-Te dije que no debiste seguirme- estaba llena de arañazos y cortadas. -Siéntate- no se porqué sentía la necesidad de protegerla, cuidarla.-Estoy bien- negué con desaprobación y yo mismo me regañé por haberme deleitado de sus facciones.
-Tomaremos un descanso ¿tus poderes regresaron?- negó -Debe ser porque estás mal alimentada ¿que cosa comen las hadas?- la vi reír.
-Lo que la madre naturaleza nos da- um, pues que le traiga algo ¿no?
-¿Fruta?- asintió y caminé algunos pasos hasta perderme entre los árboles, me sentía extraño con ella cerca, sentía mi enojo bajar, me sed de venganza disminuir, sentía paz. Y no me lo podía permitir, mi florecita no podía quedar sin ser vengada. Mi florecita, ella también comía frutas todo el tiempo, quizás por eso era tan delgada. Frágil.
Tomé algunas frutas de un árbol cercano y me sentí mal por nunca haber hecho esto por ella. Quizás si la habría tratado mejor ella estuviera viva, o quizás no habría muerto odiándome.
Mi florecita, ¿algún día podré perdonarme?
-Gracias, es muy amable- de hecho no lo soy, soy un monstruo. Y lo único tan puro como para amarme lo maté.
-¿Porqué quieres guiarme allá?
-Ya le dije, es el dueño de mi vida.
-No lo soy, regresa con tu familia cuando me indiques el lugar.- la vi apretar los labios y lágrimas plata surcaron sus ojos.
-Ellas...- negó -Hace más de 100 años que no se de ellos.- sus lágrimas no paraban de salir.
-Deja de llorar- pronuncié con incomodidad, no me gustaba ese sentimiento. -Come rápido, tenemos que irnos.- la vi comer con rapidez y comenzamos a andar poco después.
A lo lejos divisé un pueblo. -¿Sabes cambiar tu físico?- negó
-Solo la realeza puede- lo intuí, a la puta realeza se le permite todo.
-Buscaré ropa, espérame aquí- me alejé sin mirar atrás y caminé hasta conseguir una tienda no muy alejada de la entrada del bosque en el que estábamos.
Tomé zapatos y ropa que le podían servir a esa complexión delgada, demasiado delgada. Enferma.
Nunca fue así, nunca quise cuidar de alguien ajeno a mi en toda mi vida y el sentimiento que me generaba aquello me hizo incomodar, como si traicionara a mi florecita.
Eran tan iguales y a la vez tan diferentes que quizás por verla a ella en el Hada esto pase conmigo, debe ser eso. Debo alejarme.
Tomé la llave en mis manos y la apreté con fuerza para darme un respiro. Fue lo único que me quedó de aquella noche en la que perdí todo. Mi luz.
La llave que la liberaría, la llave que si la hubiese a su alcance aquello no pasaría. Que si la habría liberado antes de irme, ella...
Si no me hubiese ido....
Ahora solo soy capaz de hacer el mal.
-Póntela- dejé la bolsa a su lado, con tantas horas bajo el sol debía alimentarme otra vez.
-Amo pued...
-Te dije que no me llamaras así. En cuanto me lleves allá quiero que te largues.- debía alejar su voz de mi cabeza, su voz tímida que me pedía abrazarla. Cuidarla.
-No tengo donde- apretaba las bolsas y sus orejas se tornaron rojas. -Hace mucho perdí mi grupo, ya no puedo volver. Déjeme quedarme con usted- reí sin gracia.
-Yo no voy a cuidar de ti.- tampoco planeo quedarme en este mundo. Inconscientemente apreté las gotas de sangre que tengo guardada, con la que daré fin a mi vida cuando ellas no estén.
-Busca un grupo o algo.- a las hadas no les gusta estar solas, eso lo sé.-¿Me ayuda?- me miró con ojos grandes -Está débil- dijo de pronto cambiando de tema radicalmente. -Necesita beber, beba de mi- negué -Hágalo, estaré bien.
-Tu sangre es morada, no me llama la atención- eso la hizo reír
-Sabe bien, lo juro- arrugué el rostro -Yo no... ahhh, tenía un amigo vampíro, se alimentaba de mi hace muchos años. Puede confiar. Déjeme hacer eso por favor. Salvó mi vida.
-Si hubiera sabido que hablas tanto te dejo morir- dije de mala gana antes de seguir caminando. Caminé unos kilómetros con ella siguiendo mi paso entre saltos, sus alas no servían aún. Pero me sentía desfallecer con cada paso.
Cuando la debilidad era tanta que no lograba contenerme tuve que aceptar. -Ven acá- la llamé con la mano. -Dame tu brazo.
-Oh, claro.- tenía los ojos grandes, sus mejillas se tiñeron de rosa cuando cruzamos miradas, su boca dejó salir una hermosa hilera blanca, sus orejas se movieron de un lado al otro. Tierna
Me generó tranquilidad, no debía.
Encajé mis colmillos en su brazo mientras nos mirábamos a los ojos y la sensación de llenura que me dio fue increíble, como si hubiese llenado mi corazón frío y oscuro.
La forma como me sentía era extraña, sentía calor en mi pecho cuando la notaba mirarme, sentía paz con solo tenerla próxima a mi, pero también sentía culpa y remordimiento por sentir todo aquello.
Yo no merecía eso, yo no merecía sentir algo más que venganza. Dolor, sufrimiento y angustia. Soledad, desolación e intranquilidad.
-¿Donde están las brujas?
-En las cavernas que están en America. Yo lo guiaré- negué
-Ahora que no hay brujas aquí puedes esconderte en los bosques, seguiré solo.
-¡No amo, no haga eso! No me deje sola- por el nerviosismo sus alas desplegaron.
-Para ya, dime donde- su nariz y orejas se removieron intentando resistirse a mi orden. Pero acabó cediendo y dándome el lugar exacto. Luego me alejé dejándola en el lugar.
Era lo mejor, de eso estoy seguro.
.
ESTÁS LEYENDO
Tiempo De...
FanfictionOctavo Libro de la Saga Paranormal Primer Libro: Gritó Lobo Segundo Libro: En Las Sombras Tercer Libro: Probar Cuarto Libro: Corre Quinto Libro: Te Atrapé Sexto Libro: Dominio Séptimo Libro: Deliberado Octavo Libro: Tiempo De...