25. Oh, oh

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Extiendo un brazo a ciegas al otro lado de la cama, y me levanto de golpe cuando me doy cuenta de que está vacío.

Tengo recuerdos borrosos de una noche fea a causa de la fiebre, y las manos cariñosas de ella poniéndome compresas frías en la frente, y acariciando mi espalda cuando los temblores se hicieron más fuertes.

Ella estuvo acá.

Es la única razón por la que me quedé dormida al final.

Sé que no soñé esa parte.

Un dejo débil de su olor a chocolate amargo todavía sigue en mi almohada.

Siento mi boca agrietada y mi cabeza pesada luego de la noche de fiebre. Todavía estoy congestionada y sintiéndome horrible a causa de la gripa, pero lo que se siente peor es que ella huyó de nuevo a pesar de todo.

Los post it con nuestros deseos están todavía en mi mesa de noche, y me dan ganas de tirarlos a la basura.

Una lluvia ligera sigue cayendo al otro lado de la ventana, y vuelvo a dejarme caer en mi cama mientras me acurruco en mis sábanas, porque hoy optaré por rechazar la vida humana y seré un oso triste.

O ese es mi plan, hasta que mi puerta se abre.

Abro un solo ojo cautelosamente, y mi corazón se pone a bailar una conga cuando la veo entrar en puntas de pies a mi habitación, cargando cuidadosamente una bandeja de comida.

No tiene puestos sus lentes, así que mira en mi dirección y achica los ojos para ver bien.

Sonríe.

- Estás despierta – Me dice alegremente – Buenos días

Me apapacho en mis mantas y solo extiendo una mano para invitarla a regresar a la cama conmigo.

- Tienes que comer para poder darte tus medicinas – Me dice, mientras se acerca a la cama con la bandeja

- Pensé que te habías ido

- Bueno, sí. Fui a buscarte un desayuno. Solo tienes chucherías de mierda aquí

Le doy una sonrisa congestionada y ella me sonríe de vuelta de esa forma que le hace una arruguita en la nariz y hace que se vea muy bonita.

....Mientras yo tengo el pelo pegado a la frente por el sudor de la noche, mi nariz está roja, mis labios agrietados y probablemente tengo lagañas.

Se va a enamorar de mí en tres segundos.

- ¿Qué pasa? – Me pregunta

- ¿De qué?

- Estás frunciendo el ceño

- Uhmm

Se queda mirándome con expresión curiosa.

- Pensaste que no iba a volver – Me acusa

- Eh...

- ¡Pensaste que no iba a volver! – Me regaña, aunque me doy cuenta de que en realidad parece jovial y juguetona

- ¡Te fuiste la otra vez! – Me defiendo

- Ah, la otra vez no sabía que eras el hada madrina que cumple mis deseos

- ¿Y ya?, ¿Eso es todo? – Me quejo, frunciendo el ceño aún más

Ella se ríe mientras deja la bandeja en la cama a mi lado.

Miro de reojo lo que trajo.

Un par de wafles, algo de fruta, dos tazas de té.

- Vamos muchacha. Termina con tu pataleta. Vamos a desayunar

Buenas noches, ladrón » Martín Vargas (Morat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora