Nada cambiará

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Creo que es la segunda o tercera vez que Adam y yo tenemos una discusión así, o más bien, una pelea fuerte, por lo que no podría decir que estoy acostumbrada y que es normal las peleas en una relación.

Adam y yo no hemos tenido unos seis perfectos meses de relación, pero tampoco han sido tan malos.

— Deberías hablar con él, cariño.

— ¿Yo? ¿Por qué yo? Fue el quien mintió, y también dijo que estaba harto, mamá. Él debería venir y hablar conmigo, no yo.

— Deja tu orgullo, Verónica, Adam la está pasando bastante mal con su enfermedad y en lugar de pelear con él deberías apoyarlo.

— ¿Y crees que es fácil para mí? ¿Qué no sufro, qué no me duele? Me duele que él me deje pronto, también me duele que me oculte las cosas; sin embargo yo no me desquito con el ni digo que me tiene harta, porque no, no es así, no me tiene harta. Pero al parecer yo si a él y que bueno saberlo, mamá.

— Tal vez solo lo dijo porque se molestó...

— Yo, no diré nada, mamá. No pienso ir a buscarlo.

— Solo te digo que la vida es corta, Verónica. Nunca sabremos cuál será el último "adiós" y que ustedes dos estén así sin saber que puede pasar en un abrir y cerrar de ojos. Así que ya deja tu orgullo.

No dije nada, mamá salió de la habitación algo molesta, tenía un poco de razón, de hecho, mucha razón. Creo que debería ir a hablar con él, supongo que ambos nos merecemos una disculpa por lo que pasó.

Me levanté y caminé hacia la puerta con la intención de buscar a Adam.

— ¡Adam! –lo llamé, él respondió y luego subió conmigo.

— ¿Qué sucede...?

— ¿Podemos hablar...?

— Claro, de hecho yo también quería hablar contigo... – le extendí la mano, pero él la rechazó y pasó por mi lado sin decir nada. Bajé la mano y me dirigí al interior de mi habitación.

— Bueno, yo...

— Antes de que continúes, yo, yo quiero hablar primero.

— Claro, no hay problema.

— Gracias. Escucha yo, estuve pensando en la idea que tuve cuando supe sobre el cáncer...

— ¿Cuál?

— Alejarme...de ti y de todos.

— ¡Qué! ¿De que hablas...?

— Hablo de terminar, es una decisión que ya tomé.

— ¿En serio? ¿A pocos días de nuestra boda?

— Al menos no te dejaría plantada en el altar.

— ¡¿Te estás escuchando?! ¡¿Cómo puedes hacerme esto, Adam?!

— ¡Entiende, no quiero verte sufrir, no quiero preocuparte, no quiero mentirte para que no sepas lo que pasa!

— Más dolor me causa saber que te quieres rendir, o más bien, que ya lo hiciste. ¿Cuántas veces debo decirte que cuando es amor de verdad todo vale la pena? –dije con voz quebrada, mis ojos se nublaron por las lágrimas–, y veo que solo yo lo tengo entendido y que solo me importa a mí... Pero no seré egoísta, no como tú, haz lo que quieras y eso no quiere decir que estoy harta. Es solo que tú ya tomaste tu decisión, yo solo la respeto. Ahora vete...

— Verónica...

— ¡Que te vayas! Y no quiero oírte, no quiero sentirte. Si esa fue tu decisión entonces hazlo ya –llorando, me senté en la cama–. Esto no solo ha sido difícil para ti, también lo es para mí; y sin embargo sigo aquí, sin rendirme. Te amo, pero si es lo que tú quieres, entonces, no voy a detenerte...–con todo el dolor de mi alma me quité el anillo dispuesta a entregárselo.

Hasta que la muerte nos separe  [Completa ✔️] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora