Capítulo 3

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¡SEOKJIN, NO!- el grito de Namjoon me hizo mirar aquello, apenas aparecimos por la puerta el puño del mencionado impacto contra la cara del otro una y otra vez hasta que aquello se convirtió en una pelea que Jungkook tuvo que parar. ¿Qué hacía aquí?

-¡NO TE VUELVAS A ACERCAR A ELLA!

-¿ESTAS LOCO? Es mi amigo

- ¡¿Amigo?!, amigo lo mucho que te quería follar mientras trabajaban en aquel hotel, nos iremos de aquí Marie, recoge tus cosas.

-Seokjin, para ya. Saben que no pueden irse.

-Los Kim no son mi problema Namjoon, si tanta ayuda necesitas que regresen los demás, no te debo nada. - dijo aquello para luego tomarme del brazo y empujarme con rumbo a las escaleras.

-Marie, solo debes decirlo – la voz de Hoseok dejo mis lágrimas a punto de salir abarrotadas, aquello era demasiado para mí. –MARIE, MARIE- de pronto todo se volvió purpura. ¿Qué era esto?

Solo podía ver ese color mientras escuchaba sollozos débiles y lejanos, luego abrí los ojos, vi alas. Yo tenía alas en la imagen mía que apareció antes de despertar, ¿Sera un hada?

-Lluvia- estaba al pie de la cama, no sé cuánto dormí.

-No te levantes, ¿Cuánto tenías sin alimentarte Marie? - acusó

-No recuerdo- en verdad no lo hacía.

-Seokjin se fue. – pronunció con cautela. –Dijo que solo serían unos días.

-Mejor- ni siquiera yo me creía eso, de pronto tuve ganas de llorar. –Quiero dormir- me dejo.

-Luego de beber. - aquello lo pronunció severa -Se de tus pensamientos, los suicidas, para ya. Estas matando en vida a Seokjin.

- ¿No puedo tener depresión ahora? ¿no se me permite? - aquello lo pronuncié con veneno antes de ponerme de pie.

- ¿Por qué tienes depresión Marie?, dime el motivo, quizás pueda ayudarte.

-Déjame sola, tu presencia molesta- apenas dije aquello me sentí fatal, pero acabé por encaminarme hacia el baño. ¿Unos días? ¿Unos días y se había llevado sus productos de aseo?

Acabé llorando en la bañera, fueron horas en las que no vi más que borroso por las lágrimas que no paraban de salir, fueron horas en las que me hizo falta, en las que sentí que no respiraba, incluso me sumergí para que aquella sensación desapareciera.

¿Qué es aquello que extraño? Que me hace falta, pero no encuentro como recordar.

¿El me hizo algo? ¿Me manipuló de alguna forma? Ya lo ha hecho anteriormente, me hizo creer demente, me... el me...

¿Acaso me hizo creer todo esto? Y si todo está en mi cabeza, las chicas, las risas, las salidas con ellas, aun así, hay algo que falta, como si...

¿Debería buscar algún conjuro que revierta lo que hizo conmigo? Porque si de algo estoy consiente es que algo pasa.

Apenas había dado dos pasos fuera de mi cuarto cuando Lluvia apareció en mi campo de visión, parecía juzgarme, ella siempre me juzga.

- ¿A dónde vas preciosa?

-A alimentarme- mentí

-Vamos, yo tampoco lo he hecho.

- ¿Dónde están los demás?

-Dormidos

-Tú no eres Lluvia- declaré, - ¿Quién eres?

- ¿No lo sabes? Deberías buscar mejor.

- ¿Dónde?

-Primero deberías correr, huir

- ¿De qué?

-De quien más bien- escuche eso ultimo antes de abrir los ojos en medio de la bañera.

Los pasos en el cuarto me alertaron, y no me relaje cuando vi esa cabellera castaña aparecer junto al umbral. –Hola- dijo por lo bajo.

-Hola- de pronto dejé de extrañarlo, de necesitarlo.

- ¿Podemos hablar? - aquello me causo gracia, ¿desde cuándo pregunta?, el solo impone. Lo vi deshacerse de su camiseta y pantalón, era lindo verlo así, cuando vestía como un joven despreocupado, no con esos trajes que lo hacían ver tan formal y serio, frio.

Se posicionó tras mi cuerpo y me acogió entre sus piernas - ¿Te alimentaste? – negué y suspiro. Comenzó a dejar caricias en mis piernas con lentitud matadora. –Cuando te vi por primera vez sentí mi mundo revolverse. Aquel rostro hermoso y rojo de la vergüenza, aquellas piernas largas y hermosas, todo tu era un deleite. -sus palabras llegaron como susurros –Luego te vi salir, no era una hora prudente para ser seguro, así que te seguí, solo quería que llegaras bien a casa, me preocupabas. Los hice siempre desde ahí, te removías con malos sueños, te quejabas y llorabas y aquello no me gustaba, quería dejarte en una cajita, perfecta y segura.

-No soy una muñeca

-Lo sé, ahora lo sé. - guardó silencio un largo rato –Ya tengo todo listo- no entendía –Quiero mostrarte Paris, te encantara allá, Escocia también o algún lugar con prados y campos. Encontraremos esa quietud que necesitas.

-Conmigo encerrada

-Marie

-Decirme esas palabras bonitas no quita como me siento.

- ¿Cómo te sientes? - aquella pregunta sonaba con exaltación

-Harta

-De mi- continuó y no respondí - ¿Debería romper la unión entonces? Dejar de ayudar aquel orfanato y largarme de una puta vez.

-¿Me amenazas con ellos? No eres más que un manipulador. Pretendes tenerme prisionera a ti por siempre.

-¿No has aprendido a amarme? Luego de tantos años, ¡NO SABES TODA LA MIERDA QUE HE PASADO ESTOS ULTIMOS 2 AÑOS Y VIENES Y HABLAS DE PRISIONES ¿PRISIONES? EL UNICO PRISIONERO AQUÍ SOY YO!

-Pues te dejo libre. Te dejo libre Kim Seokjin- aquello lo hizo salir de la bañera con rapidez, apenas unos segundos después la puerta siendo azotada se escuchó por todo el lugar.

Era lo mejor, era mejor no arrastrarlo a este camino de locura ¿Verdad?, pregunté a mi yo cual nos observaba todo el tiempo, estaba sentada sobre las baldosas en la misma posición que yo, me observaba con lágrimas en los ojos.

Huye, pronuncio con temblores, ¿A qué le temía?




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Tiempo De...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora