Capítulo 1

174 46 33
                                    


-Señor, debemos partir ahora- me puse de pie y los seguí a través de los árboles, verdes. Tanto que le gustaban.

Verde como sus ojos que me acompañan cada vez que cierro los míos.
Luego veo sus lágrimas, esas que yo provocaba. Esas que no merecía pero que siempre me dedicaba.

Mi florecita, ellas pagarán y cuando no quede siquiera una, me uniré a ti en la muerte. Aunque ¿Soy merecedor de verte otra vez florecita? ¿Lo merezco? Yo hice eso contigo.

Caminamos por horas, cada vez se esconden en lugares más recónditos, cada vez siento más alivio al matarlas.

Apenas pisamos sus territorios un cerco se hizo presente, uno que mutiló los miembros inferiores de quien se encontraba al frente, ahora parecían asustados.

Le hice la señal de que encendieran las antorchas y flechas, cuando así fue comenzaron a lanzar y los gritos comenzaron. Estos suelen quedarse tras los muros mientras las mato, quiero hacerlo yo.

La matriarca estaba al frente, era demasiado mayor y cuando mi mano tomó su cuello y lo hizo tronar las demás gritaron y se abalanzaron sobre mí. Sentí hilos tomarme, algún truco nuevo.

Eso no evitó que desgarrara la garganta de un par de ellas con mis uñas, otra había apuñalado mi espalda y con el mismo cuchillo adorné su frente, el fuego aumentó.

Busqué con la mirada y noté a una de ella correr, la perseguí con facilidad y sus brazos quedaron en mis manos, mi florecita sufrió más.

Ellas lo merecían y ella no.

Mi florecita no.

Este aquelarre era pequeño, solo podía escuchar los pasos de los hombres que había traído cuando algo mas llegó a mi.

Un sonido, había otra.

Me abrí paso entre el fuego, había otra cual creía se libraría de mí, mi mano tomó su cuello con intención de destrozarlo cuando lo noté.

No era bruja, más que eso era un hada. Prisionera.

Tenía grilletes en las manos y pies, sangre morada bañaba su piel, me tenté en hacerlo, en acabar con su miseria, pero esos ojos suplicantes fueron como los suyos aquella noche, llenos de dolor.

Me sorprendí a mi mismo rompiendo las cadenas y dejándola en el suelo para salir del lugar a prisas, ella me perseguía aún despierto. La veía en los ojos del sufrimiento.

...

Teníamos horas de camino cuando decidí alimentarme, uno de ellos me sirvió. Tomé camino en solitario, debía ubicar al próximo aquelarre. Se supone que era el último y más grande pero no tengo rastro de él.

Mi cuerpo estaba débil a pesar de encontrarme alimentado pero más por hallarme con sólo algo en mi cabeza, ella.

Me recosté en algún punto, mis ojos se cerraban solos cuando toqué el suelo, lo primero que vi fueron lirios, un hermoso campo de lirios, luego nada.

Oscuridad

Eso dejó cuando se fue, cuando la arrebataron de mi.

Recordé sus ojos bañados en lágrimas cuando el mío no mostró más que rechazo hacia ella.

Sus magulladuras

Mis manos apretándola con desprecio, mi renuencia a amarla, el culpable era yo.

Yo había acabado con la vida de mi florecita, yo había manchado su alma con mi maldad y ahora...

Ahora buscaba venganza, venganza en quienes terminaron la tarea que yo inicié.

Llegaron a mi imágenes del fuego, aquel primer aquelarre que destruí, la sed de venganza en ese entonces era mayor, ahora solo queda cansancio.

Estoy cansado de culpar a otros de lo que yo hice, la ... ellas la...

Ni siquiera puedo imaginar la palabra, duele, duele no tenerla.

¿Podré verla al morir? ¿O los seres de luz como ella no son mezclados con los de oscuridad? Con los que solo saben hacer maldad.

Su sonrisa, tan bonita.

El campo de lirios volvió a mi, siempre aparecía cuando la pensaba pero hoy tenían mas brillo, hoy eran más hermosas.

Sentí mi rostro ser tocado, calidez tortuosa, paz como cuando ella estaba conmigo.

-P... por Favor- tenía su cuello entre mis manos. Su piel blanca estaba llena de barro, sus ojos plata perdidos y rojos por la presión en su cuello, sus cabellos blancos enmarañados, vestidos rotos.
Su olor mostraba debilidad, mortalidad.
-Amo- su voz -Amo, por favor- sus labios se tornaron morados.

-No me llames así- solté su cuello haciéndola alejarse de mí -Largo

Me puse de pie para alejarme del lugar pero aún así trataba de seguirme.

-¡Vete ya maldición! ¿Quieres morir?- tomé su cuello en mis manos pero no hacía nada por zafarse, por alejarse o preservar su vida.

-Es dueño de mi vida amo

-¡No me llames así!- ella me llamaba amo, ella lo hacía -Lárgate, no sigas más.

-Yo puedo ayudarlo amo, sé dónde está el último aquelarre, yo puedo.- solté su cuello y me regañé por desear mirar más esos ojos grandes.

-No me llames amo

-¿Señor Min?, así lo llamó el señor de hace rato- negué exasperado.

-Yoongi, solo dime así.

-Bien Yoongi- la vi reír mientras tendía su mano para oler la mía, eso hacían las Hadas, no la tomé, -Me llamo Tierra, como nuestra madre, quien nos alimenta y sostiene, quien nos brinda calor y paz, quien reconforta nuestros corazones, quien...

-Si si- comencé a caminar y esta tras de mí.

La olía, me gustaba lo que olía y no debía ser así, se supone que no podía sentir algo más que no sea venganza.

La olía, me gustaba lo que olía y no debía ser así, se supone que no podía sentir algo más que no sea venganza

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.




.

Tiempo De...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora