Me doy cuenta de que me quedé dormida sobre el escritorio cuando me despierto con un sobresalto.
Me levanto erguida y mi cuello aúlla de dolor.
Por un segundo no tengo idea de por qué estoy despierta, y miro a mi alrededor histéricamente, preguntándome si es por la mañana y voy tarde para la universidad.
El computador encendido frente a mí me dice que son las 8 de la noche.
Poco a poco la consciencia viene lo suficiente para recordarme que es viernes y no tengo clase mañana, y veo en esa misma pantalla que acabo de enviar mi examen parcial de patronaje, y parece ser que caí dormida sobre el escritorio justo al oprimir el botón de enviar.
Muevo la cabeza de un lado a otro para suavizar el dolor, y vuelvo a dar un salto cuando escucho el golpeteo desesperado en mi puerta, que prueba que no me desperté yo sola.
Salgo de la silla con esfuerzo, y mi espalda emite un ruido horrible cuando me levanto y cojeo hacia la puerta.
Cuando abro y la veo de pie al otro lado, mi corazón empieza a latir tan fuerte que siento que me duele, como si fuera capaz de romperme una costilla en su desenfreno.
Estaba mirando al suelo, pero sus ojos suben en el momento en el que le abro y el tiempo se ralentiza de una manera que no tiene sentido, como si quisiera que me tome lo mío viendo esos ojos castaños oscuros, que parecen sonreírme detrás de los cristales de sus lentes.
Está vestida con unos de sus habituales pantalones enormes, pero lleva una blusita negra simple de manga larga que si es de su talla, y acaricia suavemente la curva de su cintura.
Es una prenda absolutamente recatada. Ni siquiera tiene un escote particularmente significativo, pero por alguna razón la simple insinuación del hueso de sus clavículas, en donde descansa un collarcito con varios pendientes en forma de estrellas me hace tragar saliva.
Me quedo mirándola sin articular ni un sonido, porque me parece tan guapa que cualquier palabra se siente pequeña.
- Hola – Me saluda, con esa sonrisa que es un poco tímida pero también algo íntima, porque sus ojos no se despegan de los míos
- Hola – Le respondo tontamente
Kat baja la mirada y me doy cuenta de que sus dedos se anudan juntos.
Lleva puesto un anillito con forma de estrella que evoca un poco su joyería de antes, a pesar de que todo en ella parece haber cambiado mucho.
Está usando un toque de máscara de pestañas y un lápiz de labios rosado y sutil que solo parece resaltar el color natural de esa boca ancha y sensual que tiene.
Bajo la mirada de nuevo a sus dedos, siguiendo su movimiento nervioso.
- Estaba preocupada por ti – Dice en voz baja – Ya no te veo nunca
- Estaba estudiando – Respondo como una idiota
- ¿A todas horas? Ni siquiera has ido a Nana's a comer y me preocupé por ti
Abro la puerta para invitarla a pasar, porque creo que estoy teniendo un colapso mental, y de todas maneras el estado de mi habitación hace obvio que no le estoy mintiendo.
Suspiro cuando me pasa por el lado, y su olor a chocolate flota hacia mí.
Ella entra y mira con curiosidad mi habitación, que actualmente es mitad un taller de costura y mitad un basurero. Hay un vestido a medio terminar en un maniquí, una docena de figurines pegados en la pared, una bitácora y un montón de marcadores tirados en mi mesa de trabajo, mi computador encendido junto a un termo de café y una caja de comida china sin terminar.
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Buenas noches, ladrón » Martín Vargas (Morat)
FanfictionSolo un beso, fue lo que te prometí. Uno solo. Pero esto es más que un beso, ladrón. Algo pasa entre los dos, y no podemos negarlo....