46. Estrellas: Parte II

405 35 66
                                    

Se supone que la lluvia de estrellas va a ser visible hacia las 8:30 de la noche.

Kat está muy infeliz desde que le conté que en realidad no son estrellas, sino partículas de polvo de algún cometa que se desintegran cuando entran en contacto con la atmósfera y producen un rastro luminoso debido a la velocidad y a la fricción.

Si, estudié sobre eso.

No, definitivamente no nos va a caer una estrellita que podemos llevarnos a casa, como estaba esperando Kat, que ha estado haciendo una pataleta desde entonces.

Ahora mismo son algo más de las 6 y el sol acaba de ponerse, dejando un rastro morado tras de sí.

Ver el atardecer juntos ha sido tan bonito que creo que todos estamos un poco conmovidos.

Marto y yo seguimos recostados bocarriba en unos almohadones, todavía mirando el cielo aunque ya está oscuro, y algunas estrellas empiezan a brillar.

Kat se levantó para ir al baño hace un rato, pero un clima mágico sigue flotando a nuestro alrededor.

El viento cálido procedente del mar nos acaricia la piel justo en el momento en el que Marto gira en su almohadón y me mira.

- Estás muy morenita – Me dice con una sonrisa

Giro para verlo y corro mis dedos por su pelo rosa, que se ha deslavado un poco y ahora solo luce rubio.

- Este día ha sido muy feliz – Sonrío

- ¿Verdad que sí? – Está de acuerdo

- ¿Estás cansado? – Le pregunto, porque sus ojitos lucen muy pequeños

- Es esta puta gripa que no decide solo darme de una vez

- ¿Estás indispuesto?

- No es nada del otro mundo

- Podemos ir adentro. Puede que la brisa te haga mal

- Ah, no, Laura Patricia. No hay nada que me haga más feliz que estar bajo el cielo con mis chicas, así que no me iré

- Ya tenemos a Kat con un berrinche porque las estrellas no son estrellas. No te pongas difícil tú también – Lo regaño

- No me pongo difícil – Se ríe – Y sabes que soy re contra mimado y me gusta que me cuiden, así que si me siento mal de verdad, te lo diré. Solo quiero estar aquí con ustedes y disfrutar

Sonrío y me acerco para abrazarlo.

Grito cuando me sube encima de él, y quedo sentada a horcajadas sobre su cuerpo.

Le doy un golpecito en el pecho.

- Basta. Deja de hacer cosas calientes – Lo regaño

- ¿Por qué? – Me dice con picardía

Miro hacia la vidriera que se abre de la cocina de la casa hacia la playa, pero todavía no veo salir a Kat.

- No quiero que la presionemos, amor

- Si, pero que actuemos todos raros y cuidadosos solo la hace sentir rara. Ella ya me conoce y sabe que, si estuviera con una Uru de canela en la playa, querría tocarla, porque quién no querría

- ¿Una Uru de canela? – Me río

- Si, mira – Dice alegremente y mueve el tirante que ata la parte inferior de mi traje de baño a mi cintura.

Efectivamente bajo la tela se ve una línea de piel mucho más clara, porque estoy super bronceada.

La sensación de sus manos sobre mi piel se siente eléctrica y creo que lo sabe. Sus dedos son esbeltos y suaves, y su piel ligeramente más pálida contrasta contra la mía de una manera hipnótica.

Buenas noches, ladrón » Martín Vargas (Morat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora