De Angel No Tiene Nada

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Y aquí seguía atormentándome por lo que acabó de pasar y para colmo de males la hora para ir a casa de Adam ya estaba cerca. Que nervios, tierra tragame y escupeme en Francia.

Toqué mi vientre, apretando las piernas, me dolían un poco.

— ¿Te encuentras bien? –preguntó Sophia percatándose de lo que hacía–.

— Si, no es nada importante –contesté–.

— Vale.

sonreí y miré mi cuaderno para tomar apuntes y en eso mi celular vibró, lo revisé y era un mensaje de Adam qué decía:

— ¿Te lastimé mucho mi Fawn?

Desvíe la mirada hacia Adam quien estaba en la última columna de lado derecho sentado en el último pupitre, batiendo el lapicero qué sostenía con sus dedos, mirándome mientras sonreía con inocencia. Le sonreí y negué con la cabeza.

— Señorita Jones –dirigí mi atención hacia la maestra–.

— Amm ¿si maestra Johnson?

— Hemos hablado sobre los dispositivos en mi clase.

— Oh si, lo lamento es que mi papá me envió un mensaje –pinche vieja sapa.

— ¿Me permite ver? –estiró su mano hacia mi. Carajo.

— Emm si claro –le entregué mi celular con nervios, ella lo tomó y al revisar sus ojos se abrieron como platos y me miro con la misma expresión.

— En lugar de su papá, veo un mensaje del joven Smith –bajó sus lentes y me miró por encima de ellos.

— Bueno... Verónica dijo que le había escrito  su papi, pero no dijo cual –comentó Sophia, apreté mis labios y me tapé la boca para no reír.

— ¡Señorita Louren!

— Es Loren.

— Como sea no estoy hablando con usted y ustedes dos –nos miró a Adam y a mi– me quedaré con sus celulares hasta la hora de salida –fue hasta donde Adam y le quitó el celular.

Es una amargada ella siempre ha sido así, desde que nos conocimos me ha tenido amor; ella aquí es como una Dolores Umbridge, osea odiosa, merece ser besada por un dementor o mejor dicho juntarlas, harían linda pareja.

Sophia me miró y me guiñó el ojo, le sonreí. La clase terminó y salimos del salón, yo salí con Sophia y los chicos detrás de nosotros a una cierta distancia ya que Sophia no quería estar cerca de Axel.

— Sophia, necesito tu ayuda.

— Soy todo oídos, escupelo.

— Está bien, necesito que me ayudes a elegir ropa para la ocasión –pedí casi suplicando–.

— No hay problema yo te ayudo.

— Ay dios muchas gracias.

— Jones, vámonos –grita desde el auto, tomé a Sophia de gancho y nos fuimos hacia el auto.

— Sophia irá con nosotros.

— Claro suban.

Rodeé el auto y subí, Sophia fue al asiento trasero. Encendió el auto y emprendió camino a casa; Sophia estuvo en silencio el mayor tiempo de camino a casa, no decía mucho y estaba muy distraída, como si algo le preocupara y podía sentir que estaba algo incomoda y nerviosa.

Llegamos después de un tiempo, bajamos, le agradecimos a Adam y entramos a mi casa.

— Linda casa –elogió ella–.

Hasta que la muerte nos separe  [Completa ✔️] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora