Final del Octavo Arco

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La suave tela en seda blanca era una maravilla. Los zapatos parecían verdaderamente en cristal, como los de una princesa.

Había un labial también, de un rojo tan vivo e intenso que me encantó. Luego de darme un baño me vestí rápidamente. El labial me hacía resaltar aún mas y el vestir parecía que me dejaría desnuda al caminar, se abría en la pierna y la espalda, no llevaba sostén y mis pezones rozaban de manera deliciosa contra la tela.

Caminé por los pasillos, estoy segura de que SeokJin me pedirá quedarme con él hasta terminar las obras, el no aguantará más. Yo tampoco, así que dejé mi maleta lista. Me haré del rogar cuando me lo pida, pero aceptaré, es mi hombre y lo amo. Quiero estar con él.

Esperaba frente a un auto diferente, era rojo, deportivo. Su traje consistía en un saco blanco y camisa del mismo color.

Su pantalón y corbata negros y aquel rostro magistral. Todo el es hermoso. -Mi hermosa Caperucita Roja.

-Quien amó al lobo y resultó no ser tan feroz- continué.

Sus labios tocaron la piel de mi cuello y aquella sensación fue un deleite.

-Vamos- me guió hasta el vehículo y luego de subir a mi lado arrancó de manera rápida haciéndome pegar en el respaldo del asiento y reír por aquella acción.

...

Habíamos llegado a una hermosa azotea, lo sé porque miraba las luces desde abajo antes de que este tomara como buena idea colocarme una venda sobre los ojos y cargarme de manera nupcial.

Ahora tomaba como soporte sus hombros anchos -Te gusta esto nena.

-Me encanta- dejé un beso en su mejilla y sentí como su piel se estiraba, sonreía.

-Voy a dejarte en el suelo, pero no puedes mirar- sentenció por lo bajo.

Mi sonrisa inundó el lugar, sentía la brisa resonar y golpearnos. Estábamos hasta arriba. Lo sentí quitar la venda y cuando hizo aquello mi vista dió con lo que tenía frente a mí.

Habían bombillas que pintaban todo en todos tenues amarillo, una pared repleta de rosas rojas y con pétalos cuales volaban con la brisa.

Un enorme arreglo en flores blancas con las letras que creía que jamás leería. No dirigidas a mí.

-Se porque rompiste la conexión conmigo, y lo entiendo. Me alegra incluso que lo hayas hecho, y en vista a que no podremos hacerla aflorar como al inicio. Considero que una unión humana nos servirá para ser llamados como lo que siento que somos. Quiero llamarte Mía, Mi Esposa, Mi Mujer, Mi Compañera.

Mi vista pasó de él al arreglo nuevamente, sentí un movimiento a mi lado, era el.

Se arrodillaba frente a mí con un cofre negro de terciopelo, un enorme anillo descansaba en medio. Aquella piedra enorme redonda resplandecía hermosamente. -Dicen que los diamantes son para el compromiso, pero solo veo rojo cuando te veo- y he ahí el porque un rubí -Kim Marie, ¿me harías el honor de portar mi Kim? El Kim del hombre que te ama con locura, el Kim de quien entregaría su inmortalidad de ser necesario para estar contigo. Para tenerte a salvo. Cásate conmigo.- negué entre lloros.

-Si, Si. Claro que quiero- ambos acabamos contra el suelo al lanzarme a sus brazos. Una carcajada acompañó la brisa y besos llenos de amor lo hicieron poco después. -Te amo- susurré contra sus labios.

Este se acomodó hasta lograr colocarme el anillo en el dedo, aquello era enorme, abarcaba una buena cantidad del miembro. -También Te amo Mi Hermosa Vampiresa.

Los besos nos sabían a gloria misma, su lengua jugó con la mía en un arranque de deseo amenazando con consumirnos a ambos.

Dejó mí boca entre risas y negándome a soltarlo y luego tiró de mí para hacerme levantar. -Esto es demasiado hermoso Seokjin, eres un romántico.

-No lo divulgues.

-Te amo

-Y yo a ti mi amor

-Ayyy, que lindo eres. Amo esto, dame tu teléfono quiero tomarle todas las fotos que pueda.

Lo entregó entre mis manos y comencé a hacerlo bajo las tenues caricias en mi cadera y cintura que no hacían más que encenderme.

-Es tu hotel- le hice saber luego de tomarnos fotos ambos en el lugar.

-Lo es- había estado aquí, y ambos sabemos porque usé aquella manera subjetiva de decirlo.

-Quiero... quiero estar con mi prometido- aquello lo hizo reír con gracia.

-Vamos- sostuvo el enorme ramo mientras tomaba mi mano, ambos caminamos hasta el ascensor mientras sentía su mirada hecha fuego sobre mí.

Yo me sentía igual, sentía mi cuerpo desearlo como si se encontrara ejerciendo su poder sobre mí.

-SeokJin- lo llamé -Eres todo lo que una mujer podría desear, te amo- me aferré a su saco -De verdad amo la vida que tengo, la que me diste y con la que puedo pasar toda una eternidad a tu lado.

-¿Segura?

-Ya no tenemos esa unión que nos hace querernos cerca, desearnos. Y de manera contradictoria lo siento más fuerte. Con más ganas. Te amo verdaderamente Kim SeokJin

-Yo te amo más Kim Marie- sonrió para luego dejar un tierno beso en mi boca. -Pronto serás Kim, pero por mí y eso me llena de orgullo.

-Y a mí






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