49. Fugaz: Parte I

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El mundo se queda vacío.

En realidad, hay gente todavía aquí, y cosas que pasan, y obligaciones que atender, pero todo está vacío porque él no está aquí.

La gira se ha terminado, y el equipo de Morat deja el hotel poco después, aunque él no está con ellos.

No volvemos a verlo desde ese momento en el que nos quedamos mirando su espalda al otro lado de una avenida mientras se perdía en Central Park.

Nunca regresa al hotel en el pequeño tramo en el que nos encontramos con los demás y no contesta nuestras llamadas, pero Simón si lo hace.

- Laura – Me saluda la voz de Simón.

- Gracias a Dios – Suspiro

- Está conmigo – Me tranquiliza – Lo recogí en Central Park

- ¿Siguen en Nueva York?

Han pasado cerca de 16 horas desde que lo vimos por última vez.

Su gente dejó el hotel hace unas 5 horas, aunque Isaza, Villa y Shari todavía están aquí y planean quedarse hasta el juicio de Kat.

Dicen que ninguno sabe de Marto, pero no sé si creerles.

Simón desapareció con él, y saber que lo está cuidando me trae un poco de paz.

- No te puedo decir eso

- Claro que puedes. Es una respuesta de sí o no, y tú eres una de las personas más inteligentes que conozco

- Entonces cambia la pregunta – Me dice él – Me pidió que no les dijera nada, así que ya lo estoy traicionando solo por levantar el teléfono. No me hagas romperle más promesas

- Lo estás traicionando porque sabes que esto es una idiotez, y que deberíamos estar con él

- Mi opinión no es lo importante aquí

- Por favor, Simón – Le suplico

- Lo siento mucho, Uru

Miro por la ventana de mi habitación.

Me encantaba mirar el skyline de Nueva York por esta ventana, pero ahora todo se siente apagado.

Aunque sé racionalmente que Simón lo recogió y seguramente está a salvo, en mi mente sigue perdido en las calles de esta ciudad, y está solo y angustiado, y no nos deja acercarnos para cuidarlo a pesar de que es lo único que queremos.

Por fin logré que Kat se durmiera, y está acurrucada en mi cama con la cobija de gatitos que Martín dejó acá, porque ni siquiera envió a alguien por las cosas que dejó abandonadas en mi habitación.

Solo desapareció y ya.

- ¿Cómo está?

- Ha llorado bastante – Admite Simón – Sin embargo, empezó a tomar la medicina esta mañana. Es un cambio de vida muy importante para él. Creo que necesita tiempo para ajustarse. Necesito que le des ese tiempo, Lau. Por favor

- Solo quiero que esté bien – Le digo, y mi voz se quiebra porque no he podido llorar.

Siento que debo permanecer fuerte para Kat, pero ahora se siente como si me hubieran arrancado la mitad del corazón, y no sé cómo se supone que siga entera.

- Te juro que le voy a meter las pastillas por la garganta a punta de fuerza bruta si tengo que hacerlo, pero me voy a encargar de que esté bien

- Gracias, Moncho

- ¿Cómo están ustedes?

- Tengo miedo de que Kat no soporte perderlo. Ellos dos.... – Suspiro, y me froto los ojos – Son una fuerza especial. Ella ha sido capaz de enfrentarse a muchas cosas solo por él, y francamente él por ella. Solo dormía bien con ella, y ahora... - Mi voz se apaga, porque no sé cómo cuidar de los dos si él no quiere que estemos cerca, Kat se me está rompiendo entre las manos y yo misma estoy tan quebrada que no encuentro cómo seguir siendo fuerte

Buenas noches, ladrón » Martín Vargas (Morat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora