34. Realidad

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Somos 12 personas durmiendo en el bus de gira cada noche, así que siempre hay un momento un poco caótico.

Cuando el show se termina, vamos al camerino.

El staff espera 45 minutos aproximadamente, antes de salir y empezar a desmontar el equipo. Durante ese tiempo, los encargados del venue ya han empezado a bajar y desconectar nuestro set de luces, incluso antes de que la gente deje el recinto.

Yo salgo una hora más tarde, luego de beberme una botella de agua y compartir un rato con los chicos, que generalmente van al bus después de eso.

Me cambio lo que sea con lo que toqué por un hoodie del crew y una gorra que me mimetiza con el resto del equipo para guardar cables, desmontar mi sistema de sonido y volver a desbaratar la batería para que sea cargada en el tráiler en el que viaja.

Después de eso solemos buscar un lugar para comer si hay algo fácil. Sino, nos subimos al bus y paramos por el camino.

Todos salimos de tocar con demasiada energía, así que al volver al bus se llama a las familias, se juegan videojuegos, se hacen tareas, se toca un rato más o, en general, se hace alguna actividad por un rato para terminar de drenar la adrenalina, y luego de eso la gente empieza a irse a sus literas.

Isaza es bastante noctámbulo, así que suele ser uno de los últimos en irse.

Kat generalmente usa las noches para hacer tareas, así que suele quedarse hasta tarde, y me he dado cuenta de que le gusta irse a dormir cuando está demasiado agotada como para soñar, y por lo tanto para las pesadillas.

Sin embargo, esta noche estamos ante uno de nuestros trayectos más largos en el bus.

Hay cerca de 17 horas entre Phoenix y Houston, a donde esperamos llegar hacia las 3 de la tarde de mañana. Pasado mañana y el día siguiente a ese los tendremos libres, y luego de eso será nuestro show; y todos estamos ansiando el descanso.

Ahora mismo, el peso de los días que llevamos en la carretera se ha empezado a asentar, y el cansancio ya se siente. En mi caso, se traduce en que mis de por si escasas horas de sueño empiezan a ser menos, y de peor calidad.

Por eso, cuando todos se van a la cama, traigo mi almohada y mi manta de gatitos a la sala.

Cierro la puerta cuidadosamente detrás de mí para que la luz no moleste a nadie, y enciendo el televisor que está empotrado a la pared.

Soy super fan de repetir capítulos de Grey's Anatomy que ya vi, así que me preparo mi leche achocolatada, elijo cualquiera al azar, y me recuesto a verlo.

El aire acondicionado se mantiene encendido para garantizar la calidad del aire dentro del bus, y aunque la temperatura es agradable, en la madrugada siempre se siente un poco de frío, así que me acurruco en mi manta.

Escucho la puerta abrirse y miro hacia arriba para descubrir que se trata de Kat.

Tiene esa expresión triste que me indica que acaba de despertarse de una pesadilla.

Sin decirle nada, le extiendo mi vaso de leche achocolatada y ella lo toma con una sonrisa nostálgica.

Nos hemos quedado en el sofá pintando o leyendo juntos un par de veces en las últimas semanas, aunque normalmente ella duerme de un lado y yo del otro, solo con nuestros pies encontrándose a mitad de camino.

Esta noche, ella va a su lado de siempre y jala el extremo de la manta que ya ha marcado como suyo.

- Son casi las 5. ¿Has dormido algo?

Buenas noches, ladrón » Martín Vargas (Morat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora