Nunca te olvidaré

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Hoy era el día, ayer su cuerpo había sido velado y hoy tocaba despedirlo para siempre. No quería ir, no quería ver como lo apartaban de mi lado, no quería ver como se iría para toda la vida. Ver cómo nuestros sueños se habían esfumado en un abrir y cerrar de ojos.

Cada te amo, cada te quiero, cada frase que salían de sus labios y su risa ahora solo las escucharía en mi cabeza. Y luego lo que más me dolía; mi hija o hijo no conocería a su padre, ni su padre a él o a ella. Estaba perdiendo la cordura, aún así decidí ir aunque no quisiera, él era mi esposo y quería verlo por última vez, pero solo verlo; porque no me siento capaz de decirle adiós para siempre.

Habíamos llegado a la iglesia y mis padres aún estaban dudosos de que yo lo viera, de hecho no querían, pero no podían interponerse.

- ¿Estás segura, cariño? -preguntó papá.

- Si, estoy segura... -ambos se miraron y asintieron, cerré mis ojos y dí un suspiro. Volví abrir mis ojos y decidí caminar hacia el interior de la iglesia. Mis padres estaban como guardaespaldas detrás de mi.

Podía sentir las miradas de la poca gente que había: estaban algunos que otros familiares del señor Smith, unos compañeros de su trabajo y algunos amigos de Adam.

Caminé hacia el frente en dónde se encontraba el ataúd, dando pasos temblorosos que dudaban en acercarse.

En los primeros asientos estaban Axel, Sophia y su hijo, una imagen que ayudó a sentir como mi corazón se destruía sin piedad alguna, ya que era así como me veía en unos años con Adam y mi hija: juntos. Me detuve a una cierta distancia que no me permitía ver por dentro, mi corazón latía rápido con la poca esperanza de que no fuera Adam, pero al acercarme más, confirmé que si era él. Apagando toda pizca de esperanza.

No pude contenerme más y estallé en llanto, estuve a punto de caer hacia atrás pero antes de que eso pasara unos brazos me rodearon, era Axel. Él me prestó su pecho para que yo pudiera llorar en él mientras acariciaba mi cabeza, yo solo lloraba y apretaba la tela de su camisa con todas mis fuerzas.

- Es mejor que te sientes -habló suave.

- No -dije negando con la cabeza.

- Verónica, por favor -insistió intentando alejarme de ahí, traté de soltarme.

- No sabes cuánto deseaba verlo, pero no de esta forma... -dije llorando.

- Lo entiendo, pero debes ser fuerte. Vamos para que te sientes..

- No quiero...

- Verónica...

- ¡Te dije que no quiero!, ¡Suéltame! -lo fui empujando un poco, él levantó ambas manos en forma de rendimiento.

- Está bien, está bien. Cálmate, por favor.

- ¡No quiero que me alejen de él!

- Adam siempre estará con nosotros, él jamás se irá de tu lado -lo miré por unos segundos y luego me volteé a ver a Adam.

- Puedes sentarte, yo estaré bien...

- De acuerdo, estaré cerca por si necesitas algo -no respondí, solo me dediqué a observar a Adam.

Sus labios rosados ahora eran de un color morado, su piel estaba pálida y fría. Acaricié su rostro y quité el cabello de su frente.

- Tú no deberías estar aquí, ellos si. Ellos lo van a pagar tarde o temprano, no te preocupes por mi, yo... Yo estaré bien, yo voy a ser fuerte y jamás voy a olvidarte, siempre vivirás en mi. Tú y yo somos uno solo, y siempre será así -mi voz se quebró y mis lágrimas cayeron nuevamente, recosté mi cabeza en la tapa del ataúd y acaricié su rostro otra vez- Tal vez quieras a solas estar, -empecé a cantar en voz baja- ¿Con el corazón roto que harás? Esa luz, que hay en ti... Ese amor, lo puedo distinguir, día y noche ahí estás... -sorbí mi nariz- nos podrán, separar... A veces el destino es así, hace bien y es real. Algo extraño sin maaas... Descansa yaaa

Hasta que la muerte nos separe  [Completa ✔️] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora