Capítulo 4

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Habían pasado dos semanas desde que el esta aquí, conmigo. Las visitas a la obra se convirtieron en el pasando todo el día aquí. Cuando da la hora de la cena va a su hotel y apenas llega la media noche me escabullo para salir a citas con el.

La secunda noche fuimos al cine, vimos una película bastante agradable cual me dejó pensando. Me gustó. Nos alimentamos en el mismo lugar. El bebió de un pareja cual tenía una cita, y yo de el. Me gustó.

Cuando llegamos al orfanato me pidió subir sobre su regazo y besarlo. Creí que me lo haría en ese mismo lugar, pero en cambio abrió su puerta y me ayudó a entrar al orfanato. Eso no me gustó mucho.

Nuestra siguiente cita fue en lo alto de una montaña, las personas se reunían y tenían pequeños picnics o se refugiaban en el auto para besarse o intimar, habían más coches moviéndose de manera ruda de los que podíamos contar. Aquello me divirtió. Nos despedimos en la entrada con algunos besos subidos de tono y varios te amo que no queríamos dejar de decir.

La siguiente a esa había sido en su hotel. Tenían una especie de celebración y como este era quien habitaba la Suite Presidencial lo invitaron. Esa tarde me llevó al salón de belleza, me arreglaron el pelo y maquillaron, las estilistas casi se infartan por lo fría de mi piel pero le había calmado alegando que era normal en mi familia. Luego me llevó por un vestido rojo. Era rojo como la sangre y me entallaba perfectamente, largo, era muy largo. Sus besos en mi cuello y mano no pararon toda la noche.

Dormimos en su hotel ese día. Pero solo dormimos, abrazados. Con su voz ronca susurrándome cuanto me ama como si fuera una canción de cuna. Me llevó temprano al orfanato y la madre superiora me vio llegar. No me dijo nada, solo sonrió levemente y continuó con su camino.

-Nena- me llamó, le había pedido vestir menos informal, llevaba pantalón y camisa negros, sin saco. Eso era informal para mi hombre.

-Hola amor- abracé sus hombros y me deleité con su abrazo, el pasillo estaba solo así que aprovechamos y nos besamos también. -En lugar de la cita de hoy, quiero que llevemos los niños a comer fuera.

-No me gusta- mi mirada de ofensa le hizo saber que tampoco me gustó su comentario. -Mejor les doy dinero mientras tu y yo paseamos, solos. Son escandalosos y tien...

-Así serán los tuyos, en cientos de años.

-No- sentí un dolor con aquella frese. ¿El no quiere hijos? -Los míos van a temerme, serán bien portados.- la sensación de alivio me acogió al escucharlo.

-Por favor

-Eres tan consentida

-Tu me consientes como me gusta- besé sus labios y su agarre en mi cintura se apretó.

-Vamos entonces. Lleva a las monjas también, vamos a aprovechar la salida para que les compren ropa.

-Eso es mucho...

-Negra amor. La tarjeta es negra- puse los ojo en blanco.

-Siempre quise saber- este tomó mi cuerpo y me alzó hasta entrar a la capilla conmigo. Luego tomó asiento sobre un banco conmigo sobre su regazo -¿De sonde sale el dinero? No trabajas y te la pasas gaste y gaste. Por años.- aquello lo hizo reír.

-Mi primera fortuna fueron tierras dadas por mis padre, aproveché bien las bajas y compré más. Luego las altas y las vendí. Cuando el ganado tuvo su auge en occidente hice negocios. Cuando se creó la bolsa invertí- enumeró -Pero el dinero está en la tecnología. Tengo muchas acciones que me generan interés altos con solo tenerlas, imagínate venderlas.

-Vaya, supongo que nunca serás pobre.

-Si luego de vivir tanto aún se vive con precariedad es mejor morirse- puse los ojos en blanco ante su comentario narcisista. -Me vienen imágenes muy sucias justo ahora.- el siempre hace esto, juega con mi cordura y luego no me da más que besos.

-¿Cuáles?- posé mis manos en su pecho para acariciarlo, el juega conmigo, jugaremos ambos.

-A ti arrodillada en medio de este lugar. Con mi polla en tu boca.

-Mmmm, ¿desnuda o con mi ropa?

-Sin bragas, con tu vestido abierto dejando ver tus pechos, sosteniendo mi polla con tu mano y boca mientras la otra se mueve en tu intimidad, dándote placer.

-Eso suena muy... excitante, muy sucio- mordí mi labio. -Yo tendría algo más en mente- dije y no lo dejé responder. -Abriría mis piernas allí, justo en medio, totalmente desnuda, mientras tú- piqué su pecho -Entras en mi una y otra vez, con toda tu ropa puesta.

-Eso me gusta

-Apuesto a que sí- su teléfono comenzó a sonar cuando nuestras miradas se encontraban tan juntas una a la otra que parecía imposible.

-Prepara a los niños para partir, atenderé esto- dejó un beso en mis labios antes de desplazarme para salir, acomodando su erección en el proceso.







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