se lamenta ella

- Los finales de la gira siempre son duros, porque ya lleva mucho rato sin tomarse sus pastillas

- ¿Y por qué demonios no las toma?

- Dice que lo ponen muy lento para tocar – Le respondo con un encogimiento de hombros

Buenas noches, ladrón » Martín Vargas (Morat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora