Capítulo 5

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Eran pasadas las 3 cuando ella llegó, no lo hizo sola pero agradecí que quien la trajo se marchó poco después.

Llevaba un vestido blanco con ambas piernas al aire por las aberturas, sus pechos sobresalían por el escote y el rubor de las mejillas por el sol.

-¿De verdad vas a enseñarme a nadar?

-Voy- ya no quería. Ahora quería encerrarla en mi camarote y follarla, mucho. -Quítate el vestido- estaba recargado sobre la baranda con mi pantalón nada más.

Lo hizo, llevaba un bikini rosa, hilos, mostraba mucho y me encantaba eso, solo estaba yo para verlo. -Amo- me acerqué a ella luego de detallarla como quise.

-Confías en mi- afirmé mirando sus ojos y cuando asintió la envolví en mis brazos y caímos al mar, solo nos sumergimos por un segundo, enseguida subimos a la superficie. Sus manos se aferraban a mi cuello y sus piernas a mi cadera. -¿Así pretendes aprender?

-Me da miedo

-Estás conmigo, lo sabes- la detallé, las gotas perlaban su rostro y me encantó verla así -Me encanta corto- me refería a su pelo, desaté la tira de su sostén y lo lancé al agua. Las toqué y sus pezones se irguieron con solo un roce. Hice lo mismo con las tiras de sus partís.

-¡Amo Min!- mi boca tomó su carne dura, mis dientes la tomaron.

-Amada Mía- acabé guiándonos hasta la proa el barco, aún en el agua, la acorralé contra este y probé el dulce de sus labios. Sentí sus manos colarse entre ambos y tocarme.

-Como antes amo.

-¿Quieres que te tomé?- sonreí ante su mirada necesitada -Mi pequeña y follable flor. Tanto que te amo- entré en ella con ganas, con las ganas reprimidas de follarla, tomarla. -Mía, toda mía.

-Toda Amo- mordí su cuello, una amplia para que todos la vean. Sostuve sus piernas y las separé para mí, el agua era cristalina y limpia, lograba ver como entraba y salía, como nos uníamos. Como la hacía mía.

-Toda- sus pechos duros y firmes, la sangre de ellos era un deleite mayor, me contuve para evitar vaciarme con sentirla contraerse deseosa, apretar mi polla como la perra que es cuando la tomo. -Vas a esperarme florecita.

-¿Y si no quiero?- ¿acaba de retarme?

Salí de su interior y me alejé, colé mi rostro entre sus piernas, -Tan dulce.

-¿Que...- su pregunta perdió continuidad, en cambio gritó. Aquel dulce, palpitante y rosado coño, mi coño. Sentirlo en mi boca, romper su carne, aquello fue demasiado para mi cordura y la suya. Con solo eso tembló y se estremeció, tomó mi boca y la hizo follarla al restregarse, la lamí y chupé. Mía

Cuando sus temblores pararon, cuando se vació en mi boca, en el mar. Decidí que quería verla, sentirla y darle con más ganas. Para aquello necesitaba un lugar firme que la mantuviera en su lugar. -Entra amo- necesitada.

Salté con ella en mi cadera y me impulsé de la baranda, reí al escucharla chillar de miedo -Mañana te enseño a nadar- ambos reímos ante aquello, era obvio que acabaríamos así, yo entre sus piernas.

-¿A donde vamos?- no respondí, en cambio nos guíe hasta el camarote y la dejé sobre la cama.

-Quédate conmigo desde ahora

-Los...

-Irás a verlos cada día- mi pantalón al parecer quedó en el mar, a quien le importa.

-Ven conmigo y hago eso que pides- caprichosa. Tomó mi cara cuando me acerqué para entrar nuevamente. -Te amo

-Y yo a ti, no sabes cuanto.- empujé, duro y ambos gruñimos de deseo. Aquella boca tan follable me tomó y empujé mi lengua hasta saborearla mientras mi carne entraba y salía de su interior con rudeza. -Te encanta esto.

-Mucho- afirmó pese a que no fue pregunta. Dejé un último beso en esos labios adictivos y giré su cuerpo, sabía lo que quería, ella siempre sabe lo que quiero, restregó su trasero en mi cara prácticamente.

Mordí tan duro que sentí, escuché su carne romperse, hice lo mismo con el otro lado, lamí su sangre, dulce. Tan dulce como ella. -Tan malditamente mía.

Cuando entré en ella fue como un hechizo, no logré parar, su carne se contrajo, me apretó y me chupó hasta hacernos vaciar contra el otro.

Ambos acabamos empapados, pero queríamos más, siempre querría más si era con ella. -¿Es...

-La mandé a traer para ti- era fruta, más de la que una persona comería pero quería complacerla. -También hay ropa en el closet.

-¿La compraste tú?- negué -Vamos a pasear más tarde, como una cita.

-Haremos lo que tu quieras. Por ahora

-¿Como es eso?

-Cuando no estemos haciendo lo que quieras, haremos lo que deseas.

-¿Y eso que es?

-Tomarte tan jodidamente bien que olvidarás lo que es salir de estas paredes.

-¡Amo! Por la magia- salté sobre ella hasta colarme entre sus piernas nuevamente. Besé su cuello delicioso y chupé, solo la piel, aquello la hizo estremecer. -La boda será en una semana.

-Mmm- levanté sus brazos y la hice sostenerse del respaldo

-Ven conmigo- pidió, el tono me dió a notar que dudaba que aceptaría.

-Al fin del mundo Florecita.- volví a aquel cálido interior, tan mío.

-¿Me amas?

-Te amo, para toda la eternidad. No lo dudes nunca.






Fin




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Tiempo De...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora