50. Fugaz: Parte II

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Los Hamptons.

Martín Vargas.

Kat saca su bolsa de maquillaje y toma un algodón y un bote de agua micelar para desmaquillarse.

Ha salido del traje que Laura le confeccionó, y solo lleva puesta una camisita interior de tirantes y unas bragas de corazoncitos.

Es un día nublado sobre los Hamptons, y el cielo gris hace que el mar luzca plateado, y tiene una magia particular.

Kat ha abierto la vidriera, aunque esta vez nos quedamos en el sillón de la sala.

Estoy recostado bocabajo en el sofá cuando un delineador plateado se cae de la bolsa de maquillaje de Kat.

Laura lo toma y dibuja algo sobre mi espalda.

La punta fría del delineador me hace estremecer y ella se ríe.

- ¿Qué haces? – Le pregunto

Kat examina por encima de mi hombro y acepta cuando Laura le ofrece el delineador. Dibuja algo y sonríe.

Trato de mirar que están haciendo, pero obviamente no me puedo ver mi propia espalda.

Gimoteo de desesperación cuando Laura vuelve a dibujar algo, y ella se ríe.

Como para tranquilizarme, se acerca y dibuja sobre mi muñeca.

Para ser preciso, dibuja una estrellita sobre un lunar en mi piel.

- Vamos a cazar tus pecas y convertirlas en estrellas – Anuncia ella

Kat rebusca en su bolsa de maquillaje y encuentra un delineador azul metalizado, y se pone con la tarea.

Tengo muchísimos lunares salpicados por la espalda y el pecho, así que esto va a tomar un rato.

- ¿Por qué? – Pregunto

- Supongo que porque todos estamos haciendo cosas sin sentido, y me gusta el concepto de tu piel y las estrellas – Responde Laura con un encogimiento de hombros

Estoy usando solo el pantalón de vestir que llevé a la corte.

El resto de mi ropa está cuidadosamente doblada en un sofá frente al que estamos ocupando, junto con el traje sastre de Laura, que solo lleva puestas sus bragas y una camisa de botones que deja ver la silueta del sujetador de encaje que tiene debajo.

Me doy cuenta de que no está intentando ser sexy, pero las ganas de tocarla son tan poderosas que casi me derriban.

Me quedo bocabajo mientras ellas dibujan sobre mi espalda, y mis ojos se cierran por un segundo, porque esta sensación de paz no existe sin ellas.

- ¿Podemos hablar de esto? – Les pido

- No. Vas a hacer llorar a Kat, y yo me voy a enojar – Responde Laura, y dibuja una estrellita en la parte de arriba de mi cuello

- Estás haciendo un berrinche – Observa Kat, mirando a Lau con alegría

Es verdad que es bonito verla toda enfurruñada e irrazonable, cuando ella siempre ha jugado el papel de la persona centrada y en control de los tres.

Laura frunce el ceño y me empuja para que me ponga de lado.

Dibuja una estrellita enojadamente sobre mis costillas.

- ¡Porque estoy enamorada de este imbécil que no para de intentar dejarme! – Exclama Laura airadamente

Kat se ríe, y se inclina por encima de mí para darle un beso.

Buenas noches, ladrón » Martín Vargas (Morat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora