Una vida dentro de otra

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— ¿Y cuando le piensas decir a Adam sobre tu embarazo? –preguntó abriendo los ventanales y las cortinas, luego se sentó a mi lado nuevamente– deja que entre un poco de luz

— Está bien, y, no lo sé, tal vez mañana, aún estoy pensado en como decirle.

— Entiendo, quiero que sepas que si él, no quiere hacerse cargo...yo estoy dispuesto a hacerlo.

— ¿De verdad quieres estar conmigo aún sabiendo que estoy esperando un hijo de otra persona?

— Claro que si, Verónica –me tomó de la mejilla– si te quiero a ti, debo querer también a tu bebé y a mí me gustan los niños, además; él no tiene la culpa de nada.

— Y ¿No te avergüenza que tus amigos se enteren que te estás haciendo cargo de un hijo que no es tuyo? –pregunté incrédula.

— Claro que no, hacerme cargo de un bebé que no es mío no me hace menos hombre, más bien; demuestro tener los huevos que el padre no tuvo. No tendría por qué avergonzarme. De hecho, lo querría como si fuera mío –dijo con tanta sinceridad y dulzura.

— Gracias, Matt.

— No tienes que agradecer –aún sostenía mi mejilla– sabes bien que estoy para apoyarte.

Sonreí, mirándolo a los ojos, luego, bajé la mirada a sus labios; eran rosados y gruesos (no tanto como los de Adam pero si, eran algo gruesos), se veían suaves, quería... quería besarlo.

Al parecer me leyó la mente, acercó su rostro lentamente al mío, yo hice lo mismo; estábamos indecisos, entre si y no pero finalmente, nuestros labios se unieron y él inició moviendo los lentamente.

Le seguí el ritmo colocando mi mano alrededor de su cuello, besaba bien. Mordió suavemente mi labio inferior, haciéndome soltar un jadeo involuntario, luego, nuestros besos subían de intensidad y sin darme cuenta él ya estaba encima de mi, besando cada parte de mi cuerpo.

No me quejé, mi cuerpo en lugar de rechazarlo quería más, de mis labios no salía ninguna protesta, solo jadeos; en ese momento no estaba pensando en lo que estaba bien o mal, solo estaba enfocada en él, o más bien, en lo que sentía mi cuerpo al sentir sus caricias.

Levanté y quité mi blusa para luego hacer lo mismo con su pantalón.  Mattheo me tomó de la cintura y me sentó encima de su miembro erecto  (él ya estaba sin camisa). Besaba mi cuello mientras apretaba mi trasero,  abracé su cuello y luego lo besé, para después poner mi mano en su pecho, él se acostó observandome, yo seguía encima de su erección, me acomodé y el introdujo su miembro en mi vagina, haciéndome soltar un gemido.

Comencé a moverme levemente y él colocó sus manos en mis muslos para ayudarme con el movimiento; echaba su cabeza para atrás por el placer y de mi solo salían gemidos, empecé a moverme con más intensidad, él me tomó del brazo y me atrajo hacia su cuerpo.

Sentía placer, no lo niego, pero en realidad lo único que quería era olvidarlo buscando consuelo en brazos de alguien más; pero no sentía que funcionaba, no era la misma cosa. Pues no era él, no era Adam.

Matt, dió un giro haciendo que yo quedara abajo de él, besó mi cuello mientras se movía lento, abracé su cintura con las piernas y arqueaba la espalda por el placer que él me daba.

De repente, un ruido se oyó, provenía de afuera de mi ventana, ambos nos miramos pero luego recordé que a Norrys le gustaba andar por ahí, se lo dije y entonces dejamos de darle importancia.

Mattheo me miraba a los ojos; estaba sudado, algo que le daba un toque sexy y sobretodo; salvaje. Ya faltaba poco, sus movimientos acelerados me hacían soltar varios gemidos descontrolados y un tanto fuertes, ya no aguantaba, la electricidad que sentía mi cuerpo era intensa. Mis piernas temblaban demasiado, pero, finalmente, terminé. Estallando en un gran orgasmo.

Hasta que la muerte nos separe  [Completa ✔️] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora