De mal en peor (parte 2)

17 3 0
                                    

Adam Smith

— ¿Por qué no me lo querías decir?

— Porque no quería que te preocuparas... Quería decírtelo más después...

— Ey –la tomé del rostro–, quiero que de hoy en adelante me lo cuentes todo sin importar que tan preocupante sea, ¿De acuerdo?

— De acuerdo... Lo siento.

— No, no te disculpes, lo entiendo; pero soy tu esposo, recuerda que me puedes contar lo que sea. ¿Si, mi niña? –ella asintió– bien. Escucha, saldré de nuevo, buscaré la forma de conseguir el dinero, ¿De acuerdo?

— ¿Tienes alguna idea en mente?

— Algo se me ocurrirá. Tú tranquila, ahora vuelvo –le dí un pequeño beso en los labios y otro en la frente–. Hasta luego, señora Dawson.

— Cuídate, Adam.

— Lo haré, gracias, ustedes también cuidense.

Salí de la casa y fui a la mía por el arma de papá: era una Glock 17 Gen 3, era de mi abuelo, luego pasó a ser de mi padre pero él no la usa, solo la tiene de recuerdo. Tal vez ya era hora de darle uso a esta bebé (obvio solo si es necesario).

Tomé el cargador y me aseguré de que  estuviera cargada y luego la puse en el arma. También me aseguré que tuviera puesto el seguro y luego lo guardé dentro del pantalón de la parte de atrás de mi espalda, tapándola con la camisa.

— ¿Adam? –miré por el espejo: era Axel, quien me miraba espantado.

— Axel, ¿Que haces aquí?

— Llegué hace una media hora, estaba en la cocina...

— ¡Aaah! Vale, vale. ¿Y que hacías aquí? –pregunté nervioso.

— Olvidaste el celular en mi casa y vine a traertelo –estaba asustado o preocupado, él me había visto pero yo rogaba que no fuera así.

— Vale, gracias. Déjalo ahí, tengo que salir –caminé hacia la puerta.

— ¿Que harás con el arma, Adam? –preguntó casi en un aludido, suspiré, me senté en la cama y pasé mis manos por mi rostro.

— Ven, te voy a contar.

Axel se sentó y me miró con mucha atención.  Él no tenía miedo de que le pudiera hacer daño, sino de la locura que se me había ocurrido.

Tragué saliva y entonces le conté mi plan, al principio me pidió que no lo hiciera pero luego pareció entender, e incluso se ofreció a ir conmigo.

— ¡Ya te dije que no, Axel! No nos enfrentaremos a los niños que te molestaban en la escuela, sino a gente realmente peligrosa. No voy a ponerte en riesgo, punto, se acabó.

— No te estaba pidiendo permiso, voy a ir, no te dejaré solo en esto. Verónica y tú son mi familia, quiero ayudar. Además, necesitarás a alguien que te cubra la espalda.

— Es peligroso –repetí–, Axel, no quiero meterte en esto.

— Puedo tapar el número de placa, mi moto necesita un cambio de imagen urgente. Puedo hacerlo después del asalto, además, no nos conocen. Estaremos bien –dijo relajado–. Levanta el trasero y vamos.

— Ya te dije que no i...

— Te espero abajo –se retiró, dejándome con la palabra en la boca. Suspiré.

No quería que mi mejor amigo se involucrara en esto, pero tenía razón; necesitaba a alguien que me cubriera.

Bajé yendo con él y lo miré, pensando bien lo que iba a decir.

Hasta que la muerte nos separe  [Completa ✔️] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora