40. Una U

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- Despierta, Kat. Despierta

Oigo la voz atravesando la niebla de mis pesadillas, pero no logro salir.

Un estremecimiento me atraviesa el cuerpo, y muevo las manos salvajemente para liberarme de las esposas.

Excepto que en realidad no estoy esposada, así que mis manos golpean todo a su paso: mi propio costado y algo un poco más suave.

Oigo un jadeo masculino y me aparto instintivamente con tanta fuerza que me caigo de la cama.

Me doy de lleno en la cadera, y el dolor finalmente me despierta.

Jadeo para recuperar el aliento mientras me doy cuenta de que estoy en la habitación de Martín, y el jadeo que escuché fue de él cuando le pegué un puño en un ojo, que ahora está acunando penosamente.

Todos los pasos que avanzamos esta noche parecen retroceder a la nada cuando Laura se baja de la cama rápidamente para ver si estoy bien, pero Martín se queda en dónde está.

Subo las rodillas y meto la cabeza entre ellas para recuperar mi respiración, mientras me repito lo mismo en la mente: Ya pasó. Estoy bien. Estoy acá. Estoy segura.

Laura se inclina junto a mí, pero no me toca.

No es la primera vez que esto nos pasa en medio de la noche, y aprendió del modo difícil que el contacto lo hace peor, así que ahora solo se sienta a mi lado, como diciéndome que está ahí para mí, y espera.

Eventualmente me dejo caer hacia un lado hasta que me apoyo en ella.

- Martín – Lo llamo

- ¿Qué?

- Lo siento. Fue una pesadilla. ¿Te golpeé muy fuerte?

- No fue nada – Responde suavemente

Extiendo mi mano a ciegas hacia la cama, donde él está todavía.

Lo siento moverse con cautela hasta que se baja de la cama y se sienta en el suelo junto a nosotras.

Mete su mano cuidadosamente dentro de la mía, y cierro mis dedos con fuerza alrededor de los suyos mientras respiro para recuperar un poco de serenidad.

Laura me aparta el pelo sudoroso de la cara con gentileza, y de repente me siento tan cansada que no puedo evitar que se me escape un ruidito de impotencia.

- Lo lamento – Digo con la voz un poco rota

- ¿Por tener pesadillas? – Me pregunta él – Podemos echar una competencia de quién tiene más, aunque puede que me ganes porque tendría que dormir en primer lugar para tener alguna

Miro el reloj de la habitación, que dice que son las 3:52 de la madrugada.

- ¿No te habías dormido? – Me distraigo

- Nop. Uno de los tres tenía que enterarse de cómo acababa la película

No llegué a ver el final de la película que elegimos, pero estoy segura de que ya debería haberse acabado hace un par de horas.

- ¿Por qué no tomas tus pastillas? – Lo regaño

- Porque no estamos hablando de mí en este momento – Responde, subiendo esas cejas ultra expresivas que tiene - ¿Cómo te sientes?

Dejo pasar el tema de su falta de sueño por ahora, porque sé que implica un motón de cosas para él, pero hago una nota mental de sacarlo en algún momento.

Buenas noches, ladrón » Martín Vargas (Morat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora